El Club de Mar de Sitges ha recibido una notificación del Tribunal Superior de Justícia de Catalunya, a raíz de la petición del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico a través de la Demarcación de Costas de Catalunya, para hacer efectiva la entrada en las instalaciones y poner fin a su actividad el 20 de octubre. Se ordena, concretamente, el cese de la actividad y la recuperación de la posesión del espacio público por parte del Estado. No se teme, sin embargo, su demolición inmediata.
Desde el Club de Mar se afirma que es “un ataque frontal al patrimonio social y cultural de Sitges”, y que el cese de la actividad sería “un castigo injusto”. Aseguran que lucharán judicialmente para evitar el fin de la actividad, y que continuarán defendiendo su existencia en todos los ámbitos necesarios. Incluso han hecho un llamamiento a la sociedad de Sitges y a la catalana para sumarse a su causa.
Actividad de vela del Club de Mar de Sitges
Consideran desde el Club de Mar que “un nuevo deslinde confirmará que el Club está fuera del dominio público marítimo-terrestre y sí en suelo urbano”. Por ello opinan que “no tendrá ningún fundamento legal exigir ni el cese de actividad ni el desalojo”.
La presidenta del Club de Mar, Gemma Marcé Montaner, manifiesta que “el Club de Mar no es sólo un espacio deportivo. Es memoria, es cultura, es identidad y es pueblo”. Y advierte que “no vamos a permitir que se haga desaparecer una institución que forma parte de Sitges desde hace décadas”. También señalan que “el Club de Mar no es un problema para el litoral, sino un activo social y patrimonial que es necesario preservar”.
El Club de Mar es memoria, es cultura, es identidad y es pueblo”
En este sentido recuerdan que “somos una entidad social, cultural y deportiva histórica, no un chiringuito de playa”. Y defienden que “no se puede considerar ocupación ilegal de playa un edificio que está detrás del paseo Marítim, consolidado urbanísticamente”. Cada año pasan por sus instalaciones más de 300 deportistas y alumnos que practican natación, vela y otras actividades náuticas. Además, centenares de ciudadanos participan en jornadas culturales, formativas o bien sociales.
Su presidenta remarca, a la vez, que “es un espacio vivo de encuentro intergeneracional que fomenta valores como el respeto al mar, el esfuerzo, la convivencia y la integración social”.
Su presidenta asegura que el Club de Mar no es solo un espacio deportivo
Aunque en esta ocasión no se habla de demolición inmediata, desde el Club de Mar se hace notar que “sin actividad será, en dos días, un espacio vacío, lleno de okupas y grafitis”, y que “los daños que ocasionaría el cese de la actividad serían irreversibles y perjudicarían no sólo al Club, sino también al municipio de Sitges y a sus ciudadanos, más si tomamos en consideración el procedimiento de revisión de delimitación del dominio público marítimo-terrestre solicitado a instancia del Club de Mar”.
Confían también en la posibilidad que pronto se amplíe su protección “dada su relevancia histórica”. De hecho, el Parlament de Catalunya ya ha realizado el primer paso formal para reconocer el Club de Mar de Sitges, junto con el Picnic y el Kansas, como Bé Cultural d'Interès Nacional. Se trata de la máxima figura de protección patrimonial en Catalunya.
Además del impacto deportivo, social y cultural, se asegura desde el Club de Mar que la medida comporta la destrucción de 30 puestos de trabajo directos, “que afectarán a familias enteras del municipio y del entorno”. El club denuncia que la decisión es “desproporcionada e injusta”, y que “desprecia su función como espacio deportivo, educativo y de convivencia”. Al hilo aseguran que “el Club de Mar es patrimonio vivo y forma parte de la identidad del pueblo”.
Desde el Club de Mar de Sitges se afirma que la decisión es “desproporcionada e injusta”
La alcaldesa de Sitges, Aurora Carbonell Abella, ha manifestado a La Vanguardia que “si se acaba realizando el desalojo del Club de Mar pediremos que, aunque sea a precario, se pueda ceder el edificio al Ayuntamiento para un uso público”. Todo ello, explica, “mientras se deciden qué usos tendrá o qué sentencia judicial hay que cumplir”. Aurora Carbonell recuerda que “nosotros siempre hemos defendido que tiene que tener un uso público, respetando el patrimonio natural y el arquitectónico”.
Fundado en 1952, el Club de Mar de Sitges nació gracias al impulso de antiguos miembros de los primeros clubes náuticos de este turístico municipio de la comarca del Garraf, tomando el relevo del Club Marítim de Sitges. Anteriormente el presidente republicano Manuel Azaña inauguró su piscina María Teresa, en 1934.
En 2003 ya se dictó una sentencia de derribo, pero nunca llegó a ejecutarse. Desde el Club de Mar se defiende que la sentencia caducó por no ejecutarse en el plazo de 5 años. En 2014 el Club de Mar fue declarado Bé d'Interès Local, y en 2018 se le impuso una multa de 60.000 euros, que fue pagada, pero se denegó igualmente la concesión.
