Montse Morales, interiorista, sobre los muebles de nuestras abuelas: “Manteles bordados o vajillas florales se integran con naturalidad”
Detalles de antaño
Conservar joyas familiares puede hacer que nuestra casa se transforme en hogar; la interiorista Montse Morales desvela los mejores consejos para que piezas de nuestras abuelas tengan un lugar único en todas las estancias
La interiorista Montse Morales
“Cada espacio se diseña buscando un profundo vínculo con la identidad de los clientes, garantizando refugios únicos donde estar, vivir y trabajar con plenitud”, cuenta la interiorista Montse Morales. La especialista fundó en 2019 el estudio Montse Morales interiorismo, centrado en aportar a espacios, sentido de bienestar y funcionalidad.
Hoy nos desvela cómo piezas o muebles con los que hemos crecido pueden añadir a nuestro hogar una atmósfera más íntima y personal. Y es que podemos conseguirlo a través de esa vajilla que era la favorita de nuestra abuela o la máquina de coser que coronaba su sala de estar; solo necesitamos buenos consejos para lograrlo.
Madres y abuelas
Muebles del pasado
¿Qué elementos decorativos típicos de las casas de nuestras abuelas están volviendo con más fuerza y por qué crees que nos atraen tanto?
La tendencia actual en interiorismo busca lo que yo llamo calma activa: hogares que transmiten serenidad sin ser vacíos, donde cada objeto aporta sentido y reduce la ansiedad visual. En este contexto, regresan elementos que evocan las casas de nuestras abuelas, como la madera encerada, el cristal tallado o las sobremesas sin pantallas, porque despiertan memorias felices y nos reconectan con un pasado entrañable.
Este retorno no es solo estético, sino profundamente emocional. Los detalles heredados del ayer nos atraen porque activan recuerdos de infancia y afecto, convirtiendo el hogar en un espacio biográfico que acompasa la vida y refuerza nuestro bienestar.
En el comedor de una casa de obra nueva en Ciutadella (Menorca), la mesa y el banco antiguos aportan carácter y elegancia
¿Cómo podemos reinterpretar piezas antiguas -como manteles bordados, vajillas o muebles clásicos- para que encajen en una casa moderna sin que parezca un museo?
Como interiorista considero que la clave no está en replicar el pasado, sino en darle una nueva vida. Los manteles bordados, vajillas florales o muebles clásicos se integran con naturalidad cuando los tratamos como piezas vivas que dialogan con el diseño actual, aportando armonía sensorial sin convertir la casa en un museo.
- Cambiar el contexto: un mantel antiguo junto a cerámica minimalista cobra nueva fuerza.
- Paletas serenas: tonos neutros, tierra o piedra permiten que los objetos respiren.
- Restaurar con criterio: actualizar un mueble sin borrar su esencia, lo transforma en contemporáneo.
Así, memoria y modernidad se entrelazan para crear ambientes ricos en matices y emociones, donde cada objeto suma.
¿Qué textiles tradicionales (puntillas, ganchillo, tapetes, colchas artesanales) recomendarías rescatar y cómo darles un uso contemporáneo?
Los textiles tradicionales son más que decoración: representan nuestra historia y una memoria táctil que hoy cobra nuevo valor. En un tiempo donde lo artesanal y los tejidos naturales se revalorizan, puntillas, ganchillo, tapetes o colchas se convierten en piezas que aportan calidez y autenticidad, creando hogares con alma donde lo afectivo y lo contemporáneo se acompañan en equilibrio.
En su propia casa, la interiorista Montse Morales apuesta por incorporar muebles de otras épocas. En el patio, coloca una mesa de comedor y un banco en madera de almoneda
Integrarlos de forma contemporánea significa darles nuevos escenarios: puntillas en cojines neutros, plaids en ganchillo sobre sofás minimalistas e incluso tapetes convertidos en originales composiciones murales. Así, estos tejidos cargados de tradición se convierten en acentos actuales que enriquecen la atmósfera con textura, memoria y calidez.
¿Qué tipo de mueble antiguo heredado merece la pena restaurar sí o sí, y cuáles es mejor dejar atrás por funcionalidad o espacio?
