Duelo artístico en la Galleria Borghese: la escultura de Wangechi Mutu reta al barroco de Bernini

Arte

La artista keniana-estadounidense hace rimar sus creaciones con las obras de la Galleria Borghese en la exposición ‘Black soil poems’ y obliga a los visitantes a mirar de otra manera el arte clásico y los roles comúnmente asumidos

Retrato de Wangechi Mutu n su estudio de Nairobi, adonde regresó en el 2015  aunque mantiene su lugar de trabajo en Brooklyn

Retrato de Wangechi Mutu en su estudio de Nairobi, adonde regresó en el 2015 aunque mantiene su lugar de trabajo en Brooklyn

Khadija Farah

Para quienes crecimos convencidos de que los mármoles de Bernini eran la cima de la belleza en el barroco, entrar ahora mismo en la Galleria Borghese y verlos confrontados con las obras de Wangechi Mutu es a la vez un shock y un soplo de aire fresco en el tórrido verano romano.

Estremece, por ejemplo, ver como se encara con el Rapto de Proserpina de Bernini en la sala de los Emperadores, donde Mutu ha colgado Prayer, un sencillo y gigantesco collar de cuentas que vuela sobre la estatua a modo de palio. Está hecho de tierra, cera, madera y pigmentos naturales que retan en nobleza a la piedra de Carrara, y el trabajo de cuentas ensartadas, femenino, infantil, al flotar sobre la violencia de la escena del secuestro, pues eso es lo que le está haciendo el hermoso dios Plutón a la mujer, ejerce una magia que intenta protegerla del bruto enajenado.

Pero Mutu no cancela al rey del Averno, con lo fácil que sería: obliga a mirarlo de otra manera.

Ver confrontadas las obras de Mutu con los mármoles de la Galleria Borghese es a la vez un shock y un soplo de aire fresco

En la misma sala, a un lado, dos cabezas de bronce, las Older sisters, son otra imagen de sororidad y con sus elaborados peinados étnicos dan respuesta cultural y de género a los bustos de los poderosos emperadores que dan nombre a este espacio. La mesa que las soporta, cubierta con un espejo, permite al observador comparar estas “hermanas mayores” con cualquier elemento presente en la sala; al otro lado, los cuernos semipulidos con raíces de Underground hornship apelan a la voluntad y la posibilidad de penetrar a la vez en la tierra y en el conocimiento.

Wangechi Mutu (Nairobi, 1972) es la primera mujer viva que expone en las augustas salas de la Borghese. Pintora, escultora y artista visual con taller en Nueva York y Nairobi, Mutu hizo sus primeros estudios en su país natal y cursó la enseñanza secundaria en el UWC Atlantic College de Gales, donde también se han formado, por ejemplo, la princesa Leonor y la infanta Sofía. Realizó en Estados Unidos su formación artística, así como sus estudios de antropología, claves para entender su obra, que aborda marcos sociales, raciales y de género. Y su presencia en la galería romana, además de con la calidad innegable de su obra, tiene que ver con la nueva línea de la institución, como explica Francesca Cappelletti, la directora.

La sala de los Emperadores de la Borghese, con ‘Older sisters’ en primer plano; detrás, ‘El rapto de Proserpina’; arriba, ‘Prayer’ bajo los frescos de Mauricio Rossi

La sala de los Emperadores de la Borghese, con ‘Older sisters’ en primer plano; detrás, ‘El rapto de Proserpina’; arriba, ‘Prayer’ bajo los frescos de Mauricio Rossi

AGOSTINO-OSIO / Galleria Borghese

“Me interesa tener un diálogo entre los maestros antiguos de la galería y los artistas contemporáneos centrado en cómo se relacionan la poesía y las artes plásticas. Con Mutu, estaba muy interesada en su forma de escribir en el suelo usando materiales que no son los que se usan para el arte, como el café y el té”. Cappelletti se refiere a War, un monumental grafiti hecho con restos vegetales que reproduce la canción homónima de Bob Marley y que Mutu ha plantado sobre los mosaicos romanos que representan las luchas de gladiadores contra fieras traídas de África, recordando con la poesía que la explotación colonial ni es cosa de ahora ni está por acabarse. Por cierto, si no van a verla, se perderán el delicado aroma que desprende esta bendita blasfemia contra la arqueología.

En cuanto a que Mutu sea la primera mujer viva que expone en la Borghese, Cappelletti habla de deudas históricas: “Cuando llegué aquí en el 2020, muchos visitantes me preguntaban por qué había tan pocas mujeres expuestas. Y la respuesta era simple: podíamos mostrar solo lo que teníamos en el almacén: algunas pinturas de Lavinia Fontana, de Fede Galizia y Sofonisba Anguissola, y lo primero que hice fue subrayar esa presencia. Luego, el año pasado, tuvimos una exposición de Louise Bourgeois. Y ahora, con Wangechi Mutu, la idea es usar este espacio de manera diferente. Toda su obra está suspendida o en el suelo”.

Desde el principio estuvimos muy interesadas en que la exposición se pudiera ver incluso sin adquirir un ticket”

Cloe PerroneComisaria

El alarde técnico que ha supuesto colgar las obras sin dañar ni uno solo de los protegidísimos muros y techos del palacio del cardenal Scipione Caffarelli Borghese merece mención aparte: ni siquiera la colocación de las decenas de pelotas de Suspended playtime en el salón Lanfranco ha requerido clavar una triste alcayata, todo se ha hecho aprovechando la estructura existente y gracias al uso de materiales livianos, aunque el aspecto de las obras, por magia de la estética, pueda ser de gravidez. El mérito es de los técnicos, pero también del comisariado de Cloe Perrone.

“Este proyecto comenzó hace mucho tiempo, algo necesario para reflexionar sobre cómo entrar en un espacio que está tan connotado, por sus decoraciones y sus historias —explica Perrone—. Así que elegimos trabajos, y Mutu creó un gran número de nuevas obras”, como los siete pájaros (Ndege) que reciben a la entrada, justo después de pasar entre Las sentadas —dos cariátides liberadas de trabajo arquitectónico y revestidas de dignidad y poder— y contemplar el breve audiovisual The end of eating everything, que reflexiona sobre los excesos del consumo.

La escultura 'Troned’

La escultura 'Troned’

Galleria Borghese

“Desde el principio estuvimos muy interesadas en salir del museo, en que la exposición se pudiera ver incluso sin adquirir un ticket; por eso las obras más monumentales están en los jardines y en la fachada”, continúa Perrone, en referencia también a los cuatro bronces que se han instalado en los jardines, impactantes figuras que se mueven entre la mitología, la poesía y el afrofuturismo.

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Pero por impresionantes que sean estas dos docenas de obras vistas por separado, lo que tiene más valor en Black soil poems es el juego que Mutu y la Borghese han establecido y que se aprecia en el baile entre el David de Bernini –el hombre a punto de cambiarlo todo de una pedrada– y el collage Subterranea falling flames –la mujer y el pájaro en plena fusión-metamorfosis, radical, pacífica y creadora a un tiempo–; o en Bloody rug, una doméstica alfombra que en su apacible comodidad acoge y muestra el resultado sangriento de un acto de violencia, mientras sobre ella La caza de Diana de Domenichino nos habla de otra violencia: para quien no conozca el mito que inspiró el cuadro, baste decir que incluye intromisión en la privacidad femenina y venganza sangrienta. En cada sala, Mutu lanza preguntas sobre la belleza, la naturaleza de la poesía y la vigencia de los roles comúnmente asumidos.

No dejen de visitar esta exposición, pero, antes de entrar, cámbiense las gafas.

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