Cuando un perro decide que quiere ocupar un sitio en el sofá, pocas cosas lo hacen cambiar de idea. La terquedad es uno de los rasgos más reconocibles de los bulldogs ingleses, capaces de insistir una y otra vez hasta conseguir lo que buscan.
Ese empeño se traduce muchas veces en discusiones divertidas con sus dueños, sobre todo cuando el animal interpreta cada negativa como un reto personal. Eso se convierte entonces en un pulso en el que el perro no se rinde fácilmente y en el que la paciencia de la familia pone a prueba la comodidad del salón.
Choque de trenes
No se da por vencido aunque le digan que no
En esta ocasión el protagonista fue Marshall Carey, un bulldog inglés decidido a subirse al sofá junto a su dueña. Ella trataba de explicarle con calma que no había espacio suficiente para los dos, pero el perro no parecía estar de acuerdo y respondía con gruñidos y gestos de protesta. La mujer argumentaba con lógica mientras él insistía, generando una especie de conversación que se volvió cómica.
En mitad de la discusión, la madre de Marshall soltó una frase que se convirtió en motivo de bromas: “Somos los dos grandes”. La reacción del animal fue inmediata y muchos interpretaron que se sintió ofendido.
Los comentarios se multiplicaron en tono humorístico. Un usuario escribió: “Dijo ¿Personas más grandes? ¡Habla por ti misma!”. Otro añadió: “Hora de comprar un sofá más grande”. También se leyó: “¡Yo sí que quepo! ¡No me dejas intentarlo!”. Hubo quien se fijó en la cara del perro y preguntó: “¿Cómo puedes decirle que no a esa cara?”.
Otros siguieron el hilo con más ocurrencias. Alguien comentó: “Es un patatón redondo, no es grande”. Una usuaria compartió: “Suena a que uno de los dos tiene que hacer dieta, y no voy a ser yo”. Incluso hubo quien bromeó con una referencia conocida: “Rose dijo lo mismo a Jack. ¡Puedes hacer sitio!”.
Como dato de contexto, los bulldogs ingleses adultos suelen pesar entre 18 y 23 kilos y miden de 30 a 38 centímetros de altura. Suficiente tamaño para que Marshall reclamara su hueco con convicción, aunque al final lo suyo pareciera más un pulso dialéctico que una cuestión de espacio.