Sonia Díaz, coach especializada en gestión de la ira: “El enfado crece en septiembre, cuando la calma del verano se acaba, y una alternativa es escucharlo antes de intentar calmarlo”

Vuelta a la rutina

Según datos del INE, septiembre es el mes en el que más divorcios se producen, pues la irritabilidad es mucho mayor y la vuelta a la rutina tiene gran parte de culpa

Sonia Díaz, coach y mentora especializada en gestión de la ira y autora de 'Y si me enfado, ¿qué?'

Sonia Díaz, coach y mentora especializada en gestión de la ira y autora de 'Y si me enfado, ¿qué?'

fernando diaz

Tras las vacaciones de verano, la vuelta a la rutina en septiembre siempre se hace dura. Correos acumulados, reuniones que parecen eternas, mochilas listas para el colegio… todo aquello que parecíamos haber dejado atrás durante algunas semanas vuelve con una cuesta más pronunciada que nunca, con las vacaciones de Navidad todavía demasiado lejos en el calendario.

La llamada “depresión postvacacional” no es solo cansancio, es el contraste entre el ritmo pausado del verano y la aceleración repentina que supone septiembre y la tan odiada rutina que trae consigo. A la exigencia laboral se suman los compromisos familiares y la sensación de que no hay tiempo suficiente para nada. Ese choque, explican los especialistas, puede traducirse en irritabilidad, desmotivación o incluso en un enfado que busca ser escuchado antes de ser reprimido.

La coach y mentora especializada en gestión de la ira, Sonia Díaz, explica que, tras el verano, donde abundan las semanas de mayor calma, más tiempo libre y menos exigencias, muchas personas regresan con la expectativa de que podrán mantener esa serenidad todo el año, pero la realidad dista mucho de esa utopía:

“Ni vas a tener el mismo tiempo para ti, ni vas a poder seguir el ritmo del verano, ni vas a quedarte en la cama si tu cuerpo lo pide. Y cuando esa expectativa choca con el día a día, aparece la frustración… y el enfado”, asegura Sonia. 

La vuelta a la rutina, unida a la falta de tiempo que provoca el estrés diario, hace que septiembre sea el mes en que más nos enfadamos

La vuelta a la rutina, unida a la falta de tiempo que provoca el estrés diario, hace que septiembre sea el mes en que más nos enfadamos

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El problema no es el enfado, el problema es no saber qué hacer con él

Sonia Díaz

Según la mentora, autora de Y si me enfado, ¿qué?, otro de los problemas que septiembre trae consigo es que despierta uno de los patrones emocionales más comunes y a su vez peligrosos: callarse las cosas hasta explotar. Para ella, lo que rompe las relaciones no es enfadarse, sino guardar en silencio lo que molesta hasta que todo estalla de golpe:

“Explotas por una tontería, pero lo que sale en realidad es toda la retahíla de cosas que llevas acumuladas. El problema no es el enfado, el problema es no saber qué hacer con él”, asegura.

El contraste entre la calma y las exigencias se evidencia en que las vacaciones suelen intensificar los conflictos no resueltos, lo que convierte a septiembre en el mes con mayor número de inicios de procesos de divorcio. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2024 se registró en España un incremento del 8,2 % en divorcios y separaciones respecto al año anterior. Además, diversos estudios señalan que entre septiembre y octubre se concentra hasta el 45 % de estos procedimientos, reflejando cómo la falta de una adecuada gestión emocional puede terminar afectando de forma decisiva a la vida en pareja.

Entre septiembre y octubre se produce el 45% de los procesos de divorcio

Entre septiembre y octubre se produce el 45% de los procesos de divorcio

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Si el enfado pudiera hablar, diría: no quiero que me calmes, quiero que me escuches y me entiendas

Sonia Díaz

Sonia sostiene que, cuando existe un enfado, no siempre hay que silenciarlo, poner límites o gritar. En ocasiones, el enfado también trae información valiosa que no debe acallarse, también es ceder, escuchar o abrirse a otro punto de vista, y puede disfrazarse de sarcasmo, silencios e incluso de exigirte demasiado.

Por eso, para tratar de gestionar ese enfado que es tan común en septiembre, lejos del típico consejo de “respira y cuenta hasta diez”, la mentora propone una alternativa mucho más realista: escuchar al enfado antes de intentar calmarlo. “Si el enfado pudiera hablar, diría: no quiero que me calmes, quiero que me escuches y me entiendas. Cuando lo escuchas, ya no necesita gritar”, sentencia. 

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