Loading...

Nueva Inglaterra: recuerdos de guerra y lugar de inspiración de la lucha pacífica

Postal desde  EE.UU.

Puede que hubiese estallado de todas formas, pero estalló en Boston. Más o menos. Gran Bretaña acababa de salir de la guerra de los siete años, que le había reportado la toma de los territorios franceses de América del Norte. Y Londres despertó con vastos territorios y las arcas vacías. La solución, cargar de impuestos a los colonos americanos. Que se quejaron, y las protestas desembocaron en la guerra de la Independencia.

Para rememorar tal sublevación, Boston dispone el Freedom Trail. En cuatro kilómetros enhebra emplazamientos como el Common de Boston donde los soldados británicos se ejercitaban, el cementerio de Granary donde descansan Paul Revere, Samuel Adams y otros patriotas americanos, la Boston Latin School en la que estudió Benjamin Franklin, la Old South Meeting House donde se debatieron las imposiciones británicas y la Old State House, desde la que se leyó la declaración de independencia.

En Concord, en el interior de Massachusetts, se dispararon los primeros tiros

Y creí que era para completar tal recorrido histórico, que me animaron a visitar Concord, en el interior del estado de Massachusetts. En aquel pueblo acumularon los rebeldes un arsenal y Paul Revere, en una cabalgada mítica, intentó avisarlos de que los soldados británicos habían dejado Boston con el propósito de incautar las armas. 

También fue en Concord donde se dispararon los primeros tiros entre unos y otros. Pero resultó que el objetivo era otro: visitar Walden Pond. Claro que quien sugería tal rodeo tenía una debilidad por la literatura norteamericana, sobre todo por autores de la generación beat y sus precursores. Para él, alcanzar el lugar era un acto casi religioso, como el final de un peregrinaje.

Boston Common es un parque público y punto de inicio del 'Freedom Trail'

Tony Cortizas Jr.

Walden Pond es un estanque. El escritor Ralph Waldo Emerson era propietario de parte del bosque de pinos y nogales americanos que lo envuelven, y cedió un claro cerca del agua a su colega Henry David Thoreau. Allí levantó Thoreau una pequeña cabaña de tres metros de ancho por cuatro y medio de largo. Los materiales, tablones, listones, dos ventanas, ladrillos, cal, clavos, yeso…, le costaron 28 dólares.

La cabaña ya no existe, pero sí una réplica. Con la puerta al sur, dispone un ventanal a levante y otro a poniente. Dentro cabe apenas la cama, un austero escritorio y una estufa. Un hombre se sienta delante y responde las preguntas de los curiosos.

Lee también

Thoreau se instaló en su cabaña en julio de 1845. La naturaleza empezaba en la puerta de su casa, escribió en Walden, el libro en el que recogió la experiencia. Tenía por compañía una alondra, una liebre, una bandada de ocas salvajes, el canto de la lechuza y el búho, la lluvia, el horizonte del bosque, hasta la estrella más lejana. Y su vida en solitario le llevó a darse cuenta de la necesidad de simplificar, de apostar por la autosuficiencia y de la banalidad de tantas convenciones. “Si un hombre no va al ritmo de sus compañeros”, escribió, “puede que sea porque oye un tambor distinto”.

Cabe decir que, durante su estancia, en una visita al zapatero del pueblo, lo encarcelaron. Hacía años que se negaba a pagar los impuestos a un estado que permitía la esclavitud y se dedicaba a hacer la guerra. Pasó una noche encerrado y salió al día siguiente porque alguien había pagado su deuda. De tal experiencia es fruto La desobediencia civil, texto de referencia de la lucha pacífica que inspiró a Gandhi y Martin Luther King.

Thoreau estuvo en Walden Pond dos años, dos meses y dos días. Y dejó el bosque “por una razón tan buena como la que lo llevó allí”.

Su cabaña quedaba un poco más lejos, donde hoy hay un montón de piedras. Sus admiradores, cuando la visitan, añaden una piedra más.