Apenas hace falta pronunciar su nombre completo para que la imagen se materialice: moño recogido, mirada firme, cuerpo que desafía la gravedad y movimientos que rozan lo irreal. Gemma Mengual lleva ya ocho años lejos de la competición profesional, pero conserva la misma disciplina que la llevó a lo más alto del pódium mundial en natación sincronizada. Hoy, desde su faceta más doméstica y empresarial, reivindica el equilibrio, también en la mesa.
A sus 48 años, la catalana continúa persiguiendo retos, aunque estos ya no impliquen acrobacias acuáticas, sino gestiones entre fogones, debates políticos o cenas familiares improvisadas. En una entrevista concedida en octubre de 2024 a la vertical gastronómica METRÓPOLI, de El Mundo, Mengual dejó claro que la forma física se puede abandonar, pero la conciencia corporal no. “No soy de tomar cosas con azúcar, porque no me gusta y el cuerpo no me lo pide”, declaró. A eso se suma una aversión firme a las salsas, la nata y la leche, productos con los que simplemente, confesó, “no puedo”.
“Intento evitar carbohidratos por la noche”
Su dieta actual: más sentido común que imposición
Tras una carrera donde entrenaba entre ocho y nueve horas diarias, resulta tentador pensar que la retirada supondría un descontrol nutricional. Nada más lejos. “Como de todo, pero menos cantidad”, refirió Mengual, reconociendo que su apetito ha bajado con el paso del tiempo. Aunque nunca tuvo problemas de peso –“comía lo que quería porque lo quemaba entrenando”–, asegura que nunca ha seguido una dieta estricta, sino que escucha a su cuerpo. “Intento evitar los carbohidratos por la noche… Todo de sentido común”, afirmó.
El queso es su gran debilidad, y no lo esconde. “Me encanta, no puedo vivir sin él”, reconoció entre risas. Esa pasión contrasta con su rechazo a otros lácteos como la nata o la mantequilla. Para beber, confiesa ser “maniática”: solamente toma aguas de mineralización débil o tratadas por ósmosis, y admite que cuando se olvida de beber su litro y medio diario, lo nota en la piel y en la energía.
Gemma Mengual, en un evento en 2020.
“A veces hacemos sushi en casa”
Una vida entre fogones y el disfrute por la comida oriental
Lejos de las piscinas olímpicas, Mengual ha encontrado su propio centro de gravedad en el restaurante japonés Sugoi, que fundó en 2011 en Sant Cugat del Vallès. “Me encanta el sushi y vi que aquí no había muchos sitios donde comerlo bien”, explicó. Aunque no es habitual verla entre ollas en el local, sí cocina en casa, sobre todo ahora que sus hijos empiezan a valorar sabores nuevos. “Hemos hecho hasta sushi en casa”, contó, destacando que la cocina, para ella, es más una cuestión de observación que de técnica. Aprender haciendo, como en sus días de atleta.
Aunque se define como cocinera básica, borda el ceviche —se lo hace “a Gabi, mi pareja”— y siente predilección por las comidas informales, de picoteo y acompañadas de un buen vino. Los domingos, las barbacoas y paellas en casa de su pareja son casi un ritual. “Allí siempre estoy a gusto en la mesa”, confesó. No cree en restricciones absolutas, pero sí en conocerse bien. Dice huir de platos “de esos tan contundentes”, como fabadas, aunque no le desagradan. Asegura que nunca ha hecho un atracón de dulce. Su perdición es otra: “Me doy atracones de queso”.
Y aunque se resista a llamarlo así, lo suyo roza lo mindful. Come cuando tiene hambre, evita sentarse en la mesa con ansiedad y cuida los detalles. Incluso en la postura: “No me sé sentar bien. Cuando tengo una cena protocolaria lo paso fatal, porque yo siempre estoy con las piernas dobladas en la silla”. Está claro, pues, que la exnadadora que en el agua parecía flotar sin gravedad ahora lo logra sobre la rutina. Con gracia, firmeza y el mismo afán por mantener el equilibrio.
