La confianza puede jugar malas pasadas. Especialmente cuando se trata de comida. Ves un poco de moho en el pan, en una fresa o en la mermelada y piensas que con quitar la parte afectada es suficiente. Error. Lo que no se ve también cuenta, y en este caso, puede ser peor que lo que se ve. Porque los mohos no solo están en la superficie; muchos dejan rastro en forma de micotoxinas que se extienden sin que te des cuenta.
Álvaro Fernández, farmacéutico y estrella de TikTok, es claro al respecto: “Liberan micotoxinas y te puedes intoxicar”. Y no es una exageración. Estas sustancias tóxicas, producidas por ciertos tipos de moho, pueden afectar gravemente la salud si se consumen en grandes cantidades o de manera frecuente.

No, no deberías aprovechar las verduras ni cualquier otro alimento afectado por el moho.
Su efecto varía desde intoxicaciones leves hasta problemas más serios si la exposición es prolongada. La peor parte es que, aunque rasques o cortes lo que ves, el problema puede seguir ahí.
Hay alimentos que se pueden aprovechar y otros que deben tirarse
Aunque no todos los alimentos reaccionan igual. Hay algunos en los que el moho se extiende sin control, y otros en los que se puede salvar parte sin peligro. En la primera categoría están el pan, las frutas blandas y cualquier alimento húmedo, como mermeladas o salsas. En estos casos, no hay discusión: lo mejor es tirarlos.
El pan, por ejemplo, parece inocente, pero su miga es un paraíso para la proliferación del moho, incluso en zonas que a simple vista parecen intactas. Con las frutas como fresas o melocotones ocurre lo mismo: su textura permite que las micotoxinas penetren con facilidad.
Por otro lado, hay productos en los que cortar la parte afectada puede ser suficiente, siempre con precaución. Es el caso de los quesos curados o semicurados, los embutidos secos como el jamón curado, o verduras de textura firme, como zanahorias o coles. En estos alimentos, la baja humedad dificulta que el moho se propague más allá de la superficie, lo que permite retirar la zona afectada y consumir el resto sin problemas.
En definitiva, como explica el experto, no se trata de alarmarse, sino de saber cuándo hay que decir adiós a un alimento sin remordimientos. Si el moho aparece en pan, frutas blandas o productos húmedos, no hay margen de maniobra: van directos a la basura. Porque lo que no se ve también cuenta, y en estos casos, más vale no arriesgarse.