Mucha gente tiene el champú perfecto, la mascarilla adecuada y hasta el aceite capilar más caro del mercado. Sin embargo, el mayor daño al cabello ocurre justo en el momento menos pensado: mientras se lava. La forma en la que se moja, se masajea o se seca después puede marcar la diferencia entre una melena cuidada y una fibra quebradiza. Todo empieza en la ducha, y no se trata de un detalle menor.
Momento crítico
Cada gesto puede afectar al cabello
La farmacéutica Belén Acero ha explicado en redes sociales que hay un momento especialmente delicado para el pelo durante la higiene diaria. Según detalló, “en el proceso de lavado del cabello es uno de los momentos en los que más se estropea”.
La afirmación no es gratuita: el cabello mojado se vuelve mucho más vulnerable. Por eso es fundamental tratarlo con cuidado en todas las fases del lavado, desde el primer contacto con el agua hasta el secado final.
Antes de aplicar el champú, lo primero es empapar bien el cabello con agua tibia. Saltarse ese paso puede dificultar la distribución del producto y obligar a utilizar más cantidad de la necesaria. Una vez humedecido, el producto debe emulsionarse entre las palmas de las manos para no concentrarlo todo en un solo punto. El cuero cabelludo se puede masajear, pero sin frotar ni restregar el cabello, ya que eso lo vuelve más frágil y puede facilitar su rotura.
Otro paso esencial es el uso de acondicionador. No se trata de un complemento, sino de una parte importante del proceso, ya que facilita el desenredado, suaviza la cutícula y previene el encrespamiento. Tras aplicarlo, se debe aclarar con abundante agua, preferiblemente tibia. Así se eliminan los restos sin alterar la estructura del pelo.
El error más común llega justo al salir de la ducha. Envolver la cabeza con una toalla a modo de turbante genera tensión y favorece la rotura. La alternativa es secar el cabello a toques suaves o usar una toalla de microfibra que absorba la humedad sin arrastrar. El secador, cuando se utiliza, debe aplicarse pronto para evitar que el pelo pase demasiado tiempo mojado, y siempre con temperatura moderada y cierta distancia.
Una secuencia de gestos que, repetidos cada día, terminan dejando huella. Cambiar algunos hábitos no requiere grandes esfuerzos, pero puede evitar muchos problemas a largo plazo.

