“Pasé de un barrio humilde de Barcelona a sobrevivir pidiendo sobras en la cafetería de la ONU para evidenciar su elitismo social”: la historia de resiliencia de Marc Gené

Españoles en el extranjero

Creció en un barrio humilde, estudió mientras trabajaba 60 horas semanales y sobrevivió pidiendo sobras en la cafetería de la ONU 

Su historia revela dos verdades incómodas: que España muchas veces no valora a sus jóvenes más preparados y que el mundo internacional sigue siendo territorio de élites

hola

hola

Cedida

Hay historias que no nacen del sueño, sino del agotamiento y de la sensación, repetida una y otra vez, de que por mucho que te muevas en España el suelo no se desplaza contigo. Marc Gené lo descubrió demasiado pronto: a los 18 años, cuando se marchó a Australia con el convencimiento de que la vida siempre recompensa al que se esfuerza. Creció en un barrio humilde de Barcelona y trabajó desde adolescente para ayudar en casa mientras estudiaba sin parar, pero la realidad le devolvió un mensaje claro: en España, incluso cuando haces todo lo que se supone que debes hacer, no siempre obtienes tu recompensa.

Con 18 años, Marc se marchó de España sin saber todavía que aquel viaje sería el primero de muchos. Australia le recibió con sol, surf y la promesa de una vida mejor, que es lo que buscaba, pero se topó de bruces con explotación laboral, aislamiento y doce dólares la hora por fregar platos, muy por debajo del mínimo. Allí entendió por primera vez que la meritocracia tiene fronteras, que el mundo real te exige experiencia antes de darte oportunidades y que la juventud, divino tesoro, dicen, lejos de ser un motor, también puede convertirse en un impedimento. “Era demasiado joven para todo, incluso para que me protegieran”, explica en Guyana Guardian.

Españoles en el extranjero

Vuelta a España tras la realidad de Australia

Tras esta experiencia, Marc volvió a España con más horas de trabajo que certezas y, aun así, decidió seguir intentándolo. Estados Unidos, Holanda, Ginebra… Cada salto era un recordatorio de lo difícil que resulta abrirse camino cuando no tienes red familiar, dinero ahorrado o un apellido que abra puertas. Y, sin embargo, cada país le mostraba también algo que España parecía negarle: un sistema que, al menos, te permite avanzar si te esfuerzas.

Su paso por las Naciones Unidas fue una de las experiencias que más le marcaron y le enseñaron

Su paso por las Naciones Unidas fue una de las experiencias que más le marcaron y le enseñaron

Cedida

La etapa que más lo marcó fue su paso por las prácticas en Naciones Unidas, en Ginebra. Un sueño para cualquier estudiante de relaciones internacionales, pero una pesadilla para quien no puede permitirse vivir en una de las ciudades más caras del mundo sin cobrar un euro. Allí, rodeado de jóvenes con varios másteres, trajes impecables y familias que podían sostener meses de prácticas sin remuneración, Marc descubrió la otra cara del sector humanitario: la del elitismo silencioso.

Yo sobreviví gracias a pedir sobras en la cafetería de Naciones Unidas

Marc Gené

Mientras él corría a la cafetería para poder repetir ración y guardar comida para la cena, escuchaba debates sobre pobreza en países remotos. Mientras calculaba si podría llegar a fin de mes, analizaba políticas destinadas a mejorar la vida de quienes viven con menos recursos. La paradoja era impresionante: ¿cómo combatir la desigualdad desde un sistema que excluye, precisamente, a quienes mejor entienden lo que significa vivir con poco?

“En Naciones Unidas, casi todos los practicantes tenían dinero. Podían permitirse estar allí sin cobrar. Yo sobreviví gracias a pedir sobras en la cafetería”, explica. De las decenas de jóvenes que conoció, solo uno logró entrar después con contrato. El resto se quedó fuera, atrapado en ese círculo que exige prácticas no remuneradas para acceder a un sector que presume de justicia social.

Españoles en el extranjero

Sin trabajo en España tras una formación impecable

A su vuelta a España, volvió a toparse con esa triste realidad que muchos jóvenes se ven obligados a vivir por la que, tras formarse y esforzarse incluso en otros países, siguen teniendo que encadenar trabajos precarios. Marc había estudiado Relaciones Internacionales trabajando entre 40 y 60 horas semanales, había hecho prácticas, un máster, había levantado una ONG y tenía inglés fluido y, aun así, el mercado laboral español lo situaba en la casilla de salida.

Hoy, Marc imparte sesiones sobre salario digno

Hoy, Marc imparte sesiones sobre salario digno

Cedida

Holanda, en cambio, le dio algo que aquí no encontraba: instituciones que ayudan, un mercado laboral que valora el esfuerzo y la posibilidad real de progresar. Allí podía trabajar 20 horas semanales y estudiar a tiempo completo, y por primera vez en su vida, comprendió qué significa tener tiempo libre sin sentirse culpable.

Quiero volver, pero para hacerlo tendría que renunciar a la estabilidad que tanto me ha costado conseguir

Marc Gené

Hoy, con 29 años, Marc vive en Ámsterdam y trabaja como Program Officer en una ONG dedicada al salario digno. Ha encontrado estabilidad, propósito y un lugar donde la movilidad social parece posible, aunque su mirada sigue puesta en España. “Quiero volver, claro que quiero volver. Pero para hacerlo tendría que renunciar a la estabilidad que tanto me ha costado conseguir”, admite.

Su historia, lejos de ser excepcional, resume la de miles de jóvenes españoles que sienten que en su país no hay forma de prosperar sin privilegios previos: “En España puedes esforzarte el triple y seguir en el mismo sitio. Fuera, al menos, existe la posibilidad de que tu esfuerzo se convierta en algo real”, explica. Y revela otra verdad, muchas veces ocultada, la de esas instituciones internacionales que, a pesar de luchar contra la desigualdad son, en muchos casos, inaccesibles para quienes vienen de entornos humildes, una realidad algo incongruente.

Etiquetas
Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...