Cuando tenemos que tomar una decisión importante en nuestra vida, lo meditamos muy bien. Hacemos una lista mental (o escrita) de ventajas y desventajas de realizar dicha determinación.
Sin embargo, en ocasiones nos guiamos más por nuestro instinto que por nuestros pensamientos. Si sentimos que dicha resolución va a cambiar nuestra vida a mejor, nos lanzamos a por ello.
En el tema de las relaciones sentimentales pasa algo parecido: tiramos más de corazón que de cabeza. Eso es lo que ha explicado Laia Sabaté, psicóloga experta en parejas, en su cuenta de Instagram.
Sabaté escribe en la publicación: “Creo que no hay nada más obsesivo que querer saber si lo que creo es verdad o no. Porque aquí lo importante es lo que pienses tú. Y eso es lo que te está costando más. Tener tu opinión, tu guía interna, tus ideas medianamente claras”.
Cómo arreglar esa situación de desconfianza
Para solucionar este problema, la psicóloga recomienda “trabajar qué es lo que nos ha llevado a este punto de no confianza en lo que sentimos para entender por qué nuestro funcionamiento es este y no otro. Y luego hacer un trabajo profundo de regulación emocional en el que puedo empezar a detectar si tengo miedo y por eso dudo, si estoy enfadada con algo que has hecho y por eso dudo y si lo que pasa es que cuando se me juntan las dos cosas, mi mente explota”.