Tito y Prickle, el gato y la gaviota que han sellado una insólita amistad frente al mar: “Alucina con que los pájaros puedan tener ese tamaño”

Mientras ellos se entiendan...

Los dueños aseguran que la gaviota vuelve con regularidad y que, aunque a veces solo se posa, en otras ocasiones se atreve incluso a picotear las plantas, sin mostrar el menor miedo al minino que la vigila

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Aunque el felino no quita la vista de encima al ave, esta permanece inmóvil en la barandilla sin alterar su actitud

Aunque el felino no quita la vista de encima al ave, esta permanece inmóvil en la barandilla sin alterar su actitud

Durante siglos, los pájaros y los gatos han protagonizado una tensión constante. Uno vuela, el otro acecha. En las calles, en los jardines o en cualquier terraza, es raro que esta convivencia sea tranquila. En cuanto uno aparece, el otro se tensa. Por eso resulta tan extraño verlos juntos sin que salten las alarmas. Mucho más si uno es un gato doméstico y el otro, una gaviota adulta que no se inmuta con nada.

La escena sucede en algún punto frente al mar, donde un felino de pelaje oscuro, Tito, mira fijamente a una gaviota que se posa en la barandilla. No se sabe si la observa con recelo, curiosidad o ambas cosas. Lo cierto es que no da un paso sin que su cuidador lo sujete firmemente. Al otro lado, el ave, bautizada como Prickle, mantiene la calma. No vuela, no se aleja, ni siquiera se gira. Simplemente está ahí.

¿Amigos o enemigos?

Tito vigila desde la terraza y Prickle responde con una tranquilidad inusual

El vínculo entre ambos, si es que puede llamarse así, ha llamado la atención por su constancia. No es cosa de un solo día. Según sus dueños, esta visita se repite. A veces, Prickle se posa sin más. Otras, se acerca a la terraza con otro objetivo, según contaron en su perfil de redes sociales: “Viene a saludar a Tito de vez en cuando y a comerse nuestras plantas”.

El contraste entre las reacciones de ambos animales ha generado todo tipo de interpretaciones. Algunos creen que la gaviota actúa como si conociera al gato. Otros, que Tito se lo piensa antes de lanzarse. La imagen ha provocado incluso cierta sorpresa por el tamaño del ave. En uno de los vídeos compartidos en redes, puede leerse: “Alucina con que los pájaros puedan tener ese tamaño”.

Aunque no está claro si hay un lazo amistoso, lo que sí parece evidente es que el momento se ha repetido lo suficiente como para que los cuidadores decidieran grabarlo. La gaviota no vuela. El gato no ataca. Y la imagen de los dos compartiendo plano se repite.

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Sin buscarlo, se ha convertido en una escena habitual para quienes pasan por allí o siguen sus publicaciones. Un cruce de especies que no parece tener prisa ni urgencia, pero que llama la atención por lo improbable.

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