La salida de Pedro Piqueras marcó un punto de inflexión, pero de un tiempo a esta parte ya está Carlos Franganillo más que acomodado en Informativos Telecinco. El periodista conduce la edición nocturna del informativo desde comienzos de 2024 –y ahora junto a Ángeles Blanco–, en un plató renovado y al frente de un equipo que ha logrado estabilizar audiencias en un horario cada vez más competitivo. El aterrizaje, que llegó tras casi dos décadas en RTVE y tras años como corresponsal en Moscú y Washington, supuso un cambio evidente de ritmo. Y ahora, con meses de rodaje y sin la presión del estreno, aflora una faceta menos visible del comunicador.
Ese perfil doméstico y casi íntimo que asomó en una conversación mantenida con El Mundo en 2022. Allí dejó entrever hábitos, aficiones intermitentes y un sentido práctico para organizar una vida con cuatro hijos y horarios variables. Aquel retrato, que ahora cobra nueva luz en su etapa en Mediaset, mostraba a un profesional de verbo calmado que evitaba las poses y prefería centrarse en datos y rutinas sencillas. Y eso que, a ratos, sus recuerdos de corresponsal convivían con confesiones sobre deporte, música o cocina, pero siempre desde la misma contención que predica en pantalla.
“Lo que más me gustan son los erizos de mar”
La vertiente culinaria del presentador y la cocina como refugio familiar
En aquella entrevista, el informador reconocía que apenas tenía tiempo para aficiones, aunque sí encontraba huecos para la cocina. Explicó que se defendía con “tres o cuatro platos”, casi siempre recetas de cuchara. Mencionó arroces, callos y, por supuesto, fabada, que prepara con la naturalidad del que ha crecido en Asturias. Lo más llamativo llegó al hablar de gustos: “Lo que más me gustan son los erizos de mar, los oricios, que siempre se han comido en Asturias, y que me parecen un manjar mejor incluso que el caviar”. Una declaración que, más allá de la comparación, dibuja la conexión constante con su tierra.
Los oricios, el plato predilecto de Franganillo, son típicos en Asturias.
El propio comunicador apuntaba que el tiempo libre es escaso, marcado por la logística familiar. Entre grabaciones, reuniones de edición y responsabilidades internas, se abre paso un espacio para correr y mantenerse en forma, una costumbre que mantiene desde hace años. También hablaba de música: del country a la copla, pasando por la electrónica, pero siempre al margen de las modas. Esa distancia respecto al ruido cultural coincidía con su visión del periodismo, que definía como un oficio técnico en el que la emoción debe quedar fuera del relato.
En el ámbito profesional, aquel Franganillo de 2022 se detenía en sus años de corresponsal y en la exigencia de las entrevistas políticas. Admitía que no era el terreno donde más cómodo se siente y que, en ocasiones, el intercambio con responsables públicos derivaba en “un diálogo de besugos”. También recordaba episodios tensos, como un directo en la frontera con Ucrania que estuvo a punto de quedar marcado por un incidente con un niño refugiado. Lo relataba con precisión, sin dramatismos, en una muestra de ese estilo frío y directo que siempre reivindica.
“Han sido meses de muchísimo aprendizaje”
El balance de su debut en Telecinco y la trastienda de un informativo de noche
Ya desde su posición actual, en una conversación con Guyana Guardian que data del pasado 2024, el presentador resumía su salto a Telecinco como un proceso de adaptación intenso. Reconocía que, al asumir la edición de un informativo, se atraviesa una fase lógica de inseguridad: decisiones rápidas, apuestas editoriales y la búsqueda de un criterio afinado. Destacaba el funcionamiento de un equipo “bien engrasado”, capaz de reaccionar con rapidez ante noticias de última hora, y señalaba coberturas que le dejaron satisfecho, como el especial del 11-M o la respuesta inmediata al incendio de Valencia.
Angeles Blanco y Carlos Franganillo presentan juntos la edición nocturna de 'Informativos Telecinco'.
También admitía que no todo había sido simple. Recordaba el despliegue en El Hierro, apenas dos semanas después de su llegada, cuando se batía un récord de llegadas de inmigrantes. Las prisas, contaba, dejaron un sabor agridulce aunque la emisión salió adelante sin que el espectador percibiera dudas. En paralelo, reflexionaba sobre la diferencia entre trabajar en medios públicos y privados, insistiendo en que las presiones existen en cualquier redacción y que lo esencial es mantener una visión honesta, lejos del sensacionalismo y del ruido que impregna la actualidad.
En ese examen personal, explicaba también las razones que le llevaron a aceptar la oferta: un proyecto ambicioso a largo plazo y una oportunidad para construir una nueva etapa informativa. Subrayaba que, en un ecosistema saturado de mensajes, el reto pasa por seguir siendo un referente fiable, incluso si no se llega primero. Y con esa misma serenidad, añadía que los consejos de Piqueras apuntaban en la misma dirección: claridad, rigor y distancia frente a las trincheras mediáticas que todo lo contaminan. Una hoja de ruta que, unida a sus gustos discretos por los oricios y la cocina pausada, completa el retrato menos visible de uno de los rostros del momento.
