Marina Rodríguez, librera: “El reto más grande es el margen tan pequeño que hay en el libro”

Un sueño literario

Marina abrió su librería en medio del Raval con el objetivo de crear un punto de encuentro entre libros, cultura y creatividad

Marina Rodríguez en su librería, Nocturama

Marina Rodríguez en su librería, Nocturama 

Jara Bravo

Hace tres años, entre las calles, voces y ritmos del Raval, nació un pequeño oasis literario. Un punto de encuentro donde la imaginación, la curiosidad y la conexión se convierten en protagonistas a través de la lectura. Marina Rodríguez decidió dejar atrás su vida anterior para cumplir uno de sus sueños: abrir una librería. Después de meses de planificación y esfuerzo,  recibió las llaves de un pequeño local y, con ellas, una promesa llamada Nocturama.

Su nombre proviene “de un concepto a priori terrorífico” que surge a Austerlitz de W.G Sebald. “Un nocturama es una zona a un zoológico donde viven los animales que son activos por la noche. Para que los humanos los podamos observar, los encierran en un cubículo y los hacen creer que durante el día real es de noche. Es decir, a la inversa. Entonces, viven en una constante simulación”, explica Marina. Esta imagen permite al autor reflexionar sobre la memoria histórica e íntima, sobre aquello que retenemos y aquello que inventamos. “Pensé: 'Un nocturama es la ficción'”, afirma la librera.

La librería Nocturama se encuentra en la calle Peu de la Creu

La librería Nocturama se encuentra en la calle Peu de la Creu

Jara Bravo

Con esta idea como base, la librería aterrizó con calma, determinación y ternura en el corazón de un barrio que siempre está en movimiento. La decisión de dar vida al proyecto se gestó tras toda una trayectoria vinculada a la cultura. Después de estudiar Bellas Artes, formarse en conservación y restauración de patrimonio y buscar trabajo en Londres, Marina volvió a Barcelona.

Se inició en el oficio de librera en algunas grandes superficies y otras librerías más pequeñas, como Finestres u Ona. Durante este periodo, construyó una sólida red de distribuidores y editoriales y completó varios cursos, uno de ellos sobre como formar su propia empresa. Fue entonces cuando sintió que era el momento de crear un proyecto propio. “Entiendo la literatura como una manera de comunicarse con alguien. Es un pretexto para poder conectar con alguien”, expresa.

Las librerías de barrio, tienen un terreno diferente que yo creo que conecta más con la persona de tú a tú”

News Correspondent

Al observar que a menudo el mundo del libro mantiene “una distancia muy grande entre el lector final y este mundo al cual pertenecemos la gente que trabaja con los libros”, Marina decidió “crear mi propio espacio”. Quería que Nocturama fuera un refugio para todas las personas que buscaban un vínculo a través de la literatura. “Los espacios pequeños, las librerías de barrio, tienen un terreno diferente que yo creo que conecta más con la persona de tú a tú. Y esto es el que yo buscaba”, ha manifestado

Los retos de emprender una librería

Las circunstancias económicas y sociales actuales dificultan enormemente emprender. Es un camino largo y lleno de desafíos que solo las personas más valientes deciden recorrer. “El reto más grande es el margen tan pequeño que hay en el libro. El precio lo establece el editor y una librería pequeña normalmente tiene el 30%. Tú de lo que vendes, obtendrás un 30% y de este 30% salen todos los gastos”, comenta Marina. Así, “tienes que vender muchos libros para que este tanto por ciento pueda subir un poquito y tú, al final, seas una persona que no estés precarizada”, apunta la librera.

Marina Rodríguez en el interior de su librería

Marina Rodríguez en el interior de su librería

Jara Bravi

Además, el sector del libro es extremadamente fluctuante. “Tenemos épocas como por ejemplo Navidad o Sant Jordi que son buenísimas, pero después llega un enero o febrero que es terrible. O un julio y agosto”, señala Marina. De hecho, confiesa que “lo que sostiene ahora mismo mi negocio es mi propio deseo”, junto con el apoyo de su círculo íntimo y de la clientela que confía en ella. A pesar de que reconoce que la librería todavía no es solvente, mantiene la esperanza que lo sea. “Por eso trabajo cada día, trabajo muchas horas y pongo toda mi pasión”, nos comenta.

El Raval, espacio de cultura y convivencia

Hay barrios con identidad propia y el Raval es uno de los más potentes. Diverso, vibrante y profundamente auténtico, aquí es donde Marina encontró la esencia que necesitaba su librería. “Es cierto que no fue mi primera opción. Hice un estudio de mercado sobre donde había librerías en Barcelona que sean pequeñas e independientes. Miré el mapa e iba buscando y mirando locales. Y no me sentía cómoda porque había una cuestión alejada del espíritu que yo quería transmitir con la librería”, narra.

Finalmente, estuvo en el centro de la ciudad donde encontró lo que buscaba: “La convivencia entre todas estas personas”. Además, reivindica la importancia de ocupar espacios propios. “No es impensable que abra otra frutería en el Raval, pero es impensable que abra una librería. ¿Por qué? Si yo misma no ocupo el espacio que quiero que conviva con esta Barcelona nueva que tenemos...”, reflexiona.

La propietaria de Nocturama admite que “no es una decisión fácil” y que probablemente “me iría mucho mejor en otro barrio donde la renta media fuera mucho más alta que en el Raval”, pero es aquí donde ha encontrado “muchísima gente que tiene profesiones artísticas y que tiene unas curiosidades brutales”. Y no solo esto. “He descubierto que en el Raval hay mucha red vecinal. Somos pocos, pero somos fuertes. Nos conocemos entre todos. Hay una red comercial, en la que nos intentamos sostener los unos a los otros porque estamos en el mismo barco.

Los vínculos más especiales

A pesar de que la literatura siempre ha formado parte de su vida como lectora apasionada, Marina tenía muy claro que quería que su librería fuera más que un lugar donde vender libros. “La cuestión es asociar el mundo del libro al hecho de que pasen cosas. Es decir, una librería no puede vender solo libros, tiene que hacer muchas cosas. Presentaciones, clubes de lectura, exposiciones, inventarte fiestas, lo que sea”, asegura Rodríguez. Con esta intención, Nocturama nació como “un espacio de encuentro” y las sensaciones después de cada club de lectura son muy positivas.

“Es un espacio donde la gente se siente libre de comunicar lo que quiera. Son gente de edades muy diversas, de profesiones muy diversas. Hay tan buen rollo que después tomamos algo y observo de repente como la gente ya se ha encontrado. Yo solo he puesto el espacio, las ganas, el resto lo han hecho ellos”, ha comentado. Precisamente aquí yace la fuerza de las pequeñas librerías: “Es un punto de encuentro que cohesiona la gente que quiere compartir. Una librería no es solo un lugar donde vendes una cosa de papel. Vendes una narrativa, una ficción, un punto de encuentro, un lugar donde poder hablar”, expresa, entusiasmada. Una luz “lunática y ravalera” que ya actúa como faro para muchos vecinos y vecinas que han encontrado en esta librería una comunidad.

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