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Dámaris Plá Sánchez, farmacéutica: “Una piel sensible se queja, mientras que una reactiva protesta a gritos; en ambos casos las rutinas deben ser sencillas y con activos clave”

Belleza

La experta en Dermofarmacia explica las diferencias entre estos dos tipos de piel y cómo cuidarlas correctamente

Una chica con rosácea en la zona de las mejillas y nariz

Eugene Barmin

La piel puede pasar por diferentes fases que alteran la barrera cutánea, que se deshidrata, se irrita y se vuelve mucho más sensible. Es muy normal que haya momentos puntuales en los que se nota un picor exagerado, tirantez o aparición de rojeces repentinas.

Pero estos cambios lo sufren especialmente aquellas personas que tienen la piel sensible o reactiva, dos condiciones que, aunque se pueden parecer, no son lo mismo. Como afirma la farmacéutica experta en dermofarmacia y cosmética, Dámaris Plá Sánchez, diferenciarlas es esencial para poder cuidarlas correctamente y recuperar el equilibrio cutáneo.

Una piel sensible y una piel reactiva no son lo mismo

Eugene Barmin

“La piel reactiva se describe como una piel con una respuesta exagerada frente a determinados estímulos directos o indirectos como pueden ser algunos ingredientes cosméticos, cambios de temperatura, realizar ejercicio físico, contacto directo con ciertos alimentos o al ingerirlos, e incluso emociones como el estrés”, expone la portavoz de Druni, que argumenta que esta hipersensibilidad se manifiesta de muchas formas, desde picor y escozor a enrojecimiento.

Muchas personas consideran que una piel sensible y una piel reactiva son iguales, pero no es correcto. “Toda piel reactiva es sensible pero no todas las pieles sensibles tienen respuestas como las pieles reactivas”, afirma la farmacéutica, que añade: “Las pieles sensibles serían el término más amplio de esta condición, donde la persona experimenta molestias con distintos estímulos; sin embargo, las pieles reactivas las podríamos catalogar como un subtipo de piel sensible donde las respuestas a estímulos son más intensas y rápidas”.

Toda piel reactiva es sensible pero no todas las pieles sensibles tienen respuestas como las pieles reactivas”

Dámaris Plá SánchezFarmacéutica

Para que el lector lo entienda, Plá Sánchez comparte un ejemplo muy clarificador. “Una persona con piel sensible podría notar, tras usar un nuevo limpiador facial, tirantez en su rostro. Por otro lado, una persona con piel reactiva podría tener enrojecimiento, quemazón o picor tras este primer uso”. En definitiva, “la piel sensible se queja, la reactiva protesta a gritos”.

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Hay muchos factores que provocan esta alteración de la piel, como ambientales, genéticos, enfermedades cutáneas previas o el estrés. También se tiene que ir con mucho cuidado con las sustancias alérgenas e irritantes que pueden alterar la barrera cutánea en solo un uso.

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La farmacéutica agrega que el estilo de vida también influye mucho más de lo que se pueda pensar. “El insomnio o el sueño irregular empeoran la reparación cutánea y la función barrera, pudiendo contribuir a este tipo de condición en nuestra piel”, asegura la experta, que también hace referencia a los alimentos que pueden alterar la microbiota.

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Para cuidar una piel reactiva hay tres pasos clave: reparar la barrera cutánea, calmar la piel y disminuir los estímulos que pueden causar esa reacción. “A nivel de cosméticos, lo ideal sería buscar activos calmantes, hidratantes y reparadores, evitando perfumes, exfoliantes AHA y BHA en altas concentraciones, determinados tipos de alcoholes, etc.”, afirma.

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Si la piel es sensible el enfoque debe ser similar pero con un detalle destacado. “Deberíamos evitar los cambios de productos en nuestra rutina y mantenerlos al menos dos semanas para poder observar la tolerancia de nuestra piel”, aconseja la especialista.

En cuanto a los ingredientes esenciales para reforzar la barrera y calmar la piel hace referencia a activos reparadores como ceramidas, ácido hialurónico, pantenol o glicerina. También se debe apostar por activos calmantes como la niacinamida, centella asiática o caléndula.

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