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El pequeño pueblo de Jaén que marcó la infancia de Juan del Val tiene poco más de 1.000 habitantes: “Pasé veranos felices escuchando hablar a hombres y mujeres sentadas en la puerta tomando el fresquito”

Raíces andaluzas

El municipio, de poco más de un millar de habitantes, conserva tradiciones, paisajes y recuerdos que el escritor recuerda con especial cariño

Juan del Val, con el Premio Planeta 2025.

Llibert Teixidó / Propias

Convertido en rostro habitual de El Hormiguero como colaborador de las tertulias de actualidad semanales, este jueves Juan del Val pasó al otro lado de la mesa como entrevistado en el espacio de Antena 3. En conversación con Pablo Motos, el escritor ahondó en sus experiencias recientes y en la recepción  del Premio Planeta 2025 por su novela Vera, una historia de amor. Un repaso a ese presente que, como en cualquier relato, no se entendería sin hacer una revisión del pasado.

No es ningún secreto que el escritor nació en Madrid. No obstante, quizás menos de sus seguidores tengan en el radar que parte de sus primeros años estuvo íntimamente ligada a la provincia de Jaén. Fue en el pueblo de su madre, donde vivían sus abuelos y algunos tíos, donde ha reconocido que pasó largas jornadas de verano. Rodeado de vida rural y olores del campo, hay experiencias que sigue evocando con detalle en publicaciones de sus redes. “En el pueblo pasé veranos felices en 'la calle de las buenas noches' montando borricos para ir a ver las olivas, atando mulos a las rejas, merendando pan con aceite y azúcar, bañándome en las albercas y escuchando hablar a hombres y mujeres sentadas en la puerta tomando el fresquito”, relató en Instagram tras una visita reciente. Pero, ¿qué pueblo?

Recuerdos que permanecen

Sorihuela del Guadalimar, un enclave de Jaén que conserva su historia y tradiciones

El lugar que con tanta nostalgia recuerda el marido de Nuria Roca es Sorihuela del Guadalimar, un pequeño municipio de la provincia de Jaén con una población de 1.034 habitantes según recogió el INE de 2024. En lo territorial, está situado a unos 115 kilómetros de la capital de la provincia, así como forma parte de la comarca de Las Villas y está incluido dentro del Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas. Un entorno protegido que, cabe reseñar, conserva ríos, montañas y parajes naturales de notable valor.

Sorihuela del Guadalimar, en Jaén.

Wikimedia Commons

Además, el pueblo de los veranos de Juan cuando era niño se encuentra rodeado de olivares y campos de cereal, que son precisamente los sectores que históricamente han sostenido la economía local. Sea como fuere, en los últimos años, el turismo rural se ha ido imponiendo, de modo que informaciones más recientes apuntan a que negocios como bares y cafeterías han encontrado en los visitantes un aliciente perfecto para mantenerse. Todo entre restaurantes del pueblo como el Café Bar Return o el Bar Los Jubilados, que en sus menús ofrecen platos típicos de la zona como lomos en manteca y migas sorihueleñas. El reflejo de una gastronomía sencilla e inexorablemente ligada al territorio.

En lo que la historia de Sorihuela del Guadalimar se refiere, esta se remonta al siglo IX, cuando una fortaleza árabe se levantó en la zona para proteger la Cora de Yayyan. Ahora bien, de esa época solo queda el Torreón Árabe, mientras que la Iglesia Parroquial de Santa Águeda, que data del siglo XVI, y la Ermita de Santa Quiteria se erigen en los otros referentes históricos principales que se pueden visitar. Eso sí, a lo anterior se le suma que el municipio ofrece rutas de senderismo como la Vía Verde del Guadalimar, o rincones naturales como el Charco del Aceite. Enclaves ideales para disfrutar de una panorámica del paisaje serrano.

Cada visita es un regreso

Juan mantiene un vínculo profundo con el pueblo y los recuerdos de sus veranos

El escritor nunca ha perdido el contacto con Sorihuela del Guadalimar, donde sigue viajando cada año. Durante estas estancias revive parte de su niñez, como confesó en su perfil de Instagram: “Ya nada es igual, ellos ya no están, pero cada año que vengo aquí soy durante un par de días un niño de ocho años atento a la vida… Y el año que viene otra vez. ¡Dios quiera!”. 

Entre los nombres que recuerda con cariño se encuentran sus abuelos, tíos y vecinos que formaron parte de sus veranos: “Juan Ángel y Antonia, Pepe El Pontonero, la Dioni, la tía Lola, el tío Inocente, Miguel y Tomasa, la tía Águeda y José…”. De lo anterior se hace evidente que para Juan estas visitas son más que un paseo por la memoria. Más bien son su particular manera de reconectar con sus raíces. Con aquella vida, sus aromas y sabores. Los que marcaron su infancia.