Paco Mas (32), agricultor valenciano, sobre dedicarse al campo en España: “En la agricultura hay dinero si hay ganas de trabajar, pero hay que aguantar”

El relevo que no llega

Tras hacerse cargo de las naranjas de su abuelo, Paco descubrió la cruda realidad del sector: incertidumbre, soledad y una cadena de obstáculos de la que no se es consciente hasta que se vive en primera persona 

Aunque las dificultades que ofrece el campo son brutales, Paco asegura que la satisfacción que da ofrecer tu producto a familiares o conocidos y que les encante es algo que no da ninguna otra profesión

Aunque las dificultades que ofrece el campo son brutales, Paco asegura que la satisfacción que da ofrecer tu producto a familiares o conocidos y que les encante es algo que no da ninguna otra profesión

Cedida

Hay historias, como la de Paco Mas, valenciano de 32 años, que empiezan con una herencia sentimental, pero continúan con una realidad que pocos se atreven a enfrentar. Paco lo descubrió el día que decidió hacerse cargo de las naranjas que su abuelo Faustino, tras muchos meses de trabajo, había dejado casi listas para la cosecha. Nadie esperaba que de un día para otro falleciera tras notar un fuerte dolor en el pecho, pero fue Paco, su nieto, que lo ayudaba cada semana en el campo, quien decidió que esas naranjas no podían echarse a perder así.

No fue un gesto romántico ni mucho menos un plan meditado: fue una mezcla de responsabilidad, cariño y ese instinto tan humano de no permitir que algo familiar se pierda para siempre. Lo que no imaginaba entonces era que esa iniciativa le abriría una puerta a un mundo donde por sí mismo ha descubierto que las dificultades son mucho mayores que los beneficios.

El relevo que no llega

La representación de toda una generación

Porque la de Paco no es solo la historia de un nieto que intenta mantener vivo un legado, sino que representa a toda una generación joven que mira el campo desde lejos, que lo respeta y que incluso lo idealiza, pero que no se atreve a dar el salto porque nadie les ha enseñado cómo se cultiva, cómo se vende y cómo se sobrevive. Y porque, aunque lo intenten, saben que el camino es una carrera de obstáculos.

Desde el momento en que su abuelo Faustino falleció, Paco decidió que su legado no podía echarse a perder después de tanto trabajo

Desde el momento en que su abuelo Faustino falleció, Paco decidió que su legado no podía echarse a perder después de tanto trabajo

Cedida

“Antes todo se transmitía entre generaciones, hoy falta muchísimo conocimiento”, explica Paco en Guyana Guardian, consciente de que este es el primer muro que encuentran los jóvenes. Durante décadas, la agricultura se aprendía en los almuerzos con los abuelos y en los fines de semana en la finca. Ahora, esas escenas casi no existen: las familias han abandonado el campo buscando trabajos estables, la vida rural se ha llenado de parcelas vacías y los agricultores mayores acumulan tanto cansancio que, cuando un joven les dice que quiere aprender, lo primero que escuchan es un “no te metas”.

Empezar de cero en el campo es dificilísimo. Parece simple, pero no lo es

Paco Mas

Paco lo vivió en primera persona. Tras vender los 8.000 kilos de naranjas de su abuelo a raíz de su vídeo viral en TikTok, que acumuló casi 400.000 visitas, volvió a la realidad de los números: un euro el kilo, gastos por todas partes y un beneficio que apenas llegaba a los 40 céntimos por kilo. “Es prácticamente lo mismo que nos daban los comerciales”, reconoce. Pero aquello no fue lo que más lo desanimó, sino que, según él, lo que de verdad pesa es la sensación de navegar a ciegas. “Empezar de cero es dificilísimo. Parece simple, pero no lo es. Falta conocimiento técnico, falta acompañamiento y falta tiempo para aprender”.

