Paulo Ribeiro, arquitecto de viajes: “Las parejas pasan por altibajos, y esos viajes se convierten en anclas emocionales, como el recuerdo de una buena canción que cambia el estado de ánimo”

Lunas de miel

El experto explica cómo los viajes de bienestar actúan como anclas emocionales que fortalecen la conexión de pareja

Paulo Ribeiro, arquitecto de viajes

Paulo Ribeiro, arquitecto de viajes

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Las lunas de miel han cambiado. Ya no se trata solo de ir a un destino paradisíaco o de disfrutar del clásico “todo incluido”. Cada vez más parejas quieren algo diferente: viajes que les hagan sentirse únicos, que refuercen su conexión y que se conviertan en recuerdos para toda la vida. Buscan experiencias auténticas, lugares donde desconectar del mundo y momentos pensados con mimo, en los que todo esté cuidado al detalle.

En esta nueva forma de viajar, el lujo no está en el dinero ni en las estrellas del hotel, sino en la privacidad, la sorpresa y la emoción. Por eso, conceptos como el de “arquitectura de viajes” están ganando protagonismo. ¿Qué significa? Que cada viaje se diseña como si fuera una obra a medida, como si fuese una casa o un vestido de alta costura. Nada está improvisado y todo responde a los gustos, sueños y necesidades de quienes viajan.

Hablamos con el fundador de Plenia, el primer estudio de arquitectura de viajes en España, para entender qué buscan hoy las parejas que se casan, por qué algunas prefieren desaparecer del mapa en islas remotas o en safaris privados, y cómo un viaje puede convertirse en el ancla emocional de una relación a lo largo del tiempo.

Luna de miel

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¿Qué significa para usted el concepto de “arquitectura de viaje”?

Es como cuando alguien tiene un terreno y quiere construir una casa: puede pedirle ayuda a un amigo o puede acudir a un arquitecto. Cuando se contrata a alguien como Gehry para hacer un edificio como el Guggenheim, se busca su visión, no cualquier propuesta.

Con los viajes ocurre algo similar. Quien viene a nosotros lo hace porque conecta con nuestra manera de entender el mundo. Desde las primeras conversaciones vamos captando qué buscan, qué les mueve, y a partir de ahí diseñamos algo a medida. El objetivo es que al final del viaje sientan que no lo habrían vivido así por su cuenta.

Ahora estamos volviendo a ver mucho interés en Sudamérica. También trabajamos el Ártico y hacemos expediciones con clientes que viajan con total comodidad. No hay una única tendencia

Paulo RibeiroArquitecto de viajes

A veces eso implica organizar cosas poco habituales, como recibir un título de Lord o Lady en Escocia o visitar Robben Island, en Sudáfrica, acompañados por quien fue durante años el guardián personal de Mandela. No es un guía al uso, es otra forma de contar la historia. 

También puede ser una cena en un restaurante de Tokio al que solo se accede con invitación. Y no se trata de dinero: si no te invitan, no puedes ir. Cada persona es distinta, y cada experiencia también. Es como cuando eliges un diseñador para tu vestido de novia: te gusta su estilo, das el primer paso, y de ahí nace la relación. Si no hay conexión, no fluye.

¿Qué ha cambiado en lo que buscan los viajeros ahora respecto a hace diez años?

Ahora se busca tiempo. Lo que quieren son recuerdos, momentos únicos que no se puedan repetir, experiencias que no se compran con dinero. Nosotros intentamos sorprender al viajero cada día. No les contamos todo el itinerario, ni lo escribimos completo. Confían. Confían en mí como su arquitecto de viajes, como si fuera el Philippe Starck de los itinerarios. Saben que les voy a diseñar algo único. Es una relación muy personal y cercana, donde los viajeros nos entregan toda su confianza y saben que no tienen que preocuparse de nada.

¿Qué tipo de viajes son los que más les piden ahora?

Ahora estamos volviendo a ver mucho interés en Sudamérica. También trabajamos el Ártico y hacemos expediciones con clientes que viajan con total comodidad. No hay una única tendencia. Lo que sí ha cambiado un poco es la demanda hacia Oriente Medio, que ha bajado debido a los conflictos en la zona. También Egipto, por ejemplo, está algo más tranquilo en cuanto a peticiones. En cambio, Sudamérica está en auge: viajes culturales, de aventura o de expedición.

