Las personas adultas con TDAH no diagnosticadas ni tratadas pueden llegar a vivir un promedio de 11 años menos que el resto. Así lo asegura el médico psiquiatra Javier Quintero en sus redes sociales, donde a menudo divulga contenido informativo relacionado con el ámbito de la salud.
Tal y como asegura el estudio científico liderado por Russell A. Barkley, 'ADHD Likely Reduces Estimated Life Expectancy by Young Adulthood', los adultos que tienen TDAH no tratado viven hasta 11 años menos que los que no cuentan con esta condición.
El TDAH también puede continuar en la vida adulta afectando a la atención
Según Quintero, esto ocurre porque el TDAH es un factor de riesgo evolutivo: “No solo afecta a la atención, la hiperactividad o impulsividad, sino que puede comprometer funcionamientos claves como la autorregulación, la planificación, la toma de decisiones”, convirtiéndose así en una problemática que afecta a la capacidad para mantener hábitos de vida saludables. Este rasgo derivado del TDAH se traduce en un mayor riesgo de accidentes, mayor consumo de sustancias, peor calidad de sueño, peores hábitos nutricionales y menos controles médicos, afectando así al bienestar de aquellas personas que sufren de esta condición.
Por suerte, el propio estudido de Russell Barkley asegura que los factores mencionados anteriormente son modificables: “Mejorando los hábitos de salud, reduciendo las conductas de riesgo, fortaleciendo la educación y trabajando el autocontrol y la autorregulación se puede conseguir” asegura Quintero en su publicación.
¿En qué consiste el TDAH? ¿A quién afecta principalmente?
El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es una alteración neurobiológica que provoca alteraciones en el aprendizaje y en el comportamiento de las personas. Afecta principalmente a niños y adolescentes, siendo uno de los trastornos mentales más comunes en este grupo de edad, aunque también puede persistir hasta la edad adulta.
Las personas con TDAH pueden tener dificultad para prestar atención, ser hiperactivo y ser impulsivo. En cuanto a los niños, aquellos con trastorno por déficit de atención e hiperactividad pueden presentar una baja autoestima, dificultades en sus relaciones y un rendimiento académico limitado. En algunos casos, los síntomas tienden a disminuir con el paso del tiempo. Aunque ciertas personas no logran superarlos por completo, pueden desarrollar estrategias que les permitan adaptarse.
Si bien el trastorno por déficit de atención e hiperactividad no tiene cura, el tratamiento puede aliviar significativamente sus manifestaciones. Además de ofrecer información y orientación sobre el trastorno, el abordaje terapéutico suele incluir medicación y terapia conductual, por lo que detectarlo y tratarlo a una edad temprana puede mejorar notablemente el pronóstico.

