“No dejo de oír que Yves está sufriendo, pero no se puede sufrir y lanzar la misma colección cada seis meses”. Fue una confesión de Karl Lagerfeld a Vanity Fair en 1992 que levantó ampollas por su crudeza. Revivió cuando la periodista Marie Ottavi la relató en francés en su biografía del diseñador, a quien en ese momento “ser odiado no le molesta lo más mínimo”. Los detalles eran jugosos. La investigación, minuciosa.
Sin embargo, historias como estas, junto con la biografía junta de Alexander McQueen y John Galliano, llevaron a Martín Torres, cofundador de Editorial Superflua, a sentirse frustrado al no poder leer los libros de sus ídolos en castellano. “Leyendo la prensa extranjera te enterabas de que salía tal libro o tal otro. Y pensé: ‘Bueno, ya me espero a que lo traduzcan y lo publiquen en España. Y jamás sucedió’”. No fue hasta que Torres y Pau Masaló intervinieron que el editor sintió que esa información encontraba un hogar en castellano.
Bolsa Editorial Superflua
“Los libros necesitan su lugar, pero no expandirse por toda la casa”
Un piso modernista de Eixample resultó ese hogar. La entrada de la sede de Superflua Editorial se abre en dos alas: la que da a la calle y la que da al patio interior. A la derecha hay una enorme sala de estar que, casi sin muebles, no ofrece un lugar obvio en el que estar. Tampoco se ven libros por ninguna parte. “Nunca pondría una estantería en ese espacio”, explica Torres. “Los libros necesitan su lugar, pero no expandirse por toda la casa. Si hay libros en un sitio, ya no me voy a relajar”.
El otro lado de la casa es donde ocurre el trabajo. Los libros se desbordan de las estanterías y se apilan en una habitación diáfana. Hoy, explican, el apartamento está más ordenado de lo que ha estado nunca. Sobre cómodas y escritorios se amontonan artefactos: figuras de cerámica, un exvoto con la forma de un intestino y un premio Max para Ciutat dormitori, la obra que hizo Masaló el año pasado. Es él quien defiende estos objetos; transmite que si fuera por Torres todos estarían en cajas.
Los recuerdos que adornan la casa provienen del pueblo, de viajes literarios e incluso de la calle
Los recuerdos son testimonio de ocho años en el mundo editorial, que comenzaron con un salto al vacío inspirado en el amor de Torres por la moda y la literatura. “Llegó la crisis de los 40 y dije: nadie publica este tipo de libros en España, yo tengo cierta experiencia y Pau sabe hacer toda la producción del libro”. Masaló recuerda no haber tenido dudas en el arranque. “Estoy muy acostumbrado a trabajar en proyectos que son un poco precarios. No me da miedo intentar algo y que no funcione porque siempre parto de una base tan precaria.”, explica el dramaturgo.
Con la sensación de que mucha gente “se acerca a la moda a través de lo visual”, Torres describe su empeño en hacer lecturas críticas y periodismo de investigación sobre la moda: “Queremos vender el libro, por supuesto. Pero también queremos enseñar al público algo que no tiene referencia”.
Torres adora la cultura alemana, algo patente en la decoración y en sus lecturas
Torres recuerda aquel primer año como liberador. “Tenía un trabajo de oficina de 8 a 5 y lo dejé para montar la editorial. Sentía que el mundo era mío, como cuando das pasos en un territorio que no conoces. Poco a poco te enfrentas a situaciones que vas salvando”. Desde 2018, la pareja ha aportado contexto global de la moda a los lectores españoles, cuando tradujeron del francés la primera biografía de Yves Saint Laurent publicada en castellano. Diecisiete libros después, este mes de octubre han lanzado La Batalla de Versalles, de la ganadora de un Pulitzer Robin Givhan, que profundiza en la competición de 1973, cuando modistas estadounidenses se enfrentaron a sus homólogos franceses para recaudar fondos destinados a la restauración de Versalles.
Torres no se ve como un editor que valore el silencio para llevar un libro a cabo. “Siempre dicen que los editores leen mucho. Es mentira. Siempre lees mucho el mismo libro porque tienes que leerlo al menos tres veces. Y aún así es difícil no encontrar un fallo o un error”. Esos fallos pueden provenir de lugares tan inesperados como los dos gatos de la casa: “A veces estás editando y el gato pasa por encima y tienes que corregir. Tienes que estar muy atento y creo que alguna vez ha habido alguna pifia. Repaso los textos con cuidado, no sólo por el autor sino por ellos”. Este ritmo, entre libros, pelos de gato y ruidos que suben de la calle, será el que sostenga a la editorial mientras se adentran en una nueva fase que habían soñado añadir desde sus inicios: incorporar a su catálogo libros de ensayo cultural, comenzando con la reciente publicación de la biografía de Françoise Sagan.
Novedad literaria: 'Françoise Sagan a toda velocidad'
Aunque todavía viven con nervios la semana previa al envío del libro a imprenta, Torres y Masaló han establecido un ritmo de trabajo que se adapta a la distribución de la casa. “Uno de los secretos de la supervivencia es tener un espacio suficientemente grande que te permita tener estas dos áreas: la de ocio y la de negocio”, apunta Torres.