En los últimos años se habla mucho del auge de los viajes de bienestar, especialmente entre parejas que celebran una segunda boda. ¿Qué tipo de experiencias buscan y qué beneficios puede aportarles un viaje así?

En esos casos, son clientes muy especiales que buscan paz. Les proponemos resorts conocidos o menos conocidos, donde encajamos a cada pareja en programas diseñados para ellos. En lugares como Nepal o Bali hay destinos emergentes con un componente espiritual muy fuerte.

Pero también puede ser espiritual ir a las islas Tromsø y encontrarse con la naturaleza. Todo lo que organizamos es privado. No hacemos grupos, no trabajamos con nada que no sea exclusivo.

Luna de miel

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¿Por qué Japón se ha puesto tan de moda últimamente?

Después del COVID y de los Juegos Olímpicos sin público internacional, se generó una gran curiosidad por conocer esa cultura tan hermética. La gastronomía también ha tenido un efecto importante. Ha habido un “boom” mundial.

De hecho, ahora mismo Japón sufre de overtourism. Hay una gran saturación. En muchos casos, si quieres una buena experiencia, necesitas reservar con tres o cuatro meses de antelación porque ya no hay guías disponibles ni plazas en actividades exclusivas. Eso ha llevado a algunos viajeros a buscar destinos alternativos como la isla de Socotra o las islas de Micronesia.

¿Por qué hay la necesidad de desaparecer del mundo al viajar?

Porque la gente ya no busca lugares masificados. No quieren estar en el Vaticano con miles de personas. Prefieren, por ejemplo, un museo cerrado solo para ellos, como hicimos recientemente en Viena en el Palacio Belvedere.

Hay lugares con cinco o diez villas donde, cuando estás dentro, la sensación es de aislamiento total. Miras alrededor y solo ves mar

Paulo RibeiroArquitecto de viajes

Los viajeros quieren los mismos lugares emblemáticos, pero en intimidad. No buscan fotos entre multitudes, quieren espacios para ellos solos. Por eso valoran islas con playas tan buenas o mejores que las Maldivas, pero sin nadie alrededor. Ese factor de exclusividad es clave.

España, por ejemplo, está batiendo récords de turismo. Pero ¿dónde encuentras una playa tranquila en agosto? Todo está lleno. Nuestra misión es precisamente esa: darles un respiro, privacidad, algo único.

Si tuviera que definir la luna de miel perfecta en una sola frase, ¿cuál sería?

Una buena luna de miel debe hacerle entonar Fly Me to the Moon de Frank Sinatra.

¿Por qué asocia ese concepto a una luna de miel?

Porque es romántico. Cuando diseño una luna de miel, siempre lo hago pensando en que estén aislados, en su propio mundo. No quiero hoteles llenos ni villas con gente alrededor. Busco espacios donde sientan que están solos, aunque haya más personas.

Una vez retratamos a una pareja en el museo de Karen Blixen, en Kenia, y luego colocamos esa foto en la habitación del siguiente hotel

Paulo RibeiroArquitecto de viajes

Hay lugares con cinco o diez villas donde, cuando estás dentro, la sensación es de aislamiento total. Miras alrededor y solo ves mar. Es su burbuja. Algunos clientes me dicen que quieren irse de luna de miel a Japón, y les digo que no lo veo: una zona como Shibuya, con cuatro mil personas, no es el escenario que tengo en mente para eso.

Luna de miel

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Organizamos cosas como globos aerostáticos privados, safaris solo para dos, picnics estilo Memorias de África. Todo pensado para que vivan algo íntimo y especial.

¿Qué impacto puede tener ese tipo de viaje en una pareja, tanto a corto como a largo plazo?

Les deja memorias nuevas. Fortalece la relación. Son momentos que se recuerdan cuando vienen tiempos difíciles, fotos que se vuelven a mirar una y otra vez. Las parejas pasan por altibajos. Y esos recuerdos se convierten en anclas. Como cuando suena “esa canción” que todos tienen: cambia el estado emocional. Lo mismo ocurre con los recuerdos de un viaje así.

Puede ser por una comida, un momento en una habitación, una fotografía. Una vez retratamos a una pareja en el museo de Karen Blixen, en Kenia, y luego colocamos esa foto en la habitación del siguiente hotel. ¿Cuántas veces has recibido una foto así en una habitación de hotel? Son detalles que marcan la diferencia.

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