Cuatro oseznos intentan trepar una valla y convierten su torpe aventura en un espectáculo entrañable: “Quería que ganara el que empezó el último”

Carrera vertical

Al llegar arriba dudaron sobre cómo continuar y dos eligieron descender con calma mientras los otros se dejaron caer, provocando que la estructura cediera bajo su peso

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La bajada resultó más complicada que la escalada inicial para los cuatro hermanos

La bajada resultó más complicada que la escalada inicial para los cuatro hermanos

Unas cuantas sacudidas en la parte alta de la valla bastaron para que el alambre cediera y se doblara poco a poco. Ese fue el recurso elegido por dos oseznos que, lejos de complicarse con la técnica, optaron por dejar que la gravedad hiciera su trabajo. La imagen quedó aún más simpática porque, tras soltar sus patas delanteras, acabaron cayendo al suelo con un golpe seco que no pareció dolerles lo más mínimo.

El vídeo, difundido en Instagram, muestra cómo cuatro crías de oso negro decidieron poner a prueba su agilidad frente a un obstáculo sencillo para su madre, que prefirió rodearlo sin problemas. Para los pequeños, en cambio, la valla de una casa se convirtió en un reto que parecía casi una competición. Dos de ellos avanzaron al mismo ritmo, como si fueran un reflejo el uno el otro, mientras los otros se quedaban un poco atrás.

En la grabación se aprecia cómo todos llegan arriba al mismo tiempo, pero ahí empezaron las dudas. El suelo quedaba lejos y ninguno parecía tener muy claro qué hacer. Dos de ellos comprendieron rápido que la forma más sencilla era repetir el movimiento al revés, bajando poco a poco hasta tocar tierra. Los otros optaron por ese método más brusco que acabó con la valla arqueada.

Un usuario que vio el vídeo confesó que “quería que ganara el que empezó el último”. Una frase que condensa bien la sensación de estar viendo una pequeña carrera con desenlace incierto, aunque sin ningún perdedor real.

Más allá de las caídas, lo que destacó fue la manera en que las crías actuaron en grupo, como si cada una esperara a la otra para seguir adelante. Esa coordinación espontánea dio al vídeo un toque aún más entrañable.

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Al final, todos acabaron el suelo sin un rasguño y continuaron su camino, dejando tras de sí una valla ligeramente torcida y una escena que muchos compararon con un juego de patio escolar. Un detalle que, de alguna forma, convierte a estos oseznos en protagonistas involuntarios de una historia tan sencilla como simpática.

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