Pocas series han resistido tan bien el paso del tiempo como Aquí no hay quien viva. Dos décadas después de su emisión, sigue siendo una referencia en la televisión española y un ejemplo de humor que todavía se cita con naturalidad. Sus personajes, tan exagerados como cotidianos, continúan apareciendo en conversaciones y su espíritu ha trascendido generaciones.
Esa permanencia explica que quienes formaron parte de aquel fenómeno sigan hablando de él con una mezcla de afecto y nostalgia. Entre ellos está Daniel Guzmán, que no esconde lo mucho que le marcó aquella etapa.
Buenos recuerdos
El actor asume que el regreso de la serie sería casi imposible
En una charla con el pódcast Animales humanos, el actor y director reconoció que “creo que el ciclo de Aquí no hay quien viva se acabó y duele en el alma porque yo no sé despedirme de cosas que emocionalmente he conectado con ellas. Es una parte de mi vida y me cuesta despedirme”.
Guzmán, que interpretó a Roberto Alonso entre 2003 y 2006, se convirtió en uno de los rostros más populares de la serie. Aquel personaje de arquitecto algo inseguro que era novio de Lucía fue clave en el éxito del formato y todavía hoy le acompaña en la memoria del público.
Daniel Guzmán como Roberto
Durante la conversación con Ibai Vegan, un seguidor entusiasta de la ficción, recordó cómo casi rechaza el papel antes de aceptar su incorporación al reparto y cómo aquel proyecto cambió su carrera. Contó anécdotas del rodaje y repasó el ambiente del equipo, al que define como una familia televisiva en la que se forjaron amistades que perduran. Su relato transmitió una mezcla de cariño y vértigo al rememorar una época que, para él, fue irrepetible.
El intérprete explicó también por qué no se unió a La que se avecina tras el final de la serie en Antena 3. Según detalló, su carrera se volcó en el cine: “Han pasado muchas cosas. Uno, que yo llevo en 17 años tres películas. He estado 10, 4 y 3 y eso me ha quitado 17 años de mi vida, que no he podido trabajar como actor, no he podido hacer nada. Eso por un lado. Y luego, por otro lado, que no se han dado nunca las circunstancias. Que siempre o estaba en la pre [producción] o rodando o preparando”.
Ahora, con 52 años, Guzmán disfruta de una etapa muy distinta, centrada en su faceta como realizador. Tras ganar el Goya al mejor director novel por A cambio de nada en 2015 y estrenar La deuda, mantiene la misma dedicación que le llevó a escribir y rodar sus propios proyectos durante años. En aquella primera película descubrió a Miguel Herrán, que más tarde triunfaría en La casa de papel.
Aunque reconoce que sería emocionante un regreso de Aquí no hay quien viva, sabe que las ausencias de actores como José Luis Gil, Emma Penella o Mariví Bilbao lo hacen prácticamente imposible. “Sería maravilloso”, admitió, pero también añadió que faltan demasiadas piezas esenciales. Y, como él mismo dice, hay etapas que cuesta dejar atrás, sobre todo cuando ya forman parte de la historia de la televisión.

