Silencio, miedo y oposición creativa: la moda bajo el mandato de Trump

Análisis

De los símbolos de resistencia al uniforme del poder, así ha cambiado el sector en Estados Unidos

Chaqueta de INXX de la temporada 2017

Chaqueta de INXX de la temporada 2017 con una imagen de Donald Trump

Astrid Stawiarz

La infame cita “Grab’em by the pussy” de Trump, descubierta durante su primera campaña presidencial, y su posterior victoria, movilizaron a Jayna Zweiman, arquitecta de Los Ángeles. Quedaban dos meses hasta la Marcha de las Mujeres, el 21 de enero del 2017, el día después de la toma de posesión de Trump, cuando el Pussy Hat Project, ideado por Zweiman, se hizo realidad. 

El look de una manifestación debe romper con el armario cotidiano. Como explica Cintra Wilson en Miedo y ropa en América, “la energia que invierte un manifestante para vestirse por la mañana puede fortalecer o socavar sustancialmente la causa”. Calzado cómodo, una sudadera con capucha y una boina, recomienda. Un gorro rosa de orejas felinas no figuraba en su lista, pero el invento de Zweiman fue efectivo. Medio millón de personas participaron en la Marcha de las Mujeres de Washington. Decenas de miles usaron pussy hats. El día después de que Trump asumiera la presidencia frente a una capital vacía, Washington se tiñó de rosa.

En el 2025, Washington olvidó el rosa para enfundarse el traje. Las protestas fueron casi inexistentes

La segunda investidura de Trump fue bien distinta. Los grandes titulares giraban en torno a un quién es quién del poder corporativo. Bezos, Musk y el recién estilizado Mark Zuckerberg eran el centro de atención. En el 2025, Washington olvidó el rosa para enfundarse el traje. Las protestas fueron casi inexistentes.

De la reivindicación a la abstención

“Hemos escuchado mucho más silencio”, así describe Susan Scafidi, fundadora y directora del Fashion Law Institute en la facultad de Derecho de Fordham, la reacción del mundo, y en especial del sector de la moda, a la investidura. Según esta experta legal, parte del silencio se debe “al miedo a las posibles represalias”.

Esta futilidad se transmite más en lo que no se ve. La Gala del Met suele ser un escenario para reivindicar. Donald Trump, asistente frecuente al acto, dejó de serlo en el 2012, cuando Anna Wintour le prohibió la entrada meses después de su primera toma de posesión. Cuatro años más tarde, durante el primer año de la administración Biden, el evento de moda fue tan reivindicativo como siempre. De nuevo la moda tenía discurso. Alexandria Ocasio-Cortez lució su vestido Tax the Rich, y Cara Delevingne, una camiseta con el lema Peg the Patriarchy. Pero en el 2025, a pesar de que la gala tenía como tema el dandismo negro, en su alfombra roja se respiró un espíritu menos rebelde.

Zapatos-Trump en el desfile de los estudiantes de Central Saint Martins en la Semana de la Moda de Londres, en el 2018

Zapatos-Trump en el desfile de los estudiantes de Central Saint Martins en la Semana de la Moda de Londres, en el 2018

Jeff Spicer/BFC

Rojo, azul y blanco

“Trump fue una personalidad televisiva antes que presidente, y en ese entorno estas cosas importan”, afirma Susan Scafidi. Los republicanos critican a Zelenski por no vestir “formal” y tachan de “atípico” al senador y potencial candidato demócrata en el 2028 John Fetterman, quien durante años llevó sudaderas al Congreso pero acabó usando traje tras la aprobación de una ley que exige vestimenta formal en el Senado. El conservadurismo parece tener el control, no solo de los tres poderes políticos, sino también del sentido de la moda predominante, analiza Scafidi: “Entre los que manejan el poder en Washington, los trajes conservadores están regresando con corbatas más anchas y nudos gruesos. Las mujeres se visten como presentadoras de noticias: llevan menos pantalón y más faldas de colores primarios. Cabellos más largos y mucho maquillaje”.

Las gorras MAGA de los mítines de Trump han alcanzado el estatus de souvenir para los turistas y se suman a la táctica política favorita del presidente, conocida como firehosing (la manguera de falsedades), su forma de abrumar a sus opositores generando polémicas para crear una cantidad irracional de distracciones. “Estamos en un punto en el que la gente no habla con quien no comparte sus opiniones”, apunta Jayna Zweiman.

Una modelo entre bastidores en el desfile de Dhruv Kapoor durante la Semana de la Moda de Milán

Una modelo entre bastidores en el desfile de Dhruv Kapoor durante la Semana de la Moda de Milán

Getty Images

La moda impuesta

Aparte de la simbología política, el incendio más urgente por sofocar es el de los aranceles. Según Jason Judd, director del Global Labor Institute, estos no tienen precedente en el último siglo. El economista señala la aleatoriedad de las tarifas de los aranceles: “Cómo calcula estos números la Administración Trump es un misterio para todos”. Un reciente estudio comparativo de la Asociación de la Industria de la Moda de Estados Unidos muestra que más del 70% de las compañías se han visto obligadas a incrementar los costos de abastecimiento, lo que ha reducido sus márgenes de beneficio y encarecido el precio final del producto. Las ventas, en consecuencia, han caído, y un 22% ha tenido que despedir empleados.

Todavía es pronto para saber qué impacto tendrán los aranceles en el sector textil español, según el director del Clúster Català de la Moda, David García. Señala que las exportaciones españolas de textil se han reducido en un 12% durante el primer semestre del 2025. “La incertidumbre es, sin duda, el peor escenario posible para el comercio internacional”, sentencia. Aunque vislumbra luz al final del túnel: “Si bien el aumento de los aranceles es significativo, una tasa del 15% podría ser asumible para muchas de las marcas españolas que operan en el mercado estadounidense”.

La magnitud del problema de los aranceles lleva a preguntarse cómo puede ser que haya menos reivindicación

La magnitud del problema de los aranceles lleva a preguntarse cómo puede ser que haya menos reivindicación. Para esta experta, la falta de protesta proviene de un sentimiento generalizado de impotencia: “En el 2017, existía la sensación de que la gente podía alzar la voz y cambiar las cosas. Ahora, el sentimiento es de confusión en lugar de unión para protestar”, lamenta, y añade: “Hay un cierto cansancio ante la indignación. Solo podemos estar enfadados por cierta cantidad de cosas, boicotear o cancelar a una cantidad de empresas”.

En paralelo, el debate nacional se centra en polémicas como la campaña de American Eagle Sydney Sweeney has great jeans y cómo los republicanos se han adueñado del lema, e incluso de su protagonista. Lejos de sufrir la ira de Twitter, el precio en bolsa de American Eagle se disparó. El revuelo es una distracción. Scafidi señala que “hay alivio cuando se debate sobre un anuncio de moda en lugar de sobre las consecuencias de la guerra, los aranceles o el fin del sistema de salud”.

A través de los atuendos más controvertidos del 2025, desde Zelenski hasta Sweeney, los que se encuentran en la órbita de Trump han aprendido a seguir una línea que plantea interrogantes sobre los mensajes en la moda política

Desde Zelenski hasta Sweeney, los que se encuentran en la órbita de Trump han aprendido a seguir una línea que plantea interrogantes sobre los mensajes en la moda política

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Aguja migrante

A pesar del silencio generalizado de la industria de la moda, todavía quedan creativos audaces. Willy Chavarria, por ejemplo, mostró la belleza de la cultura chicana en su debut en la pasarela de París. Su colección otoño/invierno 2025 critica las políticas migratorias de Trump y los abusos de la oficina de Inmigración y Aduanas (ICE). Tampoco se ha quedado callado el diseñador Patricio Capillo, el primer mexicano en ser nominado al premio LVMH. Tras su desfile en la última semana de la moda de Nueva York lució una camiseta que rezaba El golfo de México, en relación a la decisión del presidente estadounidense de nombrar a la bahía golfo de América.

Ha habido más señales de una resistencia creciente en las calles. La No Kings Protest en junio respondió no solo a tendencias autocráticas de Trump, sino también al aumento activo de redadas migratorias. Las primeras, en Los Ángeles, fueron en negocios relacionados con la moda. Fue allí donde las protestas se consolidaron . Cuando Scafidi mira hacia el futuro de la moda estadounidense, teme que la política migratoria la ponga en jaque: “Nuestros diseñadores y trabajadores son inmigrantes. Muchos estudiantes son de fuera. En la medida en que exista una industria de la moda en EE.UU., esto nos matará”.

Manta de la campaña Wellcome Blankets, tejidas a mano como símbolo de bienvenida a los que emigran al país

Manta de la campaña Wellcome Blankets, tejidas a mano como símbolo de bienvenida a los que emigran al país

Welcome Blankets

Bienvenidos a EE.UU. En su primer mandato, Trump amenazó con construir un muro fronterizo con México de más de 30 kilómetros. Zweiman, nieta de refugiados de Europa del Este, recuerda pensar: “Estos inmigrantes están comenzando una nueva vida aquí, y esta es la forma más descortés de recibirlas”. Así como había llamado a mujeres de todo el mundo a tejer, donar y lucir sus pussy hats, Welcome Blankets es un proyecto que se ha sostenido y ha crecido a lo largo de ocho años. Estadounidenses desde 4 hasta 104 años han tejido mantas de bienvenida, unidas por lo que Zweiman describe como “el movimiento y la mezcla en todo el país. Este proyecto representa la pluralidad de por qué estamos aquí”.

Ha tenido cada vez más éxito. Centros cívicos y hogares de todo EE.UU. han organizado actos donde la gente se reúne para coser su parte de una tela colectiva. Luego muchos comparten la historia de sus propias raíces familiares. “Como país solo vamos a crecer y avanzar cuando nos escuchemos”, apunta.

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El efecto más impactante de la iniciativa Welcome Blankets se ve en el aeropuerto internacional de Los Ángeles. El mensaje que recubre sus paredes es una respuesta a la hostilidad gubernamental, distinta a la de los pussy hats del primer mandato. Ya sea visitando, regresando o migrando, desde las paredes de la terminal 7 del LAX se recibe a los recién llegados con cuatro mantas y un mensaje: “Estas mantas son en memoria de nuestras familias inmigrantes que vinieron a EE.UU. en busca de una vida mejor. Que tú sientas con estas mantes la misma esperanza que ellos sintieron al llegar”.

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