La antropóloga Izanami Martínez ha ofrecido una explicación científica sobre el enamoramiento desde la biología y la evolución humana, asegurando que su base es puramente hormonal y que sus efectos sobre el cerebro pueden compararse con los de una adicción.
“Hormonalmente, el enamoramiento es lo más similar al trastorno obsesivo-compulsivo o a la adicción a la cocaína. O sea, el cóctel hormonal que ocurre en nuestro cerebro nos hace ver a esa persona, o sea, hace que nuestra concentración, nuestro foco se centre a visión túnel. Solo vemos a esa persona. Todo lo que hace esa persona nos parece fenomenal y tenemos además un síndrome de dependencia emocional brutal”, explica detalladamente.
Actualmente se ha alterado el orden natural de las relaciones
El amor y las relaciones de hoy en día
Izanami Martínez sostiene que la atracción es un proceso natural y constante a lo largo de la vida. “A ti te van a seguir atrayendo sexualmente personas toda tu vida. Personas que tienen sistemas inmunitarios que son muy distintos al tuyo”, explica. Según su visión, este fenómeno responde a una función biológica: la búsqueda de descendencia.
“Lo único que tiene esta persona es que su sistema inmunitario es muy diferente al mío. Todo lo demás lo está fabricando mi cerebro para intentar convencerme de que procree con esa persona”, detalla. Por eso, advierte sobre la confusión entre deseo biológico y compatibilidad emocional. “Procrear con esa persona, ceder a mis deseos, sería el equivalente a tener hambre y entrar en un restaurante y comerme la comida de las mesas de la gente”, compara.
Izanami Martínez durante su participación en el podcast de Druni
La antropóloga critica que, en la actualidad, se ha alterado el orden natural de las relaciones. “Antes, primero nos conocíamos, teníamos una etapa de cortejo... pero había un mínimo cortejo de tiempo en el que nos dábamos la oportunidad de conocernos como personas antes que como cuerpos. Ahora eso se ha invertido y el pistoletazo de salida es la relación sexual”, señala.
Para Martínez, esta inversión tiene consecuencias directas en la estabilidad de las relaciones. “No estamos eligiendo nuestras parejas tan bien como las elegíamos antes”, advierte, recordando que la conexión física prematura activa mecanismos químicos que nublan el juicio. “Si lo haces antes, le das al botón de la oxitocina y ya os volvéis locos los dos y se acabó”.
La experta aconseja retrasar el contacto físico para mantener la claridad mental. “Cuanto más aguantes sin intimar físicamente con esa persona, besos incluidos y abrazos incluidos, más tiempo voy a tener para tener la capacidad neuronal de raciocinio necesaria para evaluarla. Y luego ya vamos con todo”, concluye.

