En verano, dormir se convierte, para muchas personas, en una verdadera odisea. Ese momento en el que nos metemos en la cama para intentar descansar puede verse empañado completamente por el calor extremo, que no solo puede hacer que no logremos dormir esa noche, sino que también puede arruinar por completo nuestro día siguiente.
Lo cierto es que el insomnio veraniego por culpa del calor no distingue entre edades ni rutinas. Da igual si has pasado el día en la oficina, en la playa o recorriendo la ciudad, al llegar la noche, el calor acumulado en las paredes y en el propio cuerpo convierte el dormitorio en un escenario poco amigable para el descanso, especialmente si no tienes aire acondicionado o algo con lo que intentar sobrellevar mejor la noche.
Además, a esa calurosa incomodidad se suman otros factores típicos de la temporada: noches más largas, cenas tardías, y un ritmo social más activo que altera los hábitos habituales de sueño. Todo ello contribuye a que, sin darnos cuenta, acumulemos un cansancio que arrastramos durante el día, afectando al ánimo, la concentración y el bienestar general.
Los ventiladores ayudan, pues aunque no enfríen y simplemente muevan el aire, ayudan a evaporar el sudor
La psicóloga del sueño, Roser Gort, investigadora especializada en la clínica del Doctor Estivill, asegura que dormir peor en verano es un “hecho demostrado”, pues tanto la temperatura, como la luz, como el elevado ritmo social crean el caldo de cultivo perfecto para que nuestro descanso se vea afectado.

Aunque simplemente muevan el aire, los ventiladores pueden ayudar a descansar mejor, pues ayudan a evaporar el sudor
“La temperatura es terrible, porque fragmenta mucho el sueño, y en verano es muchísimo más elevada que en cualquier otra época del año. Además, los días son más largos, y a nivel hormonal afecta a la melatonina, por lo que cenamos más tarde, hacemos más actividad social… y eso provoca que estemos activos hasta mucho más tarde que de costumbre”, explica.
Para contrarrestar esto, Roser sostiene que es importante aplicar algunos conocidos consejos, como dormir con el aire acondicionado encendido (siempre y cuando la economía lo permita y este no supere los 24 grados) o disponer de ventiladores, pues “aunque no enfríen y simplemente muevan el aire, ayudan a evaporar el sudor”.
Lo mejor siempre es boca arriba y como una estrellita de mar, pero no solo con las piernas, sino a lo grande, porque así el calor se disipa muchísimo mejor
Aún y así, la experta advierte que, aunque mucha gente no es consciente, hay otros muchos consejos que pueden aplicar para revertir el calor y que no realizan, o que incluso realizan, pero de manera errónea, provocando que sean contraproducentes. Uno de los más conocidos es el de darse una ducha antes de ir a dormir, que aunque mucha gente cree que debe ser con agua fría, lo cierto es que lo ideal es que el agua esté templada (de 32 a 35 grados).
“Hay mucha gente que se cree que tienen que darse una ducha fría y en realidad no tienen que darse una ducha fría, tiene que ser tibia, pues son mucho más efectivas para revertir el calor. Una ducha fría provoca vasoconstricción, hace que tus venas se reduzcan de tamaño, acelera el pulso y te da adrenalina. Si lo que quieres es lo contrario, que es la vasodilatación para que tu cuerpo pueda sacar el calor que lleva dentro, necesitas una ducha templada”, explica.

Dormir boca arriba es la mejor postura para combatir el calor
Además, Roser explica que otro de los aspectos que influyen en nuestra rutina de sueño diaria, especialmente en verano, es la posición en la que dormimos. Según la experta, la peor de las posiciones para contrarrestar el calor es boca abajo, pues no deja espacio para la ventilación al estar completamente pegados al colchón. La psicóloga tampoco recomienda dormir en posición fetal, ya que “al estar hecho una bolita, las zonas de contacto se incrementan y el calor se concentra”.
Por ello, Roser asegura que la mejor postura para reducir el calor es boca arriba, con las extremidades abiertas, pues eso favorece que el calor corporal se disipe mejor, ya que el cuerpo puede liberarlo hacia el ambiente más fácilmente evitando zonas de contacto excesivo con el colchón, que retendría el calor: “Lo mejor siempre es boca arriba y como una estrellita de mar, pero no solo con las piernas, sino a lo grande, porque así el calor se disipa muchísimo mejor, favoreciendo un descanso mucho más reparador”, sentencia.