Un gato aburrido suele buscar cualquier distracción que le saque de la monotonía, ya sea rondar por la casa con nerviosismo, engancharse a objetos inverosímiles o insistir para que sus dueños le presten atención. En hogares con felinos, este tipo de comportamientos es bastante común y a menudo los cuidadores se plantean cómo darles más estímulos.
Algunos optan por juguetes nuevos, otros por dedicarles más tiempo, aunque también existe la alternativa de introducir otro gato para que tengan compañía. Esa medida fue la que cambió por completo la vida de Menace, un felino gris que transformó su día a día tras la llegada de una cría pelirroja a la familia.
Convivencia
La llegada de una cría cambió por completo la rutina de un felino gris
El nombre del protagonista ya resulta curioso por sí mismo. Menace, que en inglés significa amenaza, parecía anticipar un carácter complicado. Sin embargo, la llegada de la pequeña gatita reveló todo lo contrario: un animal curioso y cariñoso que buscó de inmediato jugar y acercarse a su nueva compañera. La dueña explicó en Instagram que “su única satisfacción llega cuando está con su hermana pequeña”.
Desde ese primer contacto empezaron a pasar juntos gran parte del tiempo. Menace la sigue incluso hasta el cuarto de baño y se tumba a observar mientras la pequeña explora. También se han convertido en pareja inseparable de juegos, con carreras y saltos que convierten la casa en un improvisado terreno de aventuras. Esa unión se prolonga en momentos de calma, como cuando ambos se acurrucan para dormir en el lavabo, una costumbre que sus dueños han mostrado en distintos vídeos.
La relación fue evolucionando hasta el punto de que el gato mayor asumió un papel casi paternal. Los responsables del animal contaron que “se ha puesto a lamerla con paciencia, como si quisiera cuidarla”. Esa actitud hizo que en casa empezaran a llamarle Daddy Menace, un apodo que resume bien su nuevo rol.
Lo más sorprendente fue que, pese a su nombre y a su pasado como gato callejero, la primera reacción al conocer a la cría estuvo marcada por la calma y la curiosidad. En lugar de mostrarse agresivo, se dedicó a observarla y a responder con juegos suaves. Ese arranque fue la base de una convivencia que hoy se traduce en compañía constante y gestos de afecto, muy lejos de la idea de amenaza que su nombre parecía anunciar.
