Empecemos por el principio, ¿cuánto dinero hay que tener para ser ultrarrico? En el mundo financiero existe un término específico para definir a estas personas: ultra-high-net-worth individuals -individuos con un patrimonio neto ultra alto, UHNWIs por sus siglas en inglés-.
Son personas cuyo patrimonio neto –activos menos deudas– supera los 30 millones de dólares. Según la clasificación anual de Forbes, en 2024 había 2.781 ultrarricos en el mundo. Según Forbes en España había en 2024 29 individuos en esa categoría.
Luego estarían los millonarios, son los que poseen un millón de dólares sin contar el valor de su residencia principal. Según los estudios de Capgemini y del banco UBS, esta élite la conforman alrededor de 22,8 millones de individuos. La mayoría se concentra en Estados Unidos -6,7% de la población-, seguido por China -0,4% de la población- y por Francia -2,8% de la población-.
En España los millonarios representan el 2,4% de la población y se concentran en Madrid y Barcelona
Por otra parte, en España los millonarios representan el 2,4% de la población, se concentran en Madrid y Barcelona y tienen segundas residencias en la costa y en Baleares.
Los ultrarricos disfrutan de una gran movilidad, viajan tanto por trabajo como por placer, y Francia y España sueles ser dos de sus destinos favoritos. Todo esto para concluir que no sería tan raro tener un encuentro, seguramente casual y muy fugaz, con un ultrarrico o con un millonario, aunque no sea tan fácil reparar en ello.
¿El dinero y el privilegio a manos llenas los hace realmente tan diferentes del resto de la humanidad? Esta es una pregunta que se ha intentado responder muchas veces, no sin cierta dificultad, entre otras cosas porque no es fácil conseguir que estas personas que lo tienen todo se sometan voluntariamente al escrutinio de las ciencias sociales.

Volar en jet privado denota un estatus inalcanzable para una gran mayoría
En 1926 un joven F. Scott Fitzgerald que acababa de publicar El Gran Gatsby pero aún no había probado las mieles de la fama y el dinero describía así a los privilegiados de este mundo: “Voy a hablarles de los muy ricos. Son diferentes a ustedes y a mí. Desde pequeños poseen y disfrutan, y eso les afecta: los vuelve blandos donde nosotros somos duros, y cínicos donde nosotros somos confiados, de una manera que, a menos que hayáis nacido ricos, nunca conseguiréis entender. Creen, en el fondo de su corazón, que son mejores que el resto de los que hemos tenido que descubrir por nosotros mismos, las retribuciones y bondades de la vida. Incluso cuando se adentran en nuestro mundo, o se hunden por debajo de nosotros, siguen creyéndose mejores. Son diferentes”.
La reflexión fue el origen de una falsa polémica con otro escritor, Ernest Hemingway, que supuestamente le habría contestado que lo único que hacía diferentes a los muy ricos del resto de la humanidad era el dinero, más bien las grandes cantidades de dinero de las que disponían. Esa conversación apócrifa se convirtió en un diálogo de la novela Las nieves del Kilimanjaro, donde Hemingway se cita al “pobre F. Scott Fitzgerald” al que se acusa de creer que los muy ricos pertenecen a “una raza glamurosa”.
Veamos si la ciencia ha podido demostrar que los muy ricos son diferentes...
En 2018 un grupo de investigadores alemanes se interesaron por los rasgos de la personalidad de los ultrarricos, e iniciaron una investigación pionera en este campo. Se trataba de un equipo de seis economistas y psicólogos de la Universidad de Münster, Mainz y Berlín que entrevistaron a 130 individuos muy ricos para dibujar su perfil psicológico y compararlo con la población general. O sea, con nosotros, los normales.
Economistas y psicólogos de universidades alemanas entrevistaron a 130 individuos muy ricos para dibujar su perfil psicológico
En 2022 otro estudio del Instituto Alemán de Investigaciones Económicas de la Universidad Westphalian Wilhelms también comparó los rasgos psicológicos y personales de 1.125 millonarios alemanes con el resto de sus compatriotas con ingresos normales.
Ambos trabajos emplearon el modelo Big Five -los cinco grandes- que estudia y compara la conciencia -cuán organizada, puntual, persistente y orientada a objetivos es una persona-; el perfil neurótico -la estabilidad psicológica de un individuo, si es ansioso o inseguro-; la amabilidad -cuánto se preocupa esta persona por la armonía social y si está o no dispuesta al conflicto-; la extroversión-su habilidad para relacionarse y su compromiso con el mundo que la rodea-, y su apertura a nuevas experiencias.
Ambos estudios coincidieron en que las personas muy ricas eran más organizadas y estaban más orientadas a determinados objetivos, es decir tenían más conciencia, estaban más abiertas a vivir nuevas experiencias, eran más extravertidas y menos tímidas que el promedio de la población general, eludían menos el conflicto y psicológicamente eran más estables.
El doctor Rainer Zitlemann, experto en historia y sociología y autor del libro The Wealth Elite, también ha intentado dibujar el carácter de las personas que heredan o que consiguen hacer mucho dinero a lo largo de su vida. Para su libro sostuvo largas entrevistas, de entre una y dos horas, con varios ultrarricos y también usó el modelo Big Five que le lleva a coincidir con los científicos alemanes: también según su estudio estas personas son menos neuróticas, más conscientes, más abiertas a nuevas experiencias y más introvertidas que la población general.
En general, según Zitlemann, los superricos son inconformistas y les encanta ir contracorriente -probablemente porque ignoran las consecuencias de llevar la contraria a los poderosos, de hecho, son ellos los poderosos-. Además, afirma el estudio, afrontan los fracasos y las derrotas culpándose a sí mismos no al gobierno ni a la sociedad

Imagen aérea de Ithaafushi, la isla privada de Waldorf Astoria en Maldivas, solo accesible para los más acaudalados
Este estudio no encontró ninguna correlación entre el rendimiento escolar universitario y el éxito financiero. Para los muy ricos, dice el trabajo, es más importante la intuición que el conocimiento académico. Además, advierte de que todos los ultrarricos no tienen la misma relación con el lujo, para algunos la búsqueda de experiencias exclusivas o de productos caros es un factor clave de su identidad, para otros es una cuestión irrelevante.
Lo que realmente motiva a los individuos con mucho dinero, según esta última investigación, no es ganar más dinero como tendemos a pensar, sino la conquista de la libertad y la búsqueda de la independencia. Quieren decidir si trabajan o no, y si lo hacen, en qué, con quien hasta cuándo y dónde.
Este estudio no encontró ninguna correlación entre el rendimiento escolar universitario y el éxito financiero
Aunque las investigaciones sobre cómo son los superrricos y si son tan diferentes al resto de la humanidad están en una especie de infancia académica, también hay científicos interesados por saber cómo percibimos el resto de los mortales a los grandes privilegiados de este mundo.
En este contexto se realizó una encuesta en once países de Europa y Asia y en Estados Unidos que reveló que en Europa Occidental, especialmente en Francia y Alemania, se sentía una envidia social muy profunda hacia estas personas. En Japón, Corea del Sur y Vietnam, en cambio, tenían una imagen particularmente positiva de los ultrarricos a quienes consideran modelos de aprendizaje y ejemplos a seguir, en lugar de objetos de resentimiento.
Diez años después del ensayo de Fitzgerald, Hemingway escribió en la revista Esquired: “Los ricos son aburridos y beben demasiado o juegan mucho al backgammon. Son aburridos y repetitivos”. Lo que demuestra que si los ultrarricos son diferentes nosotros, cuando los percibimos a ellos, también.