Alguna mosca - cuota corriente del establo en Mas de Vallalta - merodea entre nosotros. No molesta, acompaña. Somos los intrusos. En un mundo lleno de extrañeza parecemos habernos olvidado de que nunca fuimos amos de nada, y en esa nada siempre tuvimos un asiento reservado. Uno en el que Pol Batlle (Gavà, 1992) cabalga con carácter e ingenuidad. Sin fustas, sin estribos; galope desnudo.
Tras el diagnóstico de alzheimer atípico a su madre, hará 10 años, no ha podido hacerlo de otro modo. Con gesto de mesías, habla como un junco al son de una brisa amable. Invita a entender la música como un acto mágico, inasumible sin organicidad, sin raíz, esa que ha germinado con gamberrismo punk, inocencia iluminada y reticencia a la garantía. Relincha un caballo, su crin destellea, se oye una coz: las ideas de este joven artista, padre de dos niñas, pareja de Rita Payés, trotan libres y desbocadas. Ya es sabido que, en ocasiones, es mejor no domar.

De espíritu indomable Batlle se rinde a la pausa, zapatos cortesía de Hereu Studio. Dirección artística por Sofia Musolas
¿Quién es Pol Batlle?
Pues supongo que una persona humana de carne y hueso. Mortal como el resto de los mortales en esta tierra, pero aún ingenuo. Porque supongo que es la gracia de la vida: mantener la ingenuidad, sin ella rápidamente se acaba la magia.
Además de mortal e ingenuo, es padre... ¿Cómo mantiene la ingenuidad?
Sí. Tienes un trabajo mayor para conservar la ingenuidad, porque de repente tienes algo que se llama responsabilidad. También la tienes sin hijos, pero vivimos en una sociedad en la que cuesta asumirla. Todo el mundo quiere sacársela de encima. Se ve muy claro con las parejas de hoy en día. Quieres que encajen a la perfección con tu ser y eso no existe. (ríe)

“Sin ingenuidad no hay magia” comenta Batlle reflexionando sobre su visión. Zapatos cortesía de Hereu Studio. Dirección artística por Sofia Musolas.
¿La perfección dice?
Encajar, la media naranja. Es un poco Disney
¿Es más de melocotón?
(ríe) Soy más de algo asimétrico.
¿Le pasa lo mismo con la música?
Sí, me encanta el fire, las sorpresas, lo que no está previsto, la organicidad de la música, porque supongo que ahí hay mucha magia.
¿Se puede hacer algo no orgánico con el arte?
Sí, claro, hoy en día con las máquinas es muy fácil. También puedes hacer cosas orgánicas con máquinas. Tú tienes un pulso y ese pulso va variando. En el momento en que tú le dices a una máquina que te haga una base rítmica, transformas el pulso en pura matemática encajonada. Yo uso elementos que pueden ser tecnológicos, pero para mí son guiños o recursos estéticos, no es la base de mis proyectos.
¿En qué encuentra esa base, esa raíz?
Es algo filosófico, terapéutico. La música es religión, el concierto sería como la misa.

El nuevo proyecto de Batlle es una recopilación de canciones escritas tras el diagnóstico de su madre llamado “A caballo voy”. Dirección artística por Sofia Musolas.
¿En qué lugar encuentra fe?
La fe está en el primer estrato. Recuerdo cuando por primera vez me cautivó, no solo la música, el escenario. Mis padres son técnicos escénicos; crecí en el teatro donde descubrí la fe. Exponerte no tendría sentido si no es para explorar, ya sea tus necesidades más ondas, individuales y compartidas con todos. El arte va de eso: de hablar en colectivo, sacar a relucir cosas que nos tocan a todos. Pero lo fuerte es que cuando buscas sentido a tu persona, “qué hago yo en este mundo, cómo transito este mundo, ¿me sienta bien este mundo”, también encuentras respuestas en la colectividad, ¿no?
¿Cómo definiría ese mundo en el que trata de verse? ¿Qué opina de nuestro mundo?
Es cansado, estamos cansados. Es una paleta de colores gigantesca, pero si tuviera que destacar algo que veo muy claro, es que vivimos en una sociedad del cansancio.
El director de la película Sirat (2025), Oliver Laxe, decía en las entrevistas de promoción algo así como que estamos viviendo en los últimos alientos de vida del mundo. ¿Cómo imagina ese nuevo mundo?
La verdad es que me gustaría que todo pudiera funcionar en pequeñas comunidades. Más autogestionado. Me gustaría que el día de mañana mis hijas sepan cómo arreglarse, cuidarse; una puntada cuando la ropa se descose, arreglar una rueda de bici. La era de la especialización es una patraña.

