Hay mil razones para tomar un avión o un ferry hasta Mallorca. Y muchos de esos motivos se hallan en la capital de la isla. A estas alturas es complicado contar nada nuevo sobre uno de los destinos turísticos más demandados de Europa, pero aún así siempre aparecen sorpresas en Palma. Basta con pasear, caminar con los sentidos abiertos y llevar ganas de descubrir nuevos reclamos.
Por ejemplo, si se llega a la isla a través del aeropuerto de Son Sant Joan en cuanto se salga de la terminal y se tome la carretera pronto llamará la atención un paisaje de campos de labor donde emergen unos peculiares molinos. Molinos destinados a paliar un problema histórico en Baleares, la falta de ríos.
De manera que a partir del siglo XIX comenzaron a surgir estos ingenios capaces de hacer emerger el agua dulce del subsuelo. Un recurso que ha regado durante décadas los fértiles campos del Pla de Mallorca. Pues bien, como en tantos otros sitios, también aquí la agricultura ha perdido terreno, pero aun así muchos molinos permanecen en pie.
Eso sí, adaptados a nuevos usos. Paradigma de ello es una de las nuevas apuestas hoteleras de Palma. El hotel Son Molí Country House, abierto recientemente y destinado a ser uno de los puntales del llamado agroturismo en la capital balear. Una experiencia que propone conocer la otra Palma.

El bar es el punto de encuentro para los huéspedes del Son Molí
A apenas un cuarto de hora del casco urbano, el contraste de sensaciones con la ciudad no puede ser mayor. Es como una vuelta a la tranquilidad que atrajo a los primeros turistas al archipiélago. Las 22 habitaciones de Son Molí Country House ocupan lo que antes eran las estancias de una explotación agrícola tradicional.
De hecho, se ha tratado de recuperar al máximo posible el aspecto de la más típica arquitectura de piedra mallorquina, para dar la sensación de refugio, de retorno al origen y de agradable acogida.
Aquí todo invita a la desconexión, a alejarse del mundanal ruido gracias a recorridos en bici, sesiones de yoga junto a la piscina, realización de talleres de artesanía y hasta eventos musicales al aire libre o en el bar de atmósfera tan cosmopolita. Al igual que es posible darse un garbeo por el huerto del hotel, un trocito de terreno que abastece de sabores y aromas al restaurante del establecimiento.
Y quién lo desee puede acercarse hasta el mar, ya que la playa del Arenal se encuentra a solo diez minutos. Por lo tanto, es un lugar magnífico para descubrir el clima y la calma que siempre buscaron los viajeros en este trocito del Mediterráneo.

Una de las 22 habitaciones que ofrece el hotel Son Molí
Puede parecer mentira, pero la vorágine de Palma está a un paso de Son Molí. Tan cerca y tan lejos, al mismo tiempo. Aun así, a los más urbanitas quizás no les guste distanciarse tanto de las calles palmesanas. Sobre todo, de las callejas peatonales y plazas que guardan un patrimonio histórico artístico que ha sabido adaptarse al devenir del tiempo y la llegada del turismo.
Tal vez el máximo ejemplo del patrimonio que evoluciona con los tiempos sea el monumento por excelencia. La impresionante catedral de Santa María, literalmente asomada al azul del mar. Este templo lleva en su ADN esa capacidad de progreso y adecuación a nuevas épocas.

Interior de la Catedral de Palma con el altar mayor proyectado por Gaudí
Ya hace más de un siglo que Gaudí planificó una reforma del altar mayor de la catedral. Una obra ahora plenamente asimilada, pero que en su momento fue tan polémica y criticada como la apertura en 2006 de la capilla del Santísimo concebida por Miquel Barceló con sus formas naturales de potente expresividad. Y si la catedral gótica es capaz de adaptarse a las nuevas corrientes, lo mismo pasa con el resto del patrimonio palmesano.
En la enrevesada maraña de calles antiguas todavía es posible toparse con comercios de otra época como la pastelería de La Pajarita o la juguetería La Industrial. Pero en su gran mayoría, las casas de antaño están ocupadas por negocios de hoy. Abundan las tiendas de recuerdos cutres, pero también hay propuestas más cool y sofisticadas. Y precisamente ese espíritu refinado es otro modo de viajar a Palma.
En Palma, lo contemporáneo inunda muchos edificios con varios siglos de historia
No faltan alicientes en este sentido. Por ejemplo, aguardan elegantes patios cargados de historia, algunos tan hermosos como el de Can Vivot, vecino a la iglesia de Santa Eulàlia y otros reconvertidos en espacios para la creatividad actual como el Casal Solleric, meca deseada para numerosos artistas del mundo entero.
En realidad, lo contemporáneo inunda muchos edificios con varios siglos de historia. Los alrededores del paseo del Born son buena muestra. Numerosas galerías despliegan pinturas, esculturas o fotografías por un laberinto de estancias a varias alturas, todo tan caótico como eran las casas antes. Se va de sorpresa en sorpresa.

Bombonería La Pajarita, uno de los comercios con solera de Palma de Mallorca
Hasta es posible visitar el taller de creadores que han elegido Palma para trabajar y buscar las musas. Lo mismo se aparece en el estudio de una pintora que se huele un laboratorio perfumista como en Arquinesia, una perfumería nada al uso que ocupa la que fue una casa del siglo XVI.
En esa lejana centuria también se construyó el edificio que acoge el hotel Can Bordoy Grand House & Garden, uno de los cinco estrellas más señoriales del centro antiguo de Palma. Los huéspedes se alojan en una porción de la historia local, pero una vez más, lo hacen en un espacio completamente adaptado a nuestra era.

Una de las 24 habitaciones del hotel Can Bordoy Grand House & Garden
Este lujoso hotel boutique fue objeto de una profunda remodelación hace unos años, incorporando un diseño ultramoderno a una atmósfera distinguida. Si en Son Molí se siente la lejanía del tumulto ciudadano, Can Bordoy es capaz de ser una isla de exquisitez en el meollo de la capital.
El hotel cuenta con dos piscinas. Una a pie de calle y otra en la terraza con vistas a la catedral. Mientras que en la fresca penumbra de la vieja bodega está el spa. Y sobre él, se eleva una soberbia escalera que une las 24 habitaciones. Todas fundiendo el confort del siglo XXI con una estética ecléctica que mezcla épocas y estilos.
Can Bordoy fue profundamente remodelado, incorporando un diseño ultramoderno a una atmósfera distinguida
Aunque quizás lo que mejor expresa la apuesta chic y distinta que propone Can Bordoy Grand House & Garden sea su restaurante Botànic. Aquí la proteína es la guarnición. No es exclusivamente vegano ni vegetariano, pero frutas y verduras dominan los platos. ¡Sorprendente! Como lo es Palma, que siempre propone nuevas formas de disfrutarla.

Jardín interior donde se puede degustar la carta del restaurante Botànic
Cansalas Gallery & Art House
Entre las muchas galerías de arte del centro de Palma, Cansalas Gallery & Art House es algo más que una sucesión de salas de exposiciones. Es un espacio cultural de enorme dinamismo donde se puede contemplar y adquirir la obra de creadores internacionales, pero también es posible asistir a otro tipo de eventos. Incluso en la vivienda de su propietaria, donde se han celebrado singulares cenas preparadas por chefs de primer nivel de la isla y que cuentan con la participación de los artistas que exponen en la galería.