Algunos perros cargan con una etiqueta injusta que les acompaña desde siempre y que condiciona la forma en que la gente los mira. El caso de Gunner, un american bully, encaja en ese patrón: grande, musculoso y con una expresión que muchos asocian con agresividad. Sin embargo, la convivencia diaria muestra una realidad totalmente distinta, ya que su carácter se ha definido por la calma y la ternura.
Esa imagen contrasta con la idea generalizada de que razas como los american bully o los pitbulls resultan difíciles de tratar, y convierte su historia en un ejemplo perfecto de cómo los prejuicios pueden distorsionar lo que realmente ocurre.
La fama no es real
La convivencia con una cachorra revela una relación tierna y llena de paciencia
Gunner no solo rompe con esa percepción, también se ha ganado un nuevo papel en casa: cuidar a una cachorra de dachshund diminuta que se ha convertido en su compañera inseparable, aunque en un principio todos creían que iban a acabar mal.
A pesar de la diferencia de tamaño, la relación entre ambos fluye con naturalidad. El animal pasa tiempo tumbado junto a la pequeña, dejando que se apoye en él y reaccionando con paciencia a sus intentos de juego. La imagen de un perro enorme acostado con un muñeco de Stitch y al mismo tiempo ejerciendo de protector de una cachorra tan frágil habla por sí sola.
En uno de los vídeos que circulan sobre ellos se aprecia cómo la perrita busca constantemente su cercanía y cómo él responde manteniéndose relajado, vigilante y atento a cada movimiento. Esa combinación de cuidado y calma le da a la pequeña una seguridad evidente, hasta el punto de que se deja caer sobre él sin ninguna duda. La escena resulta especialmente tierna cuando Gunner la ayuda a subir al sofá colocándose de tal manera que sus patas cortas no supongan un obstáculo.
La relación de Gunner con esta familia no empieza con la llegada de la cachorra. Antes ya había mostrado la misma entrega con la madre de la perrita durante su embarazo. En aquel momento permanecía a su lado, descansaba junto a ella y no se separaba ni un instante.
Según explican quienes conviven con ellos, “él es solo un bebé grande que duerme con un muñeco de Stitch”. Esa frase resume bien el contraste entre la fama que arrastra la raza y la realidad de un perro que se comporta como el amigo más fiel y cariñoso.
Hoy su papel como compañero y figura protectora de la dachshund refuerza la idea de que los estereotipos caninos caen por su propio peso. Y si queda alguna duda, basta con ver a ese american bully convertido en escalera para que la pequeña conquiste el sofá sin esfuerzo.