Los pelos se caen todos los días. Lo hacen de forma continua, sin seguir una pauta fija, y al mismo tiempo en que otros nuevos van creciendo. Es un proceso constante y sincronizado solo para quien lo estudia: para el resto, puede pasar desapercibido hasta que se llena el cepillo o la almohada. Pero, en realidad, forma parte de un ciclo tan antiguo como la propia piel.
El dermatólogo especializado en tricología Óscar Muñoz Moreno-Arrones explica que la caída diaria no debería ser motivo de alarma, porque “nuestra muda de pelo es diaria”. En esa misma línea, añade que “nuestro ciclo de pelo es asíncrono, lo que significa que, al mismo tiempo, hay pelos creciendo y pelos cayéndose”.
No toda la pérdida es igual
Observar cambios en la densidad es más útil que contar pelos en el cepillo
Aunque no se vea de forma tan evidente como en animales como los gatos o los zorros, los humanos también mudan el pelo. Lo hacen de otra manera. En esos otros mamíferos, la muda ocurre de forma estacional y marcada, con cambios notables en el volumen del pelaje. En las personas, en cambio, la transformación se diluye entre las fases capilares de cada folículo, que no actúan todos a la vez.
No obstante, hay personas que pueden experimentar una caída más acusada en determinadas épocas del año. Al analizar ese fenómeno, el dermatólogo apunta que “en los humanos ha quedado ese atavismo: algunos somos un poco más monos que otros y podemos tener esta pérdida más marcada”. La variabilidad genética y el tipo de cabello hacen que no todas las personas lo perciban igual.
Ese posible repunte en primavera y otoño tiene una explicación en la evolución. Muñoz Moreno-Arrones señala que, en nuestro caso, el pelo tiene una función más bien social o sexual, mientras que “otras especies con mucho más pelo utilizan el pelaje para protegerse del frío o calor”. Esa diferencia marca también el patrón de recambio, que en animales depende más de la temperatura o la luz solar.
La clave para interpretar si una caída es normal o no está en observar si hay zonas despobladas o pérdida de densidad progresiva. Mientras no se aprecien cambios en el volumen general del cabello, no hay razón para preocuparse. La caída diaria forma parte del proceso, aunque no siempre se tenga en cuenta.