Le empieza a dar de comer a un mapache que se encontró en su jardín y acaba teniendo la visita de toda la familia : ”¿Y ahora qué hago?”

Compromiso de por vida

Las grabaciones publicadas por Daniela en redes sociales muestran a los mapaches bajando lentamente de los árboles, colocándose juntos en el patio y esperando su comida en orden

Encuentran a un animal misterioso totalmente calvo y se llevan una sorpresa al saber de qué se trata

Tras alimentar una vez al animal, Daniela comprobó que no solo regresó, sino que trajo compañía

Tras alimentar una vez al animal, Daniela comprobó que no solo regresó, sino que trajo compañía

Una bolsa con comida puede cambiarlo todo. Sobre todo si quien la recibe no olvida. Los animales salvajes, por mucho que parezcan simpáticos, no pierden su instinto. Darles comida puede parecer un gesto inocente, pero crea una dependencia inmediata. Y si el animal en cuestión es un mapache, hay que saber que tienen muy buena memoria. Por eso, cuando una persona les da de comer una vez, lo habitual es que vuelvan. Y no siempre vuelven solos.

A Daniela Barajas le bastó un solo gesto para que su jardín dejara de ser un lugar tranquilo. Todo empezó cuando se encontró con un mapache y decidió alimentarlo. No pensó que aquello pudiera tener más consecuencias.

Pero días después, lo que apareció frente a su casa no fue solo ese mismo animal. Venía acompañada. Varios mapaches más jóvenes llegaron con la mamá. Se colocaron en fila en la valla y se quedaron esperando a que les sirvieran la comida. Desde entonces, la escena se ha repetido varias veces. “Solo quise ser buena persona y se lo tomó muy en serio”, dice riendo.

En uno de los vídeos que Daniela ha publicado en redes, se ve cómo enfoca los árboles que rodean su jardín. La imagen no dura demasiados segundos cuando comienzan a asomarse más mapaches desde las ramas al ver que su madre trae comida. Bajan poco a poco, se colocan juntos en la zona de la valla que da al patio y esperan su turno. Todos en fila, sin moverse del sitio. Parecen saber perfectamenteque es la hora de comer.

En otras grabaciones, la escena se repite. Daniela aparece dándoles comida, uno a uno, mientras los animales esperan su parte. Ya no es una visita puntual. La situación se ha convertido en algo habitual. No solo para ella, también para los animales, que ya parecen haber integrado ese momento en su conducta.

La propia Daniela, en uno de los vídeos, lanza una pregunta mientras observa a la familia de mapaches desde el jardín: ”¿Y ahora qué hago?”. No lo dice como una queja, sino como una forma de constatar que la situación se le ha ido de las manos. Esa vez que decidió alimentar a un mapache ya no es un algo aislado. Ahora hay un grupo entero que cuenta con ella.

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Por lo tanto, lo que empezó como una anécdota se ha convertido en una especie de compromiso sin firmar. Un simple gesto de amabilidad ha creado una rutina que los mapaches no parecen dispuestos a olvidar.

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