Loading...

Lola Herrera, 90 años: “El deterioro me asusta, pero es natural, pues no puedes ser eternamente joven; la edad te permite ser más rara, más natural y pararte a pensar que la carrera de la vida tiene un fin”

Vida y escena

La actriz ya reflexionaba hace más de una década sobre el paso del tiempo, la soledad elegida y la maternidad, en una conversación que hoy resuena como testamento vital de lucidez y serenidad

Lola Herrera, en una imagen de archivo.

Alberto Ortega - Europa Press

Antes de alcanzar la novena década, Lola Herrera ya se anticipaba. En el año 2012, una de las actrices más laureadas de nuestro país evidenciaba en una charla con la revista Diez Minutos una relación madura y lúcida con el paso del tiempo. Por entonces, mientras seguía ligada al teatro y emprendía un proyecto de moda y decoración junto a su hijo Daniel, la intérprete de Cinco horas con Mario hablaba sin melancolía ni dramatismo de lo que suponía envejecer. Una fase inevitable, pero también liberadora.

El encuentro revelaba a una mujer que había aprendido a dejar ir y a aligerar vida. “Hace unos años que vacié las paredes de mi casa porque me encantaba verlas desnudas”, confesaba, para después añadir que “he simplificado mi vida en la medida que puedo hacerlo porque no quiero atarme a nada”. Sus palabras, hoy leídas desde la perspectiva de los 90 años que cumplió el pasado junio, cobran el valor de una filosofía de resistencia tranquila: vivir lo que toca, sin nostalgia ni impostura.

“El deterioro me asusta, pero es natural”

La actriz reflexionaba sobre la vejez como un proceso que enseña a aceptar

13 años atrás, la vallisoletana reconocía con una serenidad que desarmaba: “El deterioro me asusta, pero es natural, pues no puedes ser eternamente joven. La edad te permite ser más rara, más natural y pararte a pensar que la carrera de la vida tiene un fin”. No había lamento en sus palabras, sino una observación afilada, casi científica, sobre el paso del tiempo. Se sabía parte del ciclo y, lejos de buscar artificios, apostaba por la autenticidad: “No quiero ir disfrazada de chica de 20 años; quiero ropa adecuada a mi edad”.

Por entonces acababa de inaugurar Bababa, un espacio de moda y arte, convencida de que “dar rienda suelta a los proyectos que llevas dentro” era la única forma de mantener el pulso vital. “Mi cabeza sigue tan activa como cuando tenía 30 años”, decía, y esa frase, sencilla, resume una energía que ha sostenido más de siete décadas de carrera. En su discurso no había una defensa del pasado, sino un elogio del presente continuo: “La vejez tiene muchas compensaciones... Una de ellas, aprender a vivir lo que toca en cada momento”.

Lola, en una imagen de archivo.

Ricardo Rubio - Europa Press

“Nunca he perdido la cabeza por amor”

En la misma entrevista habló del amor, la maternidad y la elección de la soledad

La actriz también abordó otras parcelas de su biografía con la misma franqueza. “Nunca he perdido la cabeza por amor”, aseguró, aunque matizó con ironía: “Bueno, miento, la he perdido un ratito, pero muy poco tiempo”. En su relato tampoco se atisbaba rencor ni arrepentimiento, sino una constatación práctica: “Me di cuenta de que no me convenía perder la cabeza por nadie, porque eso solo me traería disgusto tras disgusto”.

Sobre la maternidad, habló con una mezcla de ternura y realismo. “He hecho lo que he podido y sabido”, decía, para después señalar que “a veces me he reprochado haber antepuesto siempre a mis hijos, porque yo también tenía derecho a vivir”. Reconocía que ejercer de padre y madre fue “muy difícil”, pero también una fuente de aprendizaje compartido: “Yo a ellos [les enseñé] lo que sabía, y ellos a mí cosas maravillosas”. 

Así, su visión del vínculo familiar no se apoyaba en la amistad, sino en la confianza: “Sabes que tus hijos no te van a traicionar nunca, como tú tampoco a ellos”. El retrato de una mujer sin miedo a la verdad, que había hecho del escenario un refugio y de la vida una función sin ensayo, como la coda natural a una existencia vivida con rigor y sentido del tiempo. De aceptar, seguir, pensar y, sobre todo, actuar.