El pueblo costero de Galicia donde Marta Sánchez pasó los veranos de su infancia: “Significa mucho para mí”
Memoria viva
En el mapa más íntimo de la artista existe un vínculo con la villa pontevedresa de Sanxenxo que marcó los primeros estíos de su vida
Marta Sánchez, en una imagen de archivo.
La presencia esta noche de la intérprete de himnos como Soy yo, Desesperada o Soldados del amor en El Hormiguero llega envuelta en la expectación habitual. El programa recibe a Marta Sánchez para repasar proyectos musicales, momentos personales y algunas historias que aún laten en su memoria. Entre ellas aparece un escenario de luz atlántica que acompañó su crecimiento, un rincón donde el mar marcaba el ritmo de cada verano y donde la artista aprendió a moverse entre amistades, descubrimientos y primeros sueños.
Ese lugar es Sanxenxo, la villa marinera que, desde la ría de Pontevedra, se abre hacia playas luminosas y un casco urbano moldeado por décadas de turismo. Allí veraneó desde los tres hasta los dieciocho años en el apartamento que sus abuelos tenían en el complejo Arnelas. Ese enclave vuelve ahora al presente gracias a la conversación que la cantante mantuvo en Volver con…, el programa de RTVE de 2010 en el que recordaba que “aquí se despertaron mis ambiciones”. En sus palabras se dibuja un territorio de infancia donde las mareas convivían con la curiosidad y el bullicio estival.
Lo recordó hace 15 años
Los veranos en el norte que la marcaron para siempre
Sanxenxo, uno de los municipios gallegos con más plazas hoteleras, multiplica su población cada verano. Sus playas urbanas –Silgar, Baltar y Caneliñas– reúnen cada temporada un mosaico de visitantes que buscan aguas limpias, paseos marítimos anchos y la silueta de A Madama en la escollera. En ese entorno veraneaba la joven cantante, ajena a la posterior fama, mientras aprendía a moverse entre pandillas y juegos.
La playa de Silgar, en Sanxenxo.
El programa de la pública reconstruyó ese mosaico con paradas en los lugares más significativos. Madre e hija caminaron por la orilla de Silgar, repasaron compras en una marisquería y visitaron el restaurante Rotilio, un clásico con vistas al mar. Allí los recuerdos revivieron al reencontrarse con Paula, amiga de la infancia. Las imágenes añadieron capas a una historia de veranos donde la arena convivía con cámaras antiguas, tardes de piscina en Arnelas y travesuras vigiladas por Albino, el conserje que imponía horario en la urbanización.
Y es que la villa ofrece mucho más que playas concurridas. Su puerto deportivo, ampliado en los años 80, es hoy un núcleo de actividad náutica desde el que parten rutas hacia la isla de Ons. Cerca, la zona de Portonovo mantiene su identidad marinera, con una lonja activa y arenales como Canelas y Caneliñas, muy ligados al ocio juvenil. Esa geografía marcó los días y noches de la joven veraneante, que volvía en el programa a locales emblemáticos y a amistades estivales que compartieron música y primeros romances.
Marta Sánchez en el programa “Volver con...” En 2010.
“Aquí se despertaron mis ambiciones”
Un paisaje esencial en su historia personal y profesional
Más allá del litoral, Sanxenxo conserva un notable patrimonio arqueológico y religioso. En sus parroquias se levantan iglesias románicas como las de Dorrón o Noalla, y en su entorno aparecen castros como el de Punta Elmo. Pasear por estas zonas permite descubrir cruceros, hórreos y elementos etnográficos que mantienen vivo el pulso de la tradición. Ese contraste entre turismo moderno y raíces profundas forma parte del paisaje que acompañó los veranos de la artista, un escenario en el que convivían fiestas patronales, navegación al atardecer y noches de adolescencia.
La última visita televisiva a estos lugares, recogida en el espacio antes mencionado cerraba con reencuentros en el puerto, conversaciones con antiguos amigos y un regreso a la discoteca Zoo. Entre risas, música y recuerdos compartidos, se dibujaba la huella que Sanxenxo dejó en su historia. Esa huella se asoma ahora de nuevo, mientras la cantante se prepara para su aparición en el plató de Pablo Motos, con la misma naturalidad con la que el mar de la ría continúa bañando el pueblo que, como ella expresó, “significa mucho para mí”.