“Nuestro hogar es una furgoneta, hace 13 años que no pagamos alquiler ni tenemos dirección fija”: la pareja de catalanes que vive viajando por el mundo

Viajando por el mundo en furgoneta

Lo dejaron todo para viajar y trece años, dos furgonetas, un accidente en un precipicio y miles de kilómetros después, siguen sin planes de parar

Su rutina es la carretera: cocinar en cuatro metros cuadrados, ducharse con lo justo y celebrar cada día que siguen vivos y en movimiento

Marta y Marià en Australia, con la nueva furgoneta que adquirieron hace unos meses y que les permite mayor espacio y aprovechamiento de recursos

Marta y Marià en Australia, con la nueva furgoneta que adquirieron hace unos meses y que les permite mayor espacio y aprovechamiento de recursos

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Hay decisiones que no se toman de un día para otro: necesitan tiempo y meditación, porque implican un cambio de vida absoluto que trae miedos, incluso cuando promete algo mejor. Marta y Marià llevaban años trabajando en Andorra cuando un viaje a la India les cambió la brújula. Entre colores extravagantes y conversaciones improvisadas comprendieron que lo que más disfrutaban no cabía en un mes de vacaciones. Al volver, la realidad fue un golpe y a la vez una certeza: no querían vivir once meses para viajar uno, querían intentarlo al revés.

Y así, con una furgoneta de tercera mano, una serie documental recién vendida y un miedo que no les paralizó, dejaron sus trabajos y enviaron su casa con ruedas al puerto de Buenos Aires para comenzar su viaje. Hoy, miles de experiencias después, siguen en movimiento y aseguran que fue la mejor decisión que pudieron tomar: sin dirección fija ni horarios, pero con una idea muy clara de lo que significa sentirse vivos: “Nuestro hogar tiene ruedas”. Así nació furgoenruta, lo cuentan en Guyana Guardian.

La vida en una furgoneta 

Una historia llena de kilómetros y experiencias

¿Cómo empezó su historia juntos y en qué momento aparece por primera vez la idea de vivir viajando?

Trabajábamos en medios de comunicación en Andorra: yo en un periódico y Marta en la televisión pública. Nos conocimos entre ruedas de prensa, empezamos a salir y enseguida los viajes se convirtieron en nuestro punto de unión. El primer gran cambio llegó con nuestras vacaciones a la India. Tuvimos solo un mes y se nos hizo cortísimo: empezamos a entender la cultura justo cuando tocaba volver. Aquello nos hizo repensarlo todo.

Todo empezó en Buenos Aires, donde Marta y Marià enviaron su primera furgoneta con los ahorros que habían logrado acumular

Todo empezó en Buenos Aires, donde Marta y Marià enviaron su primera furgoneta con los ahorros que habían logrado acumular

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¿Qué pasó en aquel viaje a la India que les hizo replantearse su vida laboral y personal?

Volver a la rutina después de la India fue un bajón. Nos dimos cuenta de que vivíamos al revés: trabajábamos once meses para viajar uno, cuando lo que nos apasionaba era precisamente viajar. Además, sin darnos cuenta, ya estábamos haciendo durante las vacaciones lo que nos gustaba de verdad: yo hacía fotos y vídeos sin parar y Marta entrevistaba a gente por pura curiosidad. Al regresar montamos una exposición con ese material llamada Las miradas de Shiva y fue la primera vez que sentimos que podíamos crear proyectos propios y no trabajar siempre para terceros.

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¿Cómo pasaron de esa idea a una vida nómada real?

El impulso llegó cuando produjimos Furgadictos, la primera serie sobre el mundo camper. Nos la compraron y con ese dinero pudimos comprar nuestra primera furgoneta. Con la segunda temporada pagamos el envío de la furgo a Buenos Aires y tuvimos un pequeño colchón para empezar. Ese fue el verdadero salto: decidir dejar nuestros trabajos fijos, con todo el miedo que implica, y apostar por una vida viajando y documentándolo todo.

Nos dimos cuenta de que vivíamos al revés: trabajábamos once meses para viajar uno

Senior Editor

¿Qué sintieron el día que dejaron sus trabajos?

Mucho vértigo. Ir a decir “el mes que viene ya no vuelvo” fue un momento muy fuerte: la sensación de que el 5 ya no habría nómina en el banco. Habíamos ahorrado mucho para ese momento, pero aun así imponía. Aun así, sentíamos que era un proyecto que tenía que salir bien. Y si no salía, al menos lo habríamos intentado. Para nosotros, la única forma real de fracasar era no intentarlo por miedo.

Convertir la furgoneta en su hogar les ha ayudado a saber optimizar mucho mejor tanto el espacio como los recursos

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¿Cómo es convertir una furgoneta en su hogar?