Una de mis piezas favoritas para restaurar son las mesas de comedor, porque concentran la vida doméstica y tienen esa madera noble que aporta elegancia. También merecen una segunda vida los aparadores y vitrinas bien estructurados, las butacas sólidas que se retapizan con lino o terciopelo, las cómodas versátiles y los espejos con marcos trabajados que amplían la luz y la profundidad del espacio. Son muebles que, reinterpretados con criterio, siguen siendo funcionales y llenan el hogar de sentido.
En su propia casa, la interiorista Montse Morales apuesta por incorporar antigüedades. En la cocina, coloca una vitrina que ha significado pintándola de negro
En cambio, conviene dejar atrás los muebles excesivamente voluminosos y las piezas incómodas o deterioradas. Siempre que no exista un fuerte valor emocional para sus propietarios, recomiendo desprenderse de ellos para preservar la armonía del hogar.
¿Cómo podemos incorporar el “aroma emocional” de nuestras abuelas -sus colores, sus costumbres, sus detalles- sin caer en un estilo excesivamente vintage?
El verdadero legado de nuestras abuelas no son los muebles que guardamos, sino la forma en que aprendimos a habitar la vida. Incorporar su “aroma emocional” significa reinterpretar colores, rituales y pequeños gestos con mirada contemporánea, creando hogares que transmitan calma y afecto sin caer en la escenografía vintage.
En uno de sus proyectos, Montse Morales recupera un mueble de recibidor antiguo y lo transforma en un elegante bajolavabo
Habitar ese legado hoy significa traducirlo en gestos sencillos: preparar la mesa con un mantel de lino, aunque sea un día cualquiera; usar vajilla heredada mezclada con piezas actuales; elegir paletas cromáticas que evoquen serenidad o colocar flores secas y aromáticas en rincones estratégicos. Son detalles cotidianos que, más que decorar, construyen atmósferas vivas donde la memoria se convierte en bienestar presente.
¿Qué errores se cometen al intentar mezclar objetos antiguos con decoración actual y cómo evitarlos para que el conjunto tenga coherencia?
El error más común al mezclar objetos antiguos con decoración actual es acumular piezas sin criterio, lo que convierte la casa en un “museo ruidoso”. También es un desacierto reproducir literalmente un pasado que ya no se habita. Otro fallo frecuente es no usar las piezas por miedo a dañarlas, sacralizándolas en vitrinas.
¿Y los aciertos?
Los aciertos al integrar muebles antiguos en hogares contemporáneos pasan por convertirlos en protagonistas discretas y con intención. Una mesa de comedor heredada, un aparador con nueva vida o un espejo trabajado en el recibidor aportan carácter y calidez sin necesidad de llenar el espacio de antigüedades. Considero interesante elegir solo una pieza focal por estancia.
Cuando la propietaria de este piso en Barcelona quiso una decoración moderna, no obstante, en el recibidor quiso conservar el mueble secreter antiguo que tiene en gran estima
Otro aspecto que me encanta es dar nuevos usos a las piezas heredadas o adquiridas en anticuarios: una cómoda convertida en mueble de baño, un fregadero de mármol reinterpretado como sofisticado lavamanos o una mesa tocinera transformada en isla de cocina. En una época marcada por la cultura del “usar y tirar”, recuperar y reinterpretar muebles heredados o de anticuarios no solo aporta carácter y emoción al hogar, sino que también se convierte en una opción profundamente sostenible.
¿Qué pequeños detalles o rincones inspirados en nuestras abuelas pueden aportar más alma a una casa: un aparador, un costurero, una repisa con fotos, un rincón de lectura...?
Como interiorista creo que el verdadero valor está en el interiorismo emocional: no se trata de acumular objetos antiguos, sino de rescatar aquellos que llevan consigo una historia, ya sea heredado o, por ejemplo, encontrados con cariño en un mercadillo de la Provenza francesa o El Rastro madrileño. Son piezas que transmiten afecto y autenticidad, capaces de transformar un rincón en un espacio con alma y de conectar la casa con la memoria personal de quienes la habitan.
Un aparador con fotografías familiares o un costurero que guarda pequeños tesoros son ejemplos de cómo lo emocional se traduce en espacios vivos y actuales
Un aparador con fotografías familiares, un costurero que guarda pequeños tesoros o un rincón de lectura cálido y sereno equipado con una mecedora antigua son ejemplos de cómo lo emocional se traduce en espacios vivos y actuales. No es la nostalgia lo que da fuerza al hogar, sino la manera en que la historia se integra en el presente. Porque al final, una casa con alma no se mide por lo que contiene, sino por lo que nos hace sentir.