Aunque son muchas las personas que vemos en redes sociales reinventándose en el extranjero, la realidad es que no es siempre “tan sencillo como parece”. Tania Ferrer es una joven de 25 años de Calpe (Alicante), que aterrizó en Dublín con la idea de vivir una etapa tranquila como au pair. Buscaba un cambio en su vida y pensó que mudarse era la mejor forma de reinventarse.
Diez días le bastaron para darse cuenta de que la casa donde trabajaba no era su sitio. La experiencia fue desagradable y decidió marcharse, sin plan y sin saber qué iba a pasar después. Su vida en Irlanda empezó así: “una mezcla de golpes de realidad, oportunidades inesperadas y una capacidad constante de adaptación”, explica para Guyana Guardian. “No he tenido ni un solo mes estable desde que llegué”, admite. Aun así, sigue adelante, convencida de que cada cambio es también una forma de aprender.
Tania Ferrer, española en Dublín
El choque cultural que vivió desde el primer día
El primer impacto para Tania fue la diferencia de trato en comparación con su país natal. Aunque Irlanda es un país amable y educado, no siempre es cálido. “Ellos son súper correctos, pero al principio parecen fríos. Nada que ver con España”, cuenta. Ella tenía un acento americano muy marcado y de repente tuvo que hacer frente a formas de pronunciar totalmente diferentes: “El inglés irlandés me obligó a entrenar el oído cada día”, recuerda. Por otro lado, tuvo que enfrentarse al frío clima de allí: “Nunca pensé que tendría que salir con chaquetón en pleno junio”, dice riéndose ahora, aunque en su momento la falta de sol le afectó bastante.
Tania Ferrer, española en Dublín
El trabajo es otra de las cosas a las que Tania ha tenido que enfrentarse y adaptarse. Cuando llegó, consiguió un puesto como Room Leader en una crèche con niños de dos años. Confiesa que fue un salto enorme de responsabilidad. “Tenía que tomar decisiones rápidas todo el día y comunicarme en inglés con niños, compañeras y padres”, explica. Tres meses después, la despidieron y tuvo que volver a empezar.
“Creo que Irlanda me está enseñando a confiar en los procesos, aunque no siempre los entienda”, cuenta. Aunque su salario era de 15 € la hora, la realidad no era tan cómoda. Entre alquiler, comida y transporte, casi todo el dinero que ganaba se le iba. “Ganar bien no significa vivir bien en Dublín”, dice con sinceridad. Su neto mensual era de unos 2.300 €, pero la vida diaria se los llevaba casi por completo.
La realidad de buscar casa en Dublín
La joven cuenta que encontrar vivienda fue una de las cosas más duras de su experiencia allí. “Dublín es cara, competitiva y exige moverse rápido”, cuenta. Ella lo vivió desde el principio, cuando vivió una mala experiencia nada más llegar. Aun así, consiguió casa y trabajo en solo tres días. “Aquí, si no espabilas, pierdes la oportunidad”, resume Compartir piso se convirtió en rutina: “nacionalidades distintas, normas diferentes y una convivencia que cambia constantemente y adaptarse es obligatorio”, destaca.
Tania Ferrer, española en Dublín
Tania reconoce que, en estos meses, nunca ha llegado a sentirse del todo asentada en Dublín. “No me ha dado tiempo a sentir que este es mi sitio, siempre ha pasado algo”. Aun así, la gente, sus compañeros y amigos, le han dado algo de estabilidad emocional. Por otro lado, confiesa que lo que más le gusta de Dublín es el ambiente europeo, la sensación de oportunidades y el hecho de vivir en un entorno internacional.
Tania mira al futuro y empieza una nueva etapa con ilusión
Tras algunas dificultades, Tania empieza un trabajo nuevo: waitressing en eventos de lujo por toda la ciudad. Lo ve como una oportunidad para crecer y, sobre todo, para vivir Dublín desde otro ángulo.“Me imagino un día a día más dinámico, conociendo gente y sintiendo que por fin estoy estable”, explica. También quiere seguir mejorando el inglés y, si es posible, empezar a disfrutar más de la ciudad.
Tania sabe que los cambios a veces conllevan dificultades y por ello sigue adelante a pesar de los desafíos a los que ha tenido que hacer frente. La joven ha viajado sola por Europa, ha vivido en Estados Unidos, Suecia, Costa Rica, Canadá o Argentina, ha hecho voluntariados, ha cruzado Chile haciendo autostop y ha pasado por 44 países. Irlanda era un sueño pendiente y por ello quiere seguir adelante. “Yo solo quiero seguir viviendo experiencias fuera, mejorar mi inglés y no dejar de aprender. Después de todo, esto es lo que me hace feliz”, concluye.


