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Mary McCartney queda a comer con sus amigos

Gourmet

Del sándwich vegetariano de Gilbert & George a la sopa de tomate que chifla a Cate Blanchett, la fotógrafa y comunicadora ha unido sus dos pasiones en un recetario genial

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Paul y Ringo Starr, los supervivientes de los Beatles, en el hogar de los McCartney

Mary McCartney

Quienes nos hemos criado en una cocina —en mi caso, de pueblo, con fogón de hierro y carbón y mesa camilla— sabemos que las cucharas riman con la vida. Cocinar es la forma más antigua de cultura y nos define como humanos: somos seres capaces de transformar los alimentos y de forjar comunidad en torno a un fuego.

De eso va el libro Feeding creativity, donde la fotógrafa Mary McCartney ha reunido a más de sesenta amigos y familiares alrededor de un recetario que le ha proporcionado la excusa perfecta para compartir experiencias y disfrutar a bocados su mutua estimación.

Cate Blanchett no necesitó dejar el ‘set’ para degustar esta crema de sopa de tomate, uno de los platos favoritos de McCartney

Mary McCartney

McCartney confiesa haber unido en este libro sus dos pasiones: la fotografía y la cocina. Por algo esta fotógrafa consagrada lleva tres temporadas de éxito con su programa Mary McCartney serves it up!, donde recibe a sus amigos en su cocina de Londres para cocinar sus platos familiares favoritos y propuestas de cocina vegetariana, de la que es difusora.

En esta ocasión, ha sido la chef quien se ha desplazado con las fiambreras llenas a la casa o el estudio de sus invitados con un plato pensado para que maridase lo mejor posible con cada personaje, a cambio de compartir con él un buen rato y que se dejara fotografiar.

“Soy, por naturaleza, una alimentadora”, confiesa McCartney como motivación en el preámbulo de este recetario

“Soy, por naturaleza, una alimentadora”, confiesa McCartney como motivación en el preámbulo de este recetario a medida con casi sesenta propuestas y donde repiten algunos que ya habían visitado su reality. La lista ejemplifica el profundo grado de unión entre fogones y creatividad. “Comer es una necesidad, pero cocinar es un arte” es una de las frases famosas de Ferran Adrià, quien también ha dicho en alguna ocasión que “la cocina es un lenguaje mediante el cual se puede expresar armonía, creatividad, felicidad, belleza, poesía, complejidad, magia, humor, provocación y cultura”.

Portada del libro, de la editorial Taschen

Y los invitados a la mesa de McCartney lo corroboran: actores, músicos, arquitectos, directores de cine, modistas, fotógrafos, pintores, artistas plásticos en general e incluso cocineros pasan por su encimera. Woody Harrelson, Elvis Costello, Gilbert & George, Steve Buscemi, George Lucas, Milla Jovovich, Gigi y Bella Hadid y así hasta completar un impresionante elenco, incluidos “papá (Paul) y Ringo”, que el lector puede ver al principo de estas líneas, a punto de zamparse una pasta verde con crema en la casa familiar de los McCartney en Londres.

La autora explica también que, por la naturaleza de los protagonistas, afrontó este trabajo sin equipo ni artificios, en “oportunidades que tuve que aprovechar, como tener dos horas para hornear un pastel y llevarlo al estudio de Jeff Koons en Nueva York, cocinar una tarta para David Hockney con una resaca infernal o quedarme atascada en el barro llevándole una hamburguesa vegetariana a Emily Eavis en el escenario Pyramid de Glastonbury”. La necesidad de cazar a todos estos creadores en el mejor momento posible “hizo de cada viaje una aventura, impredecible y auténtica. Cada proyecto me puso en aprietos”.

La naturaleza del libro “hizo de cada viaje una aventura, impredecible y auténtica. Cada proyecto me puso en aprietos”, confiesa la autora

Desde unas sencillas tortitas con frutas horneadas para Cameron Diaz hasta un pastel de pastor moderno para Chrissie Hynde y Johnny Marr, de una salsa bloody mary con brochetas de focaccia que compartieron la productora de cine Kathleen Kennedy y la diseñadora de moda Lisa Eisner a la tarta de manzana rápida que disfrutó Judi Dench en su casa de Surrey, desfilan por estas páginas propuestas asequibles y las sonrisas relajadas de quienes se sienten premiados por la amistad y el gusto.

Al final, que ninguna de las recetas contenga carne, como expresión de la militancia de la autora en el movimiento Lunes sin Carne, se muestra sin duda importante, pero no lo que más.

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