Armani compra la discoteca que marcó su destino en la moda y en el amor

Fashion week

En un gesto más sentimental que empresarial, el diseñador recupera La Capannina, el club de la Versilia donde comenzó la historia que marcó su vida y su firma

La Capannina di Franceschi

La Capannina di Franceschi

Google maps

Aquella noche de verano de 1966, la costa de Versilia debía respirar esa mezcla de sofisticación y hedonismo que convirtió a Forte dei Marmi en un refugio privilegiado de la alta sociedad italiana. En La Capannina di Franceschi, la discoteca que había nacido de un viejo cobertizo junto al mar, las mesas de madera se mezclarían con el murmullo de intelectuales, aristócratas y jóvenes con ganas de bailar hasta el amanecer. Allí estaba Giorgio Armani, entonces un diseñador todavía anónimo que trabajaba para Nino Cerruti, dejándose envolver por el ambiente entre canciones americanas y copas de vermut. A la salida, cerca de la entrada, un coche aparcado llamó su atención. En su interior estaba Sergio Galeotti. Aquel instante selló un vínculo sentimental y profesional que acabaría transformando la moda italiana para siempre. 

Armani lo contaría años más tarde con una sencillez que contrasta con lo decisivo de aquel momento: “Vi a Sergio en su coche y me gustó su sonrisa toscana; nos hicimos amigos al instante”.

Casi seis décadas después, esa escena inicial adquiere una dimensión inesperada. Giorgio Armani acaba de comprar la propia Capannina, en un gesto que ha sorprendido tanto al mundo de la moda como al del ocio nocturno. La operación, valorada en unos doce millones de euros, no se presenta como una inversión convencional, sino como un acto de memoria. Armani lo definió como un “gesto afectivo”, una manera de rendir homenaje a la tradición italiana y al lugar donde comenzó la historia más importante de su vida. La reapertura bajo su gestión está prevista para el verano de 2026, cuando el club retomará su actividad con la impronta discreta del diseñador.

La decisión llega, además, en un año de balances. En julio Armani celebró su 91 cumpleaños y, al mismo tiempo, comenzó a celebrar los 50 años de la firma que fundó junto a Galeotti en 1975. La casa milanesa ha desplegado un calendario de conmemoraciones que van más allá de la moda. Hoy, en el marco del Festival de Venecia, lanza Armani/Archivio, una plataforma digital interactiva diseñada para preservar su legado y tender un puente entre pasado y futuro, que pronto tendrá también un hogar físico en las afueras de Milán. El 24 de septiembre, la Pinacoteca di Brera inaugurará Celebrating 50 Years of Giorgio Armani, la primera exposición de moda en la historia del museo, con 150 piezas de archivo dispuestas entre sus obras maestras. Y el 28 de septiembre, cerrará la Semana de la Moda de Milán con un desfile en el patio de Honor del Palazzo Brera. No es casual que, en medio de este despliegue de celebraciones oficiales, Armani haya querido también recuperar el escenario más íntimo de todos: la pista donde empezó su historia.

La Capannina no es una discoteca cualquiera. Fundada en 1929 por Achille Franceschi, nació de la transformación de una sencilla cabaña de playa en un espacio de música y sociabilidad. Al principio, bastaba un gramófono, un mostrador improvisado y unas pocas mesas para crear un ambiente que pronto atrajo a aristócratas como los Della Gherardesca o los Rucellai, así como a poetas como Ungaretti y Montale. Reconstruida tras un incendio en 1939, el local mantuvo su esencia de cabaret refinado y cosmopolita. Durante décadas, su escenario acogió a estrellas como Édith Piaf, Ray Charles o Gloria Gaynor, y su fama trascendió la Riviera italiana al convertirse en escenario de películas como Sapore di Mare (1964). Desde 1977 estuvo en manos de la familia Guidi, que la mantuvo como un baluarte de la dolce vita hasta el fallecimiento de Gherardo Guidi en 2024. Ahora, con Armani al frente, inicia una nueva era en la que se cruzan historia, nostalgia y modernidad.

La presencia
Armani saluda en la pasarela durante la presentación de la colección de alta costura otoño-invierno de 2022 en París

La presencia Armani saluda en la pasarela durante la presentación de la colección de alta costura otoño-invierno de 2022 en París

PIETRO D`APRANO

La noticia, inevitablemente, vuelve la mirada hacia aquel encuentro de 1966. Galeotti, formado como arquitecto en Carrara, supo ver en Armani un talento que necesitaba estructura y confianza para expandirse. Fue él quien animó al joven diseñador a abandonar la seguridad de Cerruti y a lanzarse por cuenta propia, primero como freelance y después con una firma con su nombre. Vendió su coche para reunir el capital inicial y se convirtió en socio, representante y estratega mientras Armani se dedicaba al diseño. En 1975 fundaron juntos Giorgio Armani S.p.A., en Milán, dando forma a un proyecto que pronto se transformó en imperio. La expansión internacional, los acuerdos con Barneys en Nueva York, la presencia en Hollywood a través de American Gigolo (1980), fueron logros posibles gracias a la visión empresarial de Galeotti, que complementaba el genio creativo de Armani.

La relación sentimental y profesional se mantuvo hasta 1985, cuando Galeotti murió a los 40 años por complicaciones derivadas del sida. Fue un golpe devastador para Armani, que quedó solo al frente de la empresa en el momento más delicado. Desde entonces, siempre ha reconocido que sin la confianza y el empuje de Sergio nunca habría tenido el coraje de convertirse en lo que es hoy. Comprar La Capannina, por tanto, no es solo adquirir un icono de la Riviera ni un ejercicio de branding, sino volver al escenario donde se cruzaron dos vidas que cambiaron la historia de la moda. Bajo las luces de esa pista de baile, Armani recupera un instante que marcó el inicio de todo: la sonrisa de un desconocido que se convirtió en su compañero y en el verdadero arquitecto de su destino.

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...