A eso se suma algo aún más determinante: el estado anímico de los agricultores mayores. “Dos de cada tres te dicen: ‘Hijo, déjate el campo’”, cuenta Paco. Y no lo dicen por maldad o por egoísmo, lo dicen porque llevan años luchando contra normativas europeas que cambian de un día para otro y que no entienden, contra productos que ya no pueden usar, contra inspecciones, papeleo y exigencias que ahogan cualquier margen. Lo dicen porque han visto cómo las heladas, las plagas o las pedregadas —esas que a él le han golpeado tres años seguidos con las calabazas— pueden arruinar un año entero de trabajo. Y lo dicen, sobre todo, porque sienten que la agricultura que ellos conocieron ya no existe.

Trabajar en el campo es muy sacrificado, y aprender el oficio no se basa en estudiar como en muchos otros trabajos, sino que la experiencia es clave

Trabajar en el campo es muy sacrificado, y aprender el oficio no se basa en estudiar como en muchos otros trabajos, sino que la experiencia es clave

Getty Images

“Europa les ha cambiado las reglas. Están desanimados. Y si los mayores no creen, ¿cómo van a creer los jóvenes?”, reflexiona Paco. Esa es la otra gran grieta del sistema: la falta de referentes. ¿Quién quiere dedicarse a un oficio donde quienes más saben recomiendan huir?

El relevo que no llega

Un futuro incierto 

La juventud tampoco encuentra un camino claro para poder dedicarse a esta profesión. Pocas escuelas lo enseñan y casi ningún joven sabe por dónde empezar. “No quiero ser el agricultor de ir al campo, trabajar horas y que mi tiempo no valga dinero. Quiero ser empresario agrícola”, insiste. Su visión es moderna y ambiciosa y su objetivo es unir inversión, digitalización y estrategia para dignificar un oficio que en ocasiones parece haber quedado desfasado.

Paco intentó hacerlo con las calabazas, un cultivo sencillo para empezar, pero el clima se negó a que fructificara. También quiso organizar una plataforma con otros agricultores: unir fuerzas, fijar precios dignos y vender directamente, pero no salió bien. “Era bonito sobre el papel, pero costaba. Al agricultor le cuesta cambiar el chip”, explica.

Aun así, Paco no se rinde. Entiende que el campo necesita más jóvenes, más manos, más ideas, pero también sabe que exigir relevo generacional sin ofrecer condiciones es pedir milagros. ¿Quién se quedará si los números no salen, si el clima es una ruleta rusa, si no hay formación, si no hay acompañamiento y si el acceso a la tierra exige un sacrificio inicial que pocos pueden asumir?

Las nuevas generaciones ven el campo como un trabajo muy sacrificado y la falta de referentes con ganas pesa mucho

Las nuevas generaciones ven el campo como un trabajo muy sacrificado y la falta de referentes con ganas pesa mucho

Getty Images/iStockphoto

“En la agricultura hay dinero si hay ganas de trabajar, pero hay que aguantar”, resume. Por eso, mientras tanto, Paco sigue comprando tierras cuando puede, cuidando la herencia de su abuelo y formándose a base de errores, intuición y horas de campo. Sabe que hay futuro, pero también que la transición será dura. Y, aunque él todavía lucha por hacerse un hueco, tiene claro cuál es el verdadero problema del sector: “Si nadie se queda en el campo, no habrá quien lo salve”, sentencia.

La agricultura seguirá siendo necesaria y la calidad española siempre tendrá hueco

Paco Mas

Por ello, Paco hace un llamamiento a los jóvenes. No uno romántico ni idealizado, sino una verdad sincera: que el campo exige, pero también devuelve, y que aquellos que quieran intentarlo necesitarán apoyo, conocimiento y tiempo, algo que, por ahora, el sistema aún no ha aprendido a ofrecerles, pero que en el futuro marcará la diferencia:

“La agricultura seguirá siendo necesaria y la calidad española siempre tendrá hueco, porque los consumidores no quieren basura. Habrá una transición dura, pero oportunidades también, y esas son las que hay que aprovechar”, concluye. 

Etiquetas
Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...