La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha catalogado el síndrome de Burnout como una enfermedad derivada del ámbito laboral, incluyéndolo en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11).
Este trastorno, vinculado al estrés crónico en el trabajo, puede afectar tanto la salud mental como física de quienes lo padecen. La nueva categorización busca dar mayor visibilidad a este problema y facilitar el acceso a bajas médicas e incapacidades.
Los síntomas más comunes del burnout incluyen agotamiento emocional y físico, ansiedad, depresión y disminución del rendimiento laboral. Quienes lo sufren suelen sentirse frustrados, desmotivados y experimentar dificultades para concentrarse.
Profesionales de sumo contacto con el público, ya sea docentes, sanitarios y trabajadores sociales, son especialmente vulnerables, aunque cualquier persona expuesta a una carga de trabajo excesiva y una mala organización puede verse afectada.

Burnout
Entre los factores de riesgo se encuentran la sobrecarga laboral, la falta de control sobre las tareas y la presión constante por alcanzar objetivos poco realistas.
Para abordar el burnout, expertos recomiendan tomar conciencia del problema y establecer límites claros entre la vida personal y laboral. La doctora Neha Sangwan, experta en salud y bienestar, destaca la importancia de escuchar las señales del cuerpo y actuar antes de que el estrés se vuelva insostenible.

Una empleada en una oficina
Un aspecto clave es mejorar la gestión del tiempo, buscar apoyo profesional y adoptar hábitos que favorezcan el equilibrio emocional. Reforzar los límites personales y aprender a delegar tareas son estrategias fundamentales para prevenir el agotamiento.