Adopta a un bebé de gato abandonado al que tienen que retirar los dos ojos y enternece con su evolución: “Se convirtió en un gatito nuevo”
Nueva vida
Según Erin, una de las cosas que más le llamó la atención en ese momento fue ver cómo subía y bajaba escaleras por primera vez sin necesitar ayuda
La emotiva recuperación de un gato que estuvo dos años abandonado: “Gracias por salvarle”
La gatita se hizo a la casa al poco tiempo de llegar
Nadie está preparado para no ver nada. No se enseña a andar sin luz, ni a subir escaleras sin horizonte. Lo normal es moverse guiado por lo que se tiene delante, por los colores, por los reflejos, por todo lo que ayuda a situarse.
Pero cuando eso desaparece de golpe, no queda otra que reaprender desde cero. La vista se vuelve un recuerdo y, con suerte, el resto de sentidos empieza a encontrar su sitio. A Coraline le pasó algo así, aunque no tenía forma de saberlo. Ni de entenderlo. Normal, porque es una gata.
Lo ve todo sin ojos
La gata que aprendió a correr sin mirar
Cuando llegó a manos de los veterinarios, lo urgente era salvarle la vida. La habían encontrado en un estado grave, con marcas evidentes de haber sido estrangulada. Lo primero era estabilizarla. Lo segundo, operar. Y ahí vino lo definitivo: había que retirarle los dos ojos.
A pesar de la dureza de la intervención, el resultado fue el contrario al que cualquiera habría imaginado. Erin, que la adoptó justo en ese momento, dijo más adelante que “se convirtió en un gatito nuevo”.
Durante los primeros días, Coraline apenas se movía. Llevaba unos puntos larguísimos en la cara y todo era nuevo, incluso el espacio que la rodeaba. Pero en cuanto le retiraron las suturas, empezó a correr de un lado a otro como si nunca hubiera necesitado ver. Para Erin, lo más curioso fue comprobar cómo aprendía a subir y bajar las escaleras sin tropezar. “No podías parar a esta gata bajando las escaleras”, contaba divertida al recordar aquellos días.
La conexión entre ambas fue casi inmediata. Desde el principio, Coraline seguía cada paso, cada gesto. No necesitaba verla para saber dónde estaba. Erin terminó dándose cuenta de que su gata había creado un vínculo con ella mucho más fuerte de lo que esperaba. En sus palabras, lo que ocurrió fue que “se dio cuenta de que su gatita había hecho impresión con ella”.
Ahora Coraline vive sin rastro del trauma inicial. Juega, corre y se lanza a explorar cada rincón de la casa. Incluso tiene juguetes favoritos, aunque solo los detecta por el tacto o por el sonido. Lo cierto es que, en lugar de perder, parece que ha ganado una forma nueva de ser. Como si toda su vida anterior no hubiera existido.