Una fotógrafa submarina graba el breve y fascinante ritual de apareamiento de dos caballitos de mar: “Estos dos solo tenían ojos el uno para el otro y no les interesaba yo”
Encuentro fortuito
En cuestión de segundos la hembra colocó sus huevos en la bolsa incubadora del macho, que ahora llevará la gestación durante semanas antes de liberar a cientos de crías en el océano
El curioso parto de un caballito de mar dando a luz a cientos de crías que no ha dejado indiferente a nadie: “Es como estornudar muchas veces”
La curiosidad de los internautas desató preguntas sobre la vida en pareja de estos animales
El agua parecía agitarse más de lo habitual cuando Jules Casey se sumergió para su inmersión diaria. Entre las corrientes y la vida marina que se movía alrededor, algo llamó su atención: un par de caballitos de mar ejecutaba una coreografía perfectamente sincronizada.
A cada giro y movimiento, sus cuerpos parecían coordinarse hasta que uno de los dos comenzó a hinchar su vientre en un gesto inconfundible. En ese momento, la escena cambió por completo.
Pareja
El cortejo previo culminó con una coreografía acuática que selló la unión
La fotógrafa submarina, conocida por su trabajo especializado en fauna marina, explicó que se trataba de un momento de apareamiento. Según detalló, la hembra transfirió sus huevos a la bolsa incubadora del macho, un proceso que apenas duró entre treinta y cuarenta segundos antes de que se separaran. En unas cuatro semanas, él será el encargado de dar a luz a entre cien y mil crías.
En el vídeo que grabó bajo el agua, Casey contó que llevaba tiempo observando a la pareja, que había pasado semanas cortejándose antes de este momento. Describió que, justo antes de la transferencia, ambos colocaron sus hocicos hacia arriba, señal de que estaban listos. Se elevaron juntos en el agua y completaron el traspaso de los huevos, tras lo cual tomaron direcciones opuestas.
Un internauta quiso saber si, después de este proceso, los caballitos de mar permanecen unidos. La fotógrafa respondió: “Se cree que se emparejan de por vida”. Otro usuario preguntó si la luz intensa podía dañarles los ojos, a lo que Casey explicó: “No. Sus ojos no son como los nuestros. Estos dos solo se miraban el uno al otro y no les interesaba mi presencia”.
En su publicación, también comentó que había notado una actividad poco habitual en ellos justo antes del apareamiento. El macho inflaba el abdomen, mostrando que tenía espacio suficiente para los huevos. Después, todo ocurrió con rapidez y precisión, sin que el resto de la fauna que nadaba cerca interfiriera en el proceso.
Aquel momento terminó con el macho desplazándose lentamente mientras fertilizaba los huevos en su interior, mientras la hembra desaparecía entre las algas. La próxima vez que se crucen bajo el agua, él podría llevar en su bolsa a cientos de diminutos caballitos de mar listos para salir al mundo, aunque eso, en el océano, será otra historia.