Te obliga a ser muy consciente de todo: del agua, de la energía, del espacio. En la primera furgo teníamos 40 litros de agua; ahora 70, que sirven para beber, ducharnos, cocinar y limpiar. Cada gesto cuenta. También la energía, porque vivimos con placas solares: todo lo que compras lo eliges por lo que consume. Y luego está el orden: aunque no seamos ordenados, si no lo haces la furgo se vuelve un caos en cinco minutos.

Pero tiene una parte maravillosa: la libertad. Si un lugar no te gusta, te vas. Y acabas durmiendo en sitios que ni un millonario puede permitirse, tan cerca de la playa que a veces temes que suba la marea. Claro que no todo es idílico: también hemos dormido en talleres, en calles ruidosas… La vida real está ahí.

La vida en una furgoneta 

Sudamérica, pura libertad

¿Cómo recuerdan su primer día de viaje en Sudamérica?

Con miedo y caos. Todo el mundo nos decía que Sudamérica era peligrosísima. La furgo llegó al puerto de Buenos Aires y sacarla fue un lío de trámites, esperas y alguna ‘coima’. No había apps, no había información como ahora. La primera noche no sabíamos dónde dormir, la gente nos miraba raro cuando decíamos que dormíamos en la furgoneta, pero en cuanto empezamos a rodar, sentimos una libertad enorme. Fue un comienzo duro, pero inolvidable.

¿Qué ruta han hecho durante todos estos años?

Mandamos la furgo a Buenos Aires, bajamos hasta Ushuaia, subimos todo el continente hasta Alaska, volvimos a México, dejamos la furgoneta allí y desde Tijuana saltamos a Australia. En total, doce años entre Sudamérica, Centroamérica, Norteamérica y ahora Oceanía. Y aún nos queda muchísimo.

Tras 13 años viajando juntos, han creado un vínculo enorme entre ellos dos

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¿Cuál ha sido la etapa más dura en estos 13 años?

El accidente en Australia. Fue hace apenas unos meses. Volcamos la camioneta y Marta entró en estado de shock dentro del barranco. Yo reaccioné de una forma que no reconocía; el cerebro hace lo que quiere. Sacar la furgo del precipicio fue una odisea. Después vino el miedo a volver a conducir un vehículo grande. Ese episodio nos transformó: te recuerda que hoy estás aquí y mañana no lo sabes. Vivimos mucho más el presente desde entonces.

La vida en una furgoneta 

Australia y un futuro más viajero si cabe

¿Cómo ha sido adaptarse a Australia?

Más difícil de lo que pensábamos. Conducir al revés nos llevó meses; el inglés australiano cuesta muchísimo, y encima teníamos que hablar de temas técnicos con mecánicos que no entendíamos. Culturalmente también fue un choque: veníamos de Latinoamérica, donde la gente es muy cálida, y aquí todo es más distante. Además, la acampada libre está muy restringida, a diferencia de América, donde podíamos dormir casi en cualquier plaza de pueblo.

¿De qué viven para sostener tantos años de viaje?

Hoy sobre todo de YouTube, pero hemos hecho de todo: música en bares, vender artesanía, fotos, vídeos profesionales para hoteles, charlas, merchandising… Al principio vivimos con ahorros y estiramos el presupuesto gracias a tocar en la calle. En pandemia se hundió todo el turismo y ahí decidimos profesionalizar YouTube: meterle ocho o diez horas al día. A los seis meses ya ganábamos lo suficiente para vivir. Pero siempre diversificamos, nunca dependemos solo de una cosa.

Hoy pueden decir que tienen la oportunidad de dormir en lugares que ni tan siquiera los millonarios pueden lograr

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¿Cómo ha evolucionado su proyecto musical?

Empezó tocando a la gorra en Argentina con dos chicos que conocimos viajando. Luego pasamos a bares, a pequeños conciertos y más tarde a componer temas propios. En México hicimos incluso un gran concierto con banda completa y nueve músicos. Ahora Marta compone la mayoría de canciones y estamos terminando nuestro segundo disco, que presentaremos en 2026 con una gira por México y seguramente por Cataluña.

El accidente nos transformó: te recuerda que hoy estás aquí y mañana no lo sabes

Senior Editor

Después de trece años en movimiento, ¿cómo imaginan su futuro?

Viajando. No nos vemos viviendo encerrados en una casa. Quizá algún día tengamos un terreno en la naturaleza para pasar temporadas, pero la idea es seguir en ruta mientras tengamos ganas. Tal vez en el futuro viajemos medio año y descansemos medio, pero no nos vemos parando. Todavía nos queda Australia por completo, Asia y toda África. Así que sí: nos quedan muchos años de viaje.

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