Fabrica una caseta insonorizada para que su perra no sufra el ruido de los petardos: “Lo he hecho desde el sofá de mi casa”
Aislante casero
La innovadora caseta para perros creada por Faunisticos emplea un diseño en espiral para atenuar los ruidos, y está fabricada con materiales reciclados que la hacen accesible y efectiva
Qué hacer para que tu mascota no lo pase mal con los petardos de Sant Joan

Está hecha con bajo presupuesto
A algunos perros se les encoge el alma con el primer petardo. No hace falta que explote cerca ni que sea San Juan: basta un estampido lejano para que se escondan bajo la cama a llorar y ladrar como si acabara de pasar un terremoto.
Es un miedo muy común en muchos animales, que no entienden de celebraciones y solo perciben un estallido repentino y amenazante. Muchos acaban con pastillas, otros ni siquiera eso. Pero hay quien ha preferido liarse la manta a la cabeza y buscar otra vía. Más casera. Más creativa.
Fea pero funcional
Cuando el pánico entra por las orejas
Antes de pensar en materiales, medidas o herramientas, lo primero fue encontrar un hueco libre en casa. El salón, concretamente el sofá, se convirtió en centro de operaciones. Desde ahí, sin moverse mucho, el usuario de Faunisticos diseñó una caseta a prueba de sustos para su perra Nube.
No era cuestión de ponerse técnico, ni de buscar tutoriales imposibles, porque no tenía ni espacio ni presupuesto. “He intentado utilizar la mayor cantidad de materiales reciclados que he podido y, en total, la casa me ha salido por menos de cincuenta euros”, cuenta con naturalidad.
El diseño no es al uso. Nube no entra de golpe en el refugio, sino que recorre una especie de pasillo curvo. Esa forma en espiral no es casualidad: permite que el ruido rebote, pierda fuerza y llegue muy atenuado al habitáculo interior.
Lo más delicado fue reforzar el aislamiento en la entrada, el punto más débil del conjunto. Para las paredes, el techo y el suelo usó Copopren, un aislante de veinte milímetros que, según especificaciones del fabricante, reduce hasta 19 decibelios del ruido aéreo.
El interior se forró con tela reciclada, en su mayoría camisetas viejas, para evitar que el aislante se deshiciera y pudiera molestar a la perra. Sobre el Copopren colocó láminas de corcho, aunque esta parte le dio más de un disgusto: “Como lo había pegado en plano y ahora tenía que hacer las curvas, el corcho se rompió”, reconoce, después de haber tenido que recortar, volver a pegar y encajar como buenamente pudo.
No quedó especialmente vistosa, pero sí efectiva. Añadió taquitos de madera en la base para aislarla del suelo, remató las juntas con burletes y redondeó las esquinas. Cuando probó a meter sonidos de petardos dentro de la caseta, se notaba la diferencia. Nube aún no ha dado su veredicto, pero si se mete dentro en la próxima verbena, será señal de que ha funcionado.