Los amantes de los deportes invernales apuran al máximo la temporada. Disfrutan de su pasión sólo unos pocos meses. Al menos por estas latitudes, donde además cada vez nieva menos. Así que haga el frío que haga, los esquiadores ansían que acabe la jornada laboral del viernes, para partir hacia estaciones de esquí como la de Formigal, en el Pirineo de Huesca.
Noche de viernes: Desconexión total
En escasas horas de viaje el bullicio del asfalto desaparece y surge un entorno radicalmente distinto. Conforme se remonta el valle de Tena por la carretera A-136, quedan atrás los problemas del día a día. El decorado natural, cada vez más invernal, los aleja. Hasta que por fin la nieve lo inunda todo. Es entonces cuando se ha llegado al área más al norte de la estación Aramón Formigal-Panticosa.
Y la desconexión es absoluta cenando en el restaurante La Glera. Ni los todoterrenos más ostentosos llegan aquí. La única forma de alcanzar el establecimiento es a bordo de un ski ratrack. Es decir, una máquina pisapistas preparada para subir a los 18 exclusivos comensales que pueden acudir cada noche.
Restaurante de La Glera situado a más de 2.000 metros de altitud
A 2.020 metros de altura una vieja cabaña de pastores se ha reconvertido en un restaurante de montaña. El menú, no podía ser de otro modo, está dominado por la tradición y sobre todo por un chuletón de vacuno de gran calidad. Un manjar cocinado a la puerta de la cabaña, en un fuego rodeado por la nieve y la oscuridad de la noche. ¡Memorable la estampa y los sabores!
Mañana del sábado: a esquiar
Los 182 kilómetros esquiables de la estación atraen a miles de aficionados cada fin de semana. Por eso dormir el viernes en destino ahorra atascos y permite aprovechar a tope la jornada en las pistas de Formigal. Ahí se alcanza una cota máxima de 2.265 metros y se dispone de pistas de todos los niveles, desde las más sencillas balizadas de azul, hasta las pistas negras para los esquiadores y riders más expertos.
En Formigal hay descensos vertiginosos para esquiadores expertos
Cada cual que busque los recorridos adecuados y se deslice por la nieve para gozar de un deporte que va más allá de lo físico. Es evidente su recompensa a la hora de quemar calorías. Pero el entorno natural donde se desarrolla, el aire libre y el sol, incluso esa velocidad aliada con la concentración para zigzaguear evitando accidentes, es una invitación a segregar adrenalina y dopamina. O sea, tener sensaciones de lo más placenteras.
El snowboard y el esquí alpino conviven en las pistas de Formigal
Si bien, antes de agotarse y que fallen los reflejos, hay que descansar. Sin salir de pistas hay varias opciones. Una es Cabaña de Izas by San Miguel. Es como una isla rodeada de nieve donde beberse una cerveza y disfrutar del bálsamo musical de los dj invitados. Y ya puestos tomarse un bocado vigorizante en forma de hamburguesas gourmet, alguna diseñada por renombrados chefs como Bosco Castro, más conocido en redes como B de Vikingo.
Sábado por la tarde-noche: salir de fiesta
Los esquiadores de pura cepa consumen hasta el último minuto de apertura de pistas. El precio de los forfaits tampoco está para desperdiciar tiempo y dinero. Pero una vez que se echa el cierre, no se acaban los atractivos. A media tarde da comienzo el denominado après ski y en Formigal presumen de ser un templo para los aficionados a este tipo de fiestas gracias a la presencia de la discoteca a cielo abierto que es Marchica.
El 'après ski' Marchica es célebre entre todos los esquiadores del Pirineo
Por aquí pasan algunos de los dj más seguidos del panorama nacional y durante varias horas la música y el baile no cesa, independientemente de que los copos de nieve o el frío también acudan a la cita. El espectáculo y la diversión están garantizados, así como los sold out. De hecho, la clientela desearía que la fiesta se prolongara más. Pero los altavoces se apagan sobre las nueve y media de la noche.
Es el momento de irse a cenar y buscar un poco de calma reparadora en algún restaurante de la localidad. Si bien, quien se quede con ganas de más marcha, puede optar por cenar en M The Club, con su divertido menú y la posterior entrada a la discoteca M Big Room, donde los más trasnochadores alargarán el sábado.
Un vínculo que viene de lejos
El vínculo entre Aramón y San Miguel viene de lejos y es palpable en todos los negocios de restauración de las estaciones de esquí de Formigal-Panticosa, Cerler y Javalambre-Valdelinares. Aunque quizás la máxima expresión de esta alianza sea el ya célebre escenario de Marchica, donde la cervecera programa cada año eventos musicales muy esperados por la comunidad de esquiadores.
De hecho, el éxito de Marchica ha generado la M Experience que llega al resto de estaciones del Grupo Aramón con espacios como el après ski Remáscaro en Cerler donde los dj tienen su cabina sobre una máquina pisapistas. O la Cabaña 1900 en la zona más alta de Valdelinares.
Domingo por la mañana: opciones al esquí
El final de una escapada a Formigal, sí o sí tiene que ser sobre la nieve. Sin embargo, eso no tiene por quée significar esquí alpino o snowboard. Es cierto que aquí no hay ningún recorrido de esquí nórdico, a diferencia del área de Panticosa, pero sí que existe la opción de bajar en trineo e incluso de atreverse con el freestyle en la zona del snowpark.
Las excursiones en raquetas son una alternativa al esquí alpino
Aunque para acabar el domingo con un relax total, una estupenda alternativa es calzarse unas raquetas y hacer la ruta del valle de Sarrios con principio y final en la propia estación. Es un modo ideal de gozar de la nieve a cámara lenta, lo que tiene como ventaja la mejor contemplación del paisaje pirenaico. Una visión que habrá que mantener en la retina hasta la siguiente escapada, porque el domingo ya es día de regresar a la cotidianeidad.