En ocasiones, es mejor no domar. Soltar las riendas para cabalgar hacía nuevas formas de vivir. Dirección artística por Sofia Musolas
¿Cree que queda lugar para la belleza?
Ahí sí, claro. Pero la otra vertiente es como creo que puede acabar siendo, que igual es la versión más pesimista que albergo, pero que coexiste con esta visión optimista por la que voy a luchar. De hecho, Pepe Mujica decía : “tu mayor lucha tiene que ser conservar y sudar por lo que crees.”
Ese compromiso no es un movimiento popular. Ya no parece haber radicalidad, esa afín a la raíz, a una verdad. ¿Cree que hay derecho a la belleza radical?
Sí, siempre. Desde lo más bello a lo más bárbaro. Con los genocidios que se cometen, con las guerras inútiles que llevan existiendo miles de años y que no sirven para nada más que para aumentar la riqueza de ciertos países. Es un juego estéril. Creo que estoy en este mundo para pensar en otras cosas que no la economía. Me gusta más lo místico, ¿no? Lo de verdad...

Un destello en la crin, un trote sincero hacia la vida pausada. Zapatos cortesía de Hereu Studio. Dirección artística por Sofia Musolas
¿Qué es lo importante, lo de verdad?
Lo importante para mí es mantener el amor a lo largo de la vida: un compromiso, un saber cuidar.
¿Quién le ha enseñado a cuidar?
Aprendí mucho a cuidar cuando le dieron el diagnóstico a mi madre, con 50 años, de un alzheimer atípico. Con 23 años no me quedó otra que transitarlo. Me arremangué y dije, venga, vamos a ello. Dejé de trabajar en lo mío durante un buen tiempo. Hay algo muy bonito en el cuidado. Vi mucha luz, no todo eran sombras. Cómo soy músico, llegaba y siempre tocaba, ella empezó a bailar, a hacer performances por casa. Era muy poderoso. Mi madre era una persona con mucha vergüenza ajena. Y yo nunca la había visto cantar, ni bailar.
¿Aprendió a tener menos vergüenza ajena?
Caí un poco en depresión, me volví muy introvertido. Ha sido ahora, con mis hijas, que sí que estoy perdiendo la preocupación sobre el qué pensarán los demás. Es curioso porque yo era muy punk, me cerré a eso, y ahora mis hijas me están recuperando la inocencia.
¿Cómo se siente ahora mismo con el mundo, con su persona?
Yo pensaba, cuando era pequeño, pensaba, cuando sea adulto, voy a entender mucho mejor este mundo y veo que es, quizás, casi al revés. Cada vez dudo más de todo. La extrañeza la veo por todos los lugares. Es como cuando tienes una casa y quieres que todo esté muy limpio, ¿no? O como cuando te piensas que es tu casa, ¿no? Pues no, porque es casa de la hormiga, del bicho, de la araña, de aquel, de aquello. Si creyera que es mi casa, sería un neurótico.
Nota a pie de página
Obsesiones de bolsillo
En busca de algo vivo, Batlle deja que su música se contagie de influencias. Entre la paja y los fotogramas nos confiesa su reciente obsesión: Fe, Esperanza y Carnicería, por Nick Cave (Editorial Sextopiso, 2024). Este libro, creado a partir de más de cuarenta horas de conversación íntimas con el periodista Seán O’Hagan, es una exploración profundamente reflexiva, en palabras del propio Cave, de lo que realmente impulsa su vida y creatividad. La paja sigue revuelta, las ideas más claras.