Hay cosas que preferimos no ver cuando estamos a punto de hacernos unos huevos fritos. Porque sí, todos lo hemos pensado alguna vez: ¿y si al cascar el huevo aparece algo raro? ¿Y si me toca uno de esos con “vida”? Esa mezcla de asco, culpa y desconcierto es justo lo que ha querido explicar Miguel Assal, profesional de emergencias y divulgador en redes sociales, en uno de sus vídeos. En él muestra qué aspecto tiene un huevo fertilizado por dentro, cómo detectarlo y por qué, aunque sea natural, puede removerte un poco por dentro.
Huevos de granja
Miguel Assal muestra cómo se ve por dentro un huevo fertilizado
“Si al abrir un huevo ves esto, debes saber esto”, comienza diciendo, mientras muestra la imagen de un huevo con estructuras internas visibles: “Parece un crecimiento extraño en su interior. Si hacemos zoom, podemos ver la forma de un corazón latiendo, venas y otros órganos desarrollándose. Es el inicio, la creación de un pollito”, explica.
Assal, que acompaña su explicación con imágenes reales del interior del huevo, señala lo rápido que avanza el proceso embrionario: “Se desarrollan muy rápidamente. En cuatro o cinco días, el corazón ya está latiendo y aparece la columna vertebral”. Este descubrimiento, para muchos inesperado, puede generar un conflicto ético o emocional: “Al abrir un huevo así, te va a hacer sentir culpable, es como que le estás quitando la vida”, comenta. Y añade un consejo práctico para quienes quieran comprobarlo sin romper la cáscara: “Si le das luz con una linterna justo al huevo, lo vas a ver mucho más claro”.
Según relata, estos casos suelen darse en huevos procedentes directamente de granja, considerados por muchos como los de mayor calidad. “Esto normalmente puede ocurrir con huevos de granja, los mejores huevos”, afirma. En cambio, en los huevos comprados en supermercados, no es habitual encontrar un embrión en desarrollo: “En los de las tiendas no los vas a encontrar, como mucho la manchita roja color sangre”.
¿Hay riesgo?
¿Se puede comer un huevo fertilizado?
La respuesta corta es sí: un huevo fertilizado es comestible, siempre y cuando no haya comenzado un desarrollo embrionario avanzado y no presente signos de descomposición. De hecho, en muchas culturas, como en algunos países asiáticos, es habitual el consumo de huevos parcialmente desarrollados. No obstante, en Europa y otros países occidentales, esto suele generar rechazo por motivos culturales o éticos.
Los huevos fertilizados solo se desarrollan si han sido puestos por gallinas que conviven con un gallo y si han estado expuestos a ciertas condiciones de temperatura. En el ámbito comercial, los huevos que llegan a los supermercados provienen de granjas donde no hay gallos, por lo que no están fertilizados. Sin embargo, en productos de granja directa o producción doméstica, sí es posible encontrarlos.