Alguien abre la puerta del taxi al tiempo que esboza una sonrisa. Se escucha un: “buenos días, madam”. Escaleras y paredes de mármol, varios botones, un portero, detalles que nos anticipan lo que está por venir. En la recepción, un aparador con un montón de flores frescas, también hay un piano. La sorpresa llega detrás de un muro divisorio, de un lado, se exhibe una marquetería de latón y aluminio firmada por el artista Charles Kalpakian; del otro, un aparador lleno de plantas y hojas verdes con un acuario que transforman el espacio en un pequeño oasis interior.
Mármol, geometrías exuberantes, cobres y flores en cada rincón. Dicho así, podría parecer excesivo, la verdad es que no lo es. Todo resulta elegante.
El Royal Mansour de hoy conserva el alma del primer cinco estrellas del país
El Royal Mansour de hoy conserva el alma del primer cinco estrellas del país -un edificio art déco levantado en los años cincuenta- que acogió a una selecta clientela internacional en busca del exotismo y confort marroquí. Si hubiera que ponerle música, sonaría sin duda Night and Day de Cole Porter.
En 2015 cerró para ser reformado. Desaparecieron las ocho plantas originales diseñadas por Émile-Jean Duhon, y fueron los estudios de arquitectura Patrick Génard Asociados, de Barcelona, y Karim Chakor, de Rabat, los encargados devolverle su brillo de antaño, quizás incluso más al adaptarlo a los tiempos modernos.

Recepción del hotel Royal Mansour Casablanca
Hoy, este hotel de la familia real marroquí busca seducir a todo aquel que quiera vivir Casablanca como si fuera huésped del mismísimo rey. Aquí todo es grandioso y opulento, sí, pero también cercano. Podría decirse que el personal es como una gran familia, y eso se nota, independientemente del lujo y la exclusividad, el toque personal es lo que marca la diferencia. Son los grandes amfitriones de este establecimiento.
La visita continúa. A un lado de la recepción, cuatro ascensores dorados se elevan hacia las 23 plantas. Los detalles no pasan desapercibidos: paneles esféricos de inspiración art déco, ventanales que se abren a la ciudad, moquetas mullidas, maderas oscuras y destellos dorados que acompañan en cada pasillo. Una sencilla tarjeta de madera actúa como llave de contacto, se accede a las habitaciones, de entre 45 y 130 metros cuadrados. Una vez dentro, el diseño retro nos hace retroceder a otra época.

Un pequeño rincón de descanso dentro de la habitación
Hay un pequeño recibidor que conduce a armarios espaciosos (con plancha incluida). En un rincón, una cafetera Nespresso forrada en piel, agua, té, minibar. Todo cambia según la categoría de habitación, pero lo que nunca falta son las flores. Tampoco los pequeños detalles pensados para hacer la estancia del huésped más agradable: enchufes ocultos, cortinas que se abren con un botón, cama enorme repleta de cojines a elegir, una bandeja con frutos secos y fruta fresca de bienvenida.
El baño es otro capítulo aparte. Más que un baño, parece un hamam privado. Mármol blanco con vetas, una gran bañera, ducha independiente y aseo tras puertas de cristal cromado. Albornoces de D. Porthault Paris, zapatillas árabes terminadas en punta, amenities que huelen de maravilla de marocMaroc y Leonor Greyl. Y por tener, tiene hasta un secador de pelo Dyson.

Vista del salón de la Suite Royal
Y todavía hay más. En las plantas superiores se encuentran las suites dúplex y tríplex. Más arriba, los apartamentos privados, que se inspiran en la moda, la literatura, la música y el cine, con superficies de entre 150 y 220 metros cuadrados. Y como broche final, la Suite Royal: 1.200 metros cuadrados de pura fantasía, con gimnasio, spa, comedor, cuatro habitaciones y una sala de estar inmensa con vistas panorámicas de Casablanca.
Santuario de bienestar
El spa del Royal Mansour Casablanca no es un simple spa. Es un santuario. Dos plantas enteras, 2.500 metros cuadrados dedicados por completo al bienestar. Nada más llegar, el personal recibe al huésped con una taza de té y un dulce. Luego, antes de empezar, se completa en una tablet un pequeño cuestionario con las preferencias personales. Es un ritual discreto pero importante, porque asegura que cada tratamiento sea único, hecho a medida.

Un te y una pasta antes de culquier tratamiento
Cuenta con cabinas dedicadas a tratamientos faciales y corporales, un baño hammam que invita a la purificación, un gimnasio completamente equipado y una sala exclusiva para yoga. Todo diseñado para que mente y cuerpo se reconcilien. El secreto está en las manos expertas de los profesionales, capaces de hacer olvidar el mundo exterior en cuestión de minutos. Y además, los productos elegidos son de las firmas más prestigiosas: marocMaroc, Bellefontaine Switzerland, Subtle Energies, Proverb y Leonor Greyl Paris. Una carta de lujo que garantiza excelencia en cada sesión.
Cuenta también con un gimnasio, servicio de peluquería y servicio de peluquería.
Alta gastronomía
La propuesta culinaria del Royal Mansour Casablanca es un capítulo aparte. Aquí no hace falta salir del hotel para comer como un rey: sus cuatro espacios gastronómicos, todos distintos, todos sorprendentes, se han convertido en parada obligada para quienes visitan la ciudad.

Patrio central lleno de vegetación y árboles que dan un respiro a la ciudad
Alrededor del patio central, que funciona como un pequeño oasis con árboles, monsteras y una vegetación exuberante, conviven con mesas, sofás y parasoles que invitan a quedarse. Allí se encuentran dos de las joyas del hotel. Por un lado, La Brasserie de Eric Frechon, chef con tres estrellas Michelin, que revisita los grandes clásicos franceses. Por otro, el Sushi Bar de Keiji Matoba, donde cada plato japonés es tan delicioso como visual. Su espacio es espectacular: una barra central rodeada de taburetes permite observar el trabajo de los chefs en vivo, mientras una lámpara de vidrio soplado, adornada con flores de cerezo en tonos azul y blanco, recuerda inevitablemente a Japón.
En lo más alto, en la planta 23, espera La Grande Table Marocaine, dirigida por Karim Ben Baba. Allí, la tradición marroquí se saborea en toda su riqueza: tajines, ensaladas, pastillas y la clásica harira conviven con recetas más actuales. Todo acompañado de un telón de fondo inigualable: la ciudad de Casablanca extendiéndose hasta perderse en el horizontedel océano Atlántico.

La Grande Table Marocaine en la planta 23 es un espectáculo gastronómico y visual
También en las alturas se encuentra Le Rooftop, el espacio más relajado y cosmopolita. Aquí brillan las tapas y los cócteles al caer la tarde, aunque por la mañana se transforma en un lugar perfecto para desayunar. Café, infusiones, platos calientes a la carta, frutas frescas, yogures, pastelería delicada…
El Royal Mansour no es solo un hotel, es la puerta de entrada a la Casablanca más vibrante y moderna. Días perfectos y noches interminables esperan a quienes decidan dejarse llevar por la energía de esta ciudad.
Dónde
Avenida de las Fuerzas Armadas Reales, 27, Casablanca