Así es el salón clásico de Yolanda Ramos, repleto de recuerdos: 2 sofás y una estantería de obra para guardar sus lecturas favoritas
Casas de famosos
Un vistazo al refugio doméstico de la actriz y humorista, cuyo espacio principal combina tradición, color y una estantería repleta de objetos que recorren su trayectoria
Yolanda Ramos, en una imagen de archivo.
Es una de las reinas del humor patrio. Pocos dirán que Yolanda Ramos no ha sido la responsable de que hayan soltado una carcajada. La catalana, que ha pasado por todo tipo de formatos siempre fiel a su hilarante personalidad, ahora comparte aventuras en Hasta el fin del mundo, el concurso de La 1 en el que viaja con su sobrina Ainoa. Algunas de lo más delirantes, hasta el punto de que en el último episodio ambas vivieron un ritual chamán entre risas y confesiones. Una escena que, ante todo, recordó la naturaleza espontánea de la intérprete. La misma que en el pasado ha llevado a programas como Homo Zapping, Tu cara me suena o Hable con ellas.
La cuestión es que en ese recorrido televisivo contrasta con el silencio del lugar donde desconecta. Su casa en el centro de Madrid es su punto de equilibrio y, dentro de ella, el salón ocupa un papel central. Allí conviven las piezas que ha ido eligiendo a lo largo de los años. Una mezcla de clasicismo, color y memoria. Ese espacio, que muestra en ocasiones a través de sus redes, sirve como contrapunto a los rodajes, la presión de los directos y los viajes que acompañan a su trayectoria.
Rincón esencial
Un salón blanco que multiplica luz (y los recuerdos)
El salón está completamente pintado de blanco: paredes, molduras y estanterías. Ese fondo neutro potencia los elementos clave, entre ellos el sofá principal, un modelo amarillo mantequilla que se ha convertido en una de sus señas decorativas. Protegido con funda y acompañado de cojines estampados, introduce una nota fresca en un ambiente que mantiene guiños clásicos, como la mesa de centro de madera con superficie de cristal situada justo enfrente.
Yolanda en su salón, en una imagen de redes sociales.
A un lateral, una butaca de grandes dimensiones con estampado de cuadros vichy en tono verde actúa como segundo asiento. Su presencia refuerza la mezcla de estilos que caracteriza la estancia, donde conviven toques retro, piezas tradicionales y elementos más modernos. El suelo de baldosas originales completa esa estética que remite a las viviendas de antes, manteniendo la historia propia del edificio y aportando textura al conjunto.
La pared principal está ocupada por una estantería de obra también blanca. Sus baldas, distribuidas de lado a lado, reúnen libros, tazas antiguas, fotografías, galardones y una máquina de escribir. Cada objeto parece elegido para recordar un episodio distinto, desde proyectos profesionales hasta etapas personales que la intérprete ha compartido con su público. Es ahí donde se aprecia con más claridad su vínculo con la memoria, en una composición que ordena y, a la vez, muestra.
En la estantería de obra reposan todo tipo de objetos.
Más que decoración
El pequeño sofá retro y los detalles que hablan de su vida
En el lateral del salón aparece un tercer asiento, más pequeño, con estampado de rayas en tonos azules y verdes. Esa pieza añade un sello retro al conjunto y confirma el gusto de la humorista por el mobiliario vintage. Junto a él, algunos cuadros abstractos introducen color y armonizan con el resto de objetos de la estantería, donde también destaca una planta que aporta un punto natural al espacio.
De todo lo anterior se extrae que la estancia no solo funciona como zona de descanso. De algún modo, parece haberse convertido en un refugio cotidiano y en un escenario desde el que Yolanda mira su recorrido. Allí lee, trabaja, prepara proyectos y desconecta de la vorágine de rodajes y concursos como el que ahora comparte con su sobrina. Y en ese equilibrio entre luz, tradición y recuerdos encuentra el orden necesario en la previa a cada regreso a la pantalla.