Clara Lago, la socia perfecta: moda, podcast y gastronomía entre amigos

Entrevista

En la apertura de la nueva tienda Hoss Intropia en Vigo, la actriz Clara Lago explica su larga relación con la marca, su polémica con la reina Letizia y sus próximos proyectos profesionales

Clara Lago en la tienda de Hoss Intropia

Clara Lago en la tienda de Hoss Intropia

Hoss Intropia

Ubicada en el número 44 de Urzáiz, Hoss Intropia aterriza en Vigo con su primera tienda en la ciudad, que se convierte además en la tercera tienda independiente de la firma en todo el país. La firma española inauguró su nuevo espacio, miércoles 19 de noviembre, y para la ocasión contó con la presencia de la actriz de Ocho Apellidos Vascos (el taquillazo de 2015), que no pudo estar más acertada enfundada en la falda Renée de corte largo, confeccionada en un tejido con estampado de cuadros combinada con el jersey Idalia de manga larga con un escote asimétrico que destacaba por su drapeado y nudo lateral. Ambas prendas pertenecen a la nueva colección de Hoss Intropia, denominada Teresa, diseñada por Alejandra Valero, directora de diseño de la firma. La temporada incluye cinco colecciones: Paloma, Natalia, Alicia, Teresa y Allegra, una evolución que va del otoño más bohemio a la sofisticación invernal, pensada para culminar el año con esa dualidad de elegancia y personalidad. Clara se mostró cómoda y sexy frente a las cámaras.

Lago ha evolucionado desde aquella niña de ojos azabache profundos que daba vida a Gin en Tengo Ganas de Ti. Su cambio quedó patente cuando protagonizó su primera campaña de moda para Hoss Intropia en 2012, que rápidamente la consagró como “la sexy imagen de la firma”. Ya en aquel momento afirmó que, si tuviera que elegir dos prendas de la colección primavera-verano, serían “la chupa de cuero y una blusa un poco transparente”.

Un guiño, aparentemente no guiño, a la chupa de cuero del joven motero que representaba al chico malo, H. Pudo ser casualidad, pero también funcionó como un brillante recurso de lenguaje de vestuario ante la presentación de la esperadísima película. Ahora, se sigue uniendo a aquella firma que ya, en sus principios, le tendió la mano, y no ha tardado en sumarse a las musas que también han querido estar presentes –la modelo Malena Costa y la artista e influencer Lulu Figueroa han sido algunas de las chicas it que también han prestado su imagen a lo largo de los años–. Como buen refrán español, “de bien nacidos es ser agradecidos”.

Clara Lago vistiendo las prendas de la marca

Clara Lago vistiendo las prendas de la marca

Hoss Intropia

En 2012 protagonizó su primera campaña de moda en solitario con Hoss Intropia para la temporada de primavera. Más de diez años después, ¿sigue conectada con los valores de la marca?

¡Absolutamente! Diría que ahora incluso más. En este encuentro me he vuelto a enamorar de la marca.

Se encuentra en pleno rodaje de la segunda temporada de 'Clanes'. ¿Qué puede adelantar de esta entrega?

Por ahora puedo decir que lo bonito es que mantiene a todos los personajes de la primera temporada y que cada uno sigue de manera independiente con sus propias historias. Eso sí, también hay incorporaciones nuevas.

Ha mencionado en varias ocasiones que “el cine en el cine”. ¿Qué intención o denuncia hay detrás de esa frase?

Bueno, yo en realidad siempre he sido una defensora de que puedan coexistir todas las formas. O sea, yo soy la primera que, al final, sé lo cómodo que es tener plataformas en tu tele y poder tener acceso también a todo ese contenido cuando puedes, cuando te viene bien, por horarios, por lo que sea, por comodidad. Pero es verdad que lo que yo defiendo es que sea compatible con la experiencia de ir al cine, que me parece algo completamente diferente. No es lo mismo ver una peli en tu casa. Por más que tengas una muy buena pantalla y un muy buen sonido, para mí lo mágico de la experiencia de ir al cine tiene que ver con lo que pasa en la sala, por las personas que están juntas viendo esa película, aunque no se conozcan. O sea, estar con un montón de extraños viendo lo mismo, a cada uno le está pasando lo que le está pasando, pero es una experiencia compartida; me parece algo muy especial. Y en comparación, películas como las comedias no tienen nada que ver: ver una comedia y tú reírte solo en tu casa, o con tu colega, o con tu pareja, no es lo mismo que reírte con treinta personas a la vez. Es que cambia la experiencia.

Escaparate de Hoss Intropia en Vigo

Escaparate de Hoss Intropia en Vigo

Aldara David

Votemos (2025), la película que estrenó en verano, habla sobre salud mental y prejuicios sobre la edad y el físico.

El tema de la salud mental, por suerte, ya se habla bastante más: la importancia de cuidarla, de hacer terapia… poco a poco se va normalizando. Aun así, todavía quedan muchos estigmas, sobre todo con los trastornos mentales más complejos, que es un poco de lo que habla la película Votemos. No solo los más conocidos, como “voy a terapia”, “tengo ansiedad” o “depresión”, sino también trastornos como la esquizofrenia o la bipolaridad. Creo que todavía queda mucho por hacer para desestigmatizar a quienes padecen estas enfermedades. Votemos sirve como punto de partida, pero la película aborda muchos otros temas. Por ejemplo, la soledad de las personas mayores, algo que a mí siempre me ha despertado mucha ternura. Ver a una persona mayor me hace sentir esa vulnerabilidad, y también refleja un miedo común: nuestra propia soledad y el acercamiento de la tercera edad. Creo que a esto no le prestamos suficiente atención. A nivel social, los mayores a menudo quedan relegados cuando dejan de ser productivos en un mundo tan capitalista y centrado en la eficiencia. Es como si fueran zapatos viejos, guardados al fondo del armario. Esto también me hace reflexionar mucho.

Últimamente se ha recordado su participación en La Ruina, cuando contó cómo respondió a la reina Letizia, que le dijo: “Pero qué delgadita estás”. ¿Qué nos puedes contar hoy sobre ese momento?

El momentazo -si se le puede llamar “la ruina”, mi ruina con doña Letizia- fue básicamente lo que conté en La Ruina. Para mí se quedó en una anécdota graciosa, precisamente porque era la reina. Si hubiese pasado con cualquier otra persona, no tendría tanta gracia. Yo creo que luego se iría a casa con Felipe diciendo: “¿Y esta tarada llamándome figurilla del pesebre?”. A veces, con ciertos amigos tenemos códigos tan establecidos que ya no hay un procesamiento consciente antes de que te salga la respuesta. Por eso pregunté: “¿Se está entendiendo esto?” A mí me pasa con mi grupo de amigas de toda la vida: tenemos frases que usamos muchísimo entre nosotras, y cuando sales de ese entorno y vuelves al mundo donde nadie comparte ese código, de repente se te escapan palabras o expresiones que solo utilizas en ese contexto. Y claro, quedan totalmente fuera de lugar. Eso es exactamente lo que me pasó con Letizia. Yo tenía activado ese botón automático de acción-reacción por mi amiga Ingrid, que siempre me decía “figurilla del pesebre” por “ay, qué chiquitilla, qué cosa, qué…”. Y me salió solo. No porque estuviera confundiendo a Letizia con mi amiga ni nada por el estilo, sino porque son esos automatismos absurdos que solo piensas después de haberlos dicho, cuando ya es demasiado tarde, y dices: “Vale, pues ya lo he dicho”.

Tienda Hoss Intropia en Vigo

Tienda Hoss Intropia en Vigo

Hoss Intropia

¿En ninguno de los momentos se ofendió? 

No, para nada, no. Ella me lo soltó y no como un insulto por eso no me ofendió. Simplemente eso, pues lo que conté en La Ruina. Que fue un momento absurdo de hace años, que si hubiera sido con mi vecina, pues no hubiera dado para anécdota. Pero siendo ella, pues quedaba más gracioso así.

También ha reivindicado la importancia de cuidar cómo usamos expresiones como “estás loco”, y cómo las bromas sobre ello pueden generar daño. ¿Cómo crees que podemos ser más conscientes sobre esto en el día a día?

A ver, es muy difícil, porque efectivamente el lenguaje está para el uso de la ciudadanía, de la población, de los seres humanos, para poder comunicarnos. Y hay ciertas cosas que ya están establecidas de una manera… justo lo que te decía, llevándolo al extremo con mi anécdota de La Ruina, ¿no? No tiene por qué haber maldad ni mala intención cuando usamos el lenguaje de una forma coloquial. Por ejemplo, el “estás loca”, “me quedé loca”… todas esas expresiones que están tan a la orden del día. No creo que nadie -o muy poca gente- las diga con ánimo de ofender. Sí que es verdad que, claro, si estás cerca de una persona que padece un problema de salud mental -y además son enfermedades que pueden ser bastante invisibles- quizá no te das cuenta de que ciertas expresiones pueden afectarle. Igualmente, creo que la persona que lo padece, a no ser que se lo digan directamente a ella con intención y con maldad, no sé hasta qué punto se ofende por oírlo de manera general. También te digo: no sé si tienen la piel tan fina en ese sentido, porque llega un momento en el que parece muy difícil hablar con naturalidad. Yo estoy súper a favor, obviamente, de tener cuidado para no herir la sensibilidad de nadie, pero también creo que si tú no tienes intención de hacer daño al decir una frase como esa -porque además estás hablando de ti mismo o en un contexto donde piensas que no vas a herir a nadie- pues tampoco me parece como para lapidar a alguien por ello. Pero bueno, se trata simplemente de intentar tener un poco más de conciencia.

Las prendas de la marca expuestas dentro de la tienda

Las prendas de la marca expuestas dentro de la tienda

Hoss Intropia

En su cuenta de Instagram se define como “pisciana, vegana y adicta a Friends”. Buena regla de tres.

Pues mira, todas correctas entonces. (Ríe).

Su podcast, Melón Imposible, junto a tu amiga Elena Martínez va por la segunda temporada. ¿Funciona emprender con amigos?

Sí que es verdad que lo de emprender con amigos es algo que creo que hay que hacer con mucha conciencia. Nunca desanimaría a nadie a hacerlo, pero sí creo que no con cualquier amigo se puede sacar adelante un proyecto creativo. En mi caso, con Elena nos entendemos perfectamente y desde el principio hemos hablado mucho de esto: “Oye, en el momento en que esto suponga un estrés para alguna de las dos…”. Porque al final no lo hacemos por trabajo -me refiero, no lo hacemos por dinero-, porque siendo autodidactas como nosotras, más bien nos cuesta el dinero que nos lo da. Entonces es un poco por amor al arte, porque nos divertimos y por si le sirve a alguien. Creo que hacer algo creativo con un amigo puede salir genial, porque ya tienes una base muy fuerte de confianza y libertad, que es primordial para cualquier proceso creativo. Pero mi consejo sería hablar mucho, que haya mucha comunicación desde el principio, porque luego a veces es difícil gestionar la parte business con la parte amistad. Así que, simplemente: mucha comunicación. Ese sería mi consejo.

¿Cómo fue el proceso de creación de la primera temporada, que llevó un año y medio?

A ver, es que claro… como nosotras no nos lo hemos planteado en ningún momento, de hecho, hablando con Carolina Iglesias y con Victoria Martín sobre el tema del podcast, ellas nos decían: “Claro, chicas, es que el problema es que no sois constantes”. Y tenían toda la razón. Es verdad que lo hicimos un poco así porque nos salió, en plan: bueno, vamos a pasárnoslo bien y, si le sirve a alguien, genial; y si no, pues nada. Pero claro, de repente yo tuve que rodar, luego llegó el verano, luego no sé qué… y al final hicimos un parón de seis meses habiendo sacado ya cinco capítulos. O sea, que no hemos sido constantes en ningún momento. Luego lo retomamos y ahora hemos dicho: “Bueno, cada semana no… cada mes”. Vamos encontrando nuestro ritmo, porque también ella tiene su trabajo, yo tengo el mío… Al final lo hacemos entre un grupo de cuatro: tres amigas y mi chico. Entonces es un poco: cuando nos cuadran los horarios y las agendas a los cuatro, pues ya está. Y vamos tirando.

Además de ser actriz, gestiona el restaurante La Huerta junto a José Lucena, su pareja, y Víctor Pinacho. ¿Qué le llevó a apostar por la gastronomía?

Pues, a ver, fue una cosa que en realidad surgió de manera bastante natural. Cuando yo empecé a salir con José, él tenía un restaurante que se llamaba La Tuerta Funky Castizo, con Víctor. Yo empecé a ir allí a cenar con José y, como no tenían nada vegano, Víctor me cocinaba solo para mí. Y claro, ya que me cocinaba solo para mí, José también ese día comía vegano conmigo. Entonces yo empecé a decirles: “Oye, cuidado, porque el nivel de cocina vegetal que está haciendo Víctor, aunque sea solo para mí, es lo mejor que he probado en ningún restaurante vegano”. Y empecé un poco con el pico-pala para que metieran algo en carta, simplemente al principio. Poco a poco empezaron a hacerme caso: empezaron a meter platos veganos en carta; Víctor iba perfeccionando los que me hacía a mí y los iban incorporando, hasta el punto de que La Tuerta se convirtió en mitad vegana, mitad no. Y llegó un momento en que dijimos: “Oye, ¿por qué no montamos un restaurante 100% vegano?”.Y así montamos La Huerta: como La Tuerta Funky Castizo era, cambiándole la T por la H, La Huerta Funky Castizo. Entonces ya me metí yo también ahí y, al final, mira… acabó cerrando La Tuerta y nos hemos quedado con La Huerta. (Ríe).

Escaparate por detrás en la tienda

Escaparate por detrás en la tienda

Hoss Intropia

Un restaurante “donde un vegano, un carnívoro y un curioso puedan compartir mesa y salir igual de felices”. 

Como vegana, siento que muchas veces se critican estos productos -que si heura, que si las falsas carnes…- Yo soy defensora de que existan, porque me parece que la inmensa mayoría de los veganos no lo somos porque no nos guste el sabor de esos alimentos, sino por una cuestión ética y moral. Entonces, que existan esas pequeñas “golosinas” que te puedes regalar cuando te apetece recordar la sensación, la textura, el sabor… me parece maravilloso. Ahora bien, tampoco es algo para comer todo el rato, todos los días. Y, sobre todo, como propuesta gastronómica no me parece lo más interesante. Porque algo que tú te puedes hacer en tu casa, abriendo un blíster y dándole vuelta y vuelta, no tiene mucho misterio, ¿no? A mí lo que me parece más interesante de la propuesta de La Huerta es que realmente son vegetales: verdura muy bien trabajada, muy bien cocinada, con una creatividad bastante particular que tiene Víctor para mezclar sabores y texturas. Tiene ideas que yo ya he aprendido a aceptar sin cuestionar: “Lo que tú digas”. Porque al principio cuando venía y me decía: “He pensado no sé qué…”, yo me quedaba: “¿Qué? ¿Eh?”. Y luego me ponía un puntito en la boca y era espectacular. Así que eso me parece más interesante. Y también, por mi experiencia como vegana que ha llevado a mucha gente a sitios veganos, lo que suele pasar en los sitios que abusan de los falsos ultraprocesados es que a los veganos nos funciona, pero al no vegano no le funciona nada. Porque si una persona puede comerse una hamburguesa de carne de verdad, unos calamares fritos de verdad, y no es vegana, le das la versión falsa y dice: “Pues no me atrae”. Entonces nos funciona muy bien a los veganos, pero a los no veganos no. Sin embargo, La Huerta le funciona a todo el mundo. De hecho, el 80% de nuestra clientela no es vegana. Y eso es muy guay, porque realmente ayuda a que la gente reduzca su ingesta de productos animales simplemente porque vienen a comer rico, porque les gusta el restaurante, y ya está.  Yo quería conseguir ese equilibrio donde un vegano, un carnívoro y un curioso pudieran compartir mesa y salir igual de felices. Y sí: está conseguido.

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¿Tiene algún proyecto en mente que todavía no haya compartido?

Tengo varios proyectos para el año que viene, pero de momento no sé si se pueden compartir. Puedo decir que tendremos el estreno de la segunda temporada de Clanes, eso sí, en algún momento del año que viene. Y bueno, yo siempre estoy probando cosas: si no es el podcast, es el restaurante, y si no, seguro que algo se me ocurrirá.

Mirando atrás, ¿qué consejo le daría a su yo más joven al inicio de su carrera en el cine?

Podría decir que me habría gustado empezar antes terapia, pero es que yo empecé bastante joven: empecé con 24 años. Quizá lo que cambiaría sería aprender a no tomarme tan en serio a mí misma y a relativizar más: lo bueno y lo malo. Aprender a disfrutar de lo bueno, pero también a ponerlo en perspectiva, porque si no, a veces puede generarte presión por mantener cierto nivel de éxito o de reconocimiento. A eso me refiero: aprender a no tomarse tan en serio a uno mismo. Sí, aprender a conectar y a disfrutar, pero teniendo presente que no estamos salvando vidas; nadie se muere ni por lo bueno ni por lo malo. Yo creo que he sufrido mucho de joven por el discurso mental que tenía: mucha presión, autoexigencia, perfeccionismo. Cuando he trabajado eso, me he dado cuenta de que el resultado es igual o mejor, porque desde la relajación las cosas salen mejor. No se trata de dejar de ser profesional, eso es otra cosa. Puedes seguir siendo muy profesional, pero sí puedes encontrar cómo estar más en contacto con el disfrute y no tanto con la exigencia. Creo que esto se puede aplicar a muchos ámbitos, no solo al cine. También he encontrado mucha satisfacción al dejar de ser tan ombliguista; cuando uno se enfoca demasiado en su propio drama, de repente poner el foco en cómo mejorar el ambiente para los demás tiene un efecto secundario: tú también empiezas a estar mejor. Entonces, se trata de encontrar un equilibrio: escucharse a uno mismo, pero sin quedarse atrapado solo en uno mismo.

¿Algún sueño por conseguir a corto plazo? ¿Y a largo?

Bueno, estoy planteándome escribir algo. Y si consigo hacerlo, ya será un sueño cumplido.

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