A caballo por Sierra Morena con George Scott, el jinete inglés enamorado de Andalucía
Paisaje
Un inglés criado en Sierra Morena ha renovado un cortijo del siglo XVI y organiza rutas con acampadas gozando de los caballos en libertad

George Scott durante uno de los recorridos con los huéspedes de la última ruta del año
Hay una vida que siempre espera, sólo hay que saber mirarla en el momento adecuado. Encontrarte con ella. Cuando George Scott no llegaba a los veinte años, mientras contemplaba la tierra de S ierra Morena, donde nació y se ubica la finca familiar, la misma que sus padres compraron a finales de los setenta del siglo pasado, se dijo a sí mismo que parte de aquello algún día sería suyo. Quién no ha tenido ese tipo de sueño cuando ha sido joven, cuando la madurez todavía no te ha alcanzado.
Sin embargo, esta tierra no solamente le regaló el acento, sino que le modificó una mirada ahora profundamente andaluza y una manera muy concreta de estar en el mundo. Si lo miras a los ojos, mientras conversa, observas la luz de esta tierra que tanto quiere y cuida.
Se trata de aprender que no hay que poseer algo, sino pasar por ese algo, acompañarlo”
“Se trata de aprender que no hay que poseer algo, sino pasar por ese algo, acompañarlo. Caminarlo y transitarlo. Esta casa, Taramona, un cortijo de finales del siglo XVI - esto también lo puedo decir de nuestra casa familiar, Trasierra-, cuando la gente me felicita y me da la enhorabuena por esta casa siempre digo que no es mi casa, lo es en un papel que he firmado en una notaría en el registro de la propiedad, pero cuando me vaya, yo qué sé lo que harán mis hijos. Si volviéramos dentro de cien años no vamos a conocer a nadie. Va a haber alguien viviendo en esta casa que no tendrás ni idea de quién es. Y esto me hace pensar sobre las posesiones. Prefiero pensar, ahora que los años han pasado, que no necesito poseer esta tierra que me lo ha dado todo. Puedo ir a caballo por caminos poco transitados, descubrir nuevos senderos. Obviamente, es un privilegio poder haber comprado una casa como esta. Pero ahora soy capaz de ver que, simplemente, quiero estar aquí y disfrutar. No quiero más cosas”.
Taramona es el espacio que han creado para realizar las rutas ecuestres, actividad que lo han hecho famoso y le han permitido alcanzar una vida muy concreta que anhelaba. Allí, en habitaciones cálidas, pero austeras, decoradas con elementos familiares, propios de un cortijo andaluz, duermen las personas que contratan estas rutas, huéspedes provenientes de todas partes del mundo que buscan vivir una experiencia distinta, ligada al ritmo de la naturaleza y a la belleza de la calma. Poder dormir bajo la bóveda celeste que todo lo inunda, o cenar en un establo restaurado con el suelo original de piedra y abrigado por centenares de velas son actividades que sólo tienen sentido en esta finca.

“Las rutas me han permitido poder vivir la vida que estoy viviendo: una vida de campo. Haciendo lo que me gusta, mi trabajo, y cuando no hay rutas, o en mi tiempo libre, hago una vida de campo, que se asemeja a la vida en San José, donde montamos el campamento; esa es mi casa, esta también, pero vivimos en San José porque allí tenemos una intimidad que aquí no es posible al ser una casa que compartimos con las personas que se incorporan esos días a nuestras vidas. No se trata sólo de las rutas, sino de que vivan aquí, una vida de campo, con nosotros”.
A sus cuarenta y dos años, Scott vertebra un estilo de vida de campo, con códigos rurales que conoce y respeta, a través de su familia. “No podría tener esta vida sin mi familia. Este modo de vida que he elegido es posible gracias a la presencia de mi mujer e hijos. No vivimos aislados a pesar de vivir en pleno campo, estamos en contacto permanente con muchísimas personas de diferentes lugares, con diferentes personalidades. Convivimos con ellos y eso es algo muy enriquecedor para mi hija, por ejemplo”.

Mientras conversamos, Talula, la bebé de seis meses, pasea pegada al cuerpo de su madre, una gibraltareña pizpireta y profundamente acogedora. A su alrededor, pavos reales, un gato y tres perros completan un paisaje lleno de luz y verdes que se fusionan furiosos con los marrones propios de la estación del año. En realidad, todo es acogedor en esta casa, todo es cálido. El aperitivo que se ofrece con una elegancia y amabilidad poco habitual, mientras Nacho, el cocinero argentino, prepara el almuerzo. Las palabras que se eligen, los pasos que se dan en la tierra por la que se camina. Todo tiene un sentido.
Uno de los perros se acerca y se sienta a nuestro lado. “Son animales tranquilos, animales felices. Desde pequeño los animales son mi pasión. Para mí es fundamental que tengan bienestar”. A Scott le esperaban en el mundo ecuestre, en cierto modo había sido educado para ello, sin embargo, esa naturaleza tan vinculada al cuidado de lo otro se interpuso en su camino.

“En el mundo ecuestre no encontré mi camino, no iba a ser polista ni iba a concursar en doma clásica, porque no me gusta el modo de relacionarse con el caballo en esos mundos. A mí me gusta el caballo en libertad, lo que nosotros hacemos, rutas, y que el caballo sea un caballo”. A Scott se le ilumina el rostro cuando habla de los animales que le permiten alcanzar una vida querida. No cree en los caballos encerrados en boxes o cuadras. Tampoco cree en los posesivos. “Los caballos tienen su jerarquía, al vivir en libertad, van muy cómodos y relajados entre ellos. No viven encerrados. Aprendo de cada caballo, de su psicología. Hay tanta psicología en los caballos como en los humanos. Y aparte de aprender la psicología del animal, hemos tenido que convertirnos en psicólogos de seres humanos también, que son los huéspedes que vienen”.
Muchos de los huéspedes que buscan pasar parte de su tiempo en esta finca, con las rutas, a lomos de los caballos y buscando una calma que la rutina impide, vienen con perfiles de estrés profesional, o buscando un camino en la vida porque se sienten perdidos. Fuera de lugar. Esa recuperación la logran gracias al vínculo que, durante unos días, se genera con el caballo. Un animal al que la humanidad debe parte de su progreso y bienestar.