Un shiba inu convencido de tener la razón encuentra en un cactus parlanchín a su interlocutor más persistente: “Cómo espera a que acabe para seguir gritando”

Cruce de ladridos

En segundo plano se veía a una niña concentrada en sus bloques y a un segundo perro que observaba la disputa como algo ya demasiado visto

El divertido momento en que un shiba inu 'reconoce' que vive como un auténtico señor mientras su dueña asume todos los gastos y él apenas se mueve: “Y encima solamente hablan de mí”

El Shiba Inu no interrumpía al cactus, esperaba su repetición y después continuaba con más fuerza

El Shiba Inu no interrumpía al cactus, esperaba su repetición y después continuaba con más fuerza

Un cactus de juguete que repite sonidos bastó para crear una escena digna de un debate parlamentario en un salón familiar. Frente a él, un shiba inu no se limitó a ladrar o gruñir, sino que entró en una especie de discusión prolongada que parecía tener un orden propio, como si el perro esperase turno para responder tras cada repetición del objeto.

El ambiente tenía algo de cómico: un interlocutor de plástico incansable y un perro convencido de que cada réplica merecía contestación.

Contrincante perfecto

El perro seguía cada réplica como si respetara un turno de palabra en un debate

La dinámica fue clara desde el principio. El cactus repetía palabra por palabra lo que emitía el shiba, y el perro no interrumpía hasta que terminaba el sonido mecánico.

Entonces, retomaba su discurso con más energía, como si quisiera subrayar argumentos invisibles para cualquiera que lo escuchara desde fuera. La situación se alargó tanto que parecía más una charla con turno de palabra que un simple juego.

En un segundo plano se aprecia a una niña que seguía con sus bloques, sin prestar atención al extraño intercambio. La naturalidad con la que continuaba jugando daba la sensación de que esa clase de debates podían ser habituales en la casa. 

También aparecía otro shiba inu, que observaba desde un lado con expresión de desinterés, como si ya hubiese vivido antes discusiones de ese tipo y hubiera decidido mantenerse al margen.

Algunos comentarios en la publicación destacaron detalles que reforzaban el aire cómico del vídeo. Una usuaria señaló: “Shiba se asegura de que el cactus escuche de verdad sus problemas”. Otra se fijó en algo distinto: “La forma en que sonríe cada vez que el cactus le responde”.

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Otros internautas interpretaron la situación como un juego con más de un protagonista. “La forma en que miraba al otro para ver si ya le molestaba”, escribió uno. Mientras, varios coincidieron en que los sonidos entre ambos recordaban a un clásico duelo de dibujos animados, con idas y venidas que no necesitaban traducción.

El resultado fue una estampa donde el cactus cumplía con un papel sencillo, pero imprescindible, y el perro parecía convencido de estar ganando un debate real. Y lo cierto es que, en ese pequeño salón, la política canina tuvo más seriedad de la que cualquiera podría haber previsto.

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