Hay fechas que parecen pensadas para poner a prueba nuestra capacidad de autocontrol, y el Black Friday es una de ellas. Cada año vuelve en forma de eslóganes repetitivos, con marcadores que indican la ‘hora cero’ y una impresionante campaña de marketing que no hace más que invitarnos a gastar: últimas horas, solo hoy, no te lo pierdas... Y, sin embargo, detrás de ese consumismo extremo hay algo mucho más íntimo y humano que un descuento, algo que las empresas tienen estudiado al milímetro para manipularnos: la forma en que funciona y se fatiga nuestro cerebro.
Roser Gort, psicóloga y colaboradora de la Clínica del Sueño Estivill, experta en sueño pero también en analizar cómo ciertos sesgos afectan a nuestro cerebro, asegura que en Black Friday, igual que sucede con otros muchos aspectos de la vida, cuando nuestra mente está cansada es mucho más vulnerable. “La mayoría de personas cree que en Black Friday el riesgo está en gastar más de lo previsto, pero el verdadero riesgo es comprar desde la impulsividad, desde un cerebro saturado, agotado o estresado”, explica.
Black Friday
El primer enemigo: el anclaje que distorsiona la realidad
Según Gort, el Black Friday llega precedido por semanas de ofertas preparadas al milímetro. En ese contexto, Roser identifica un primer sesgo: el anclaje. “Es muy sencillo: tu cerebro compara un precio con el primero que ve. Si ese precio está inflado, el descuento parece mayor de lo que realmente es”, resume.
Cuando se acerca el ‘Black Friday’, todo tipo de carteles y eslóganes invaden los comercios
Para Gort, el problema no es el descuento, sino el marco mental en el que se produce. “Cuando estamos cansados o sobreestimulados, dejamos de contrastar. Asumimos que lo que vemos es cierto porque no tenemos energía para analizarlo”, afirma. Por eso, recomienda revisar el historial de precios, comparar en dos o tres webs y, sobre todo, no decidir en caliente. “Es la misma lógica que con el sueño: si llegas a la cama con la cabeza llena, no descansas. Si llegas a una oferta con la cabeza agotada, no decides bien”.
Black Friday
La urgencia: el sesgo que enciende la alarma interna
El segundo mecanismo que analiza la psicóloga es el sesgo de urgencia, que es ese miedo tan humano a perder una oportunidad. “Cuando el cerebro cree que algo se agota, activa el sistema de alerta. Tu impulso es actuar rápido, no actuar bien”, describe.
Desde su experiencia como psicóloga del sueño, Gort hace un paralelismo muy claro con cuando nos vamos a dormir preocupados: “Es lo mismo. El cerebro interpreta la preocupación como una amenaza y permanece activo. Por eso cuesta desconectar”. Con las ofertas sucede igual: interpretamos un mensaje comercial como si fuera una urgencia vital, y no lo es.
Antes de comprar, es importante preguntarse si realmente adquiriríamos ese producto si no estuviera en oferta
Su consejo, aunque nos resulte complicado, es simple: parar. Es importante hacer un inventario, revisar si ya tenemos objetos como estos duplicados y preguntarnos si compraríamos ese producto dentro de dos días, cuando ya no exista el supuesto riesgo. “Si la respuesta es no, era la urgencia hablando, no tú”, explica.
Black Friday
Gratificación inmediata: cuando el cansancio decide por ti
El último sesgo es, para Roser, el más silencioso y el que mejor explica por qué compramos peor al final del día: la gratificación inmediata. “Por la noche el cerebro tiene menor capacidad de controlar los impulsos” y las compras son “más emocionales y menos analíticas”, asegura.
Gort afirma que esto es algo que ve constantemente en consulta, haciendo de nuevo un paralelismo entre sueño y Black Friday, dos aspectos que, a priori, podría parecer que no tienen nada que ver: “Cuando estás cansado, la corteza prefrontal, que regula la toma de decisiones, baja su actividad. Entonces, buscas placer rápido, alivio, algo que te dé una sensación de recompensa inmediata”.
Con la cercanía de la Navidad, la gente aprovecha para empezar ya a adquirir los primeros regalos navideños en ‘Black Friday’
Por eso, de noche, cuando bajan los estímulos externos, suben los internos. Y si no estamos entrenados para gestionarlos, la impulsividad se abre paso. “Por eso recomiendo no comprar de noche. Igual que no recomiendo resolver problemas en la cama”, explica. Para evitar caer en esto, su propuesta es simple, y se basa en revisar el carrito por la mañana, cuando nuestro cerebro está mucho más descansado. “Un cerebro descansado ahorra dinero. No es una metáfora, es literal”, asegura.
Black Friday
Una mirada más amplia: no es el ‘Black Friday, somos nosotros’
Por último, la psicóloga matiza que, aunque lo pueda parecer, “el Black Friday no es el enemigo”, sino que el enemigo es no entender cómo funciona nuestra mente. Las ofertas, dice, no desaparecerán, pero sí podemos cambiar la forma en que las miramos.
Del mismo modo que en su famoso “truco de la libreta” pedía vaciar la mente antes de dormir para no llevar las preocupaciones a la cama, ahora invita a vaciar la ansiedad antes de comprar, detenerse un segundo y darle espacio al descanso y a la reflexión. “Cuando entendemos lo que nos pasa, dejamos de actuar desde la urgencia y empezamos a elegir desde la calma”, sentencia